La humana fantas¨ªa del creador de ¡®Juego de tronos¡¯
Si las obras de R. R. Martin generan tanta adicci¨®n es porque sus personajes marcan la diferencia
En El fondo del cielo, novela de Rodrigo Fres¨¢n que propone un tri¨¢ngulo amoroso a lo Jules et Jim entre escritores de ciencia-ficci¨®n, uno de los personajes formula la siguiente reflexi¨®n: ¡°Puedo maravillarme por mi jam¨¢s sospechada habilidad para, al menos, intentar comprender y describir el funcionamiento del amor siendo el amor una de las emociones menos frecuentes en la ciencia-ficci¨®n cl¨¢sica, porque el amor ocupa demasiado lugar dentro de los trajes espaciales y en las bodegas de los cohetes. En la ciencia-ficci¨®n hay sexo, s¨ª, y hasta puede haber pasi¨®n; pero el amor rara vez sobrevive los largos viajes a otros sistemas planetarios o a dimensiones alternativas. Una de las responsabilidades del g¨¦nero (¡) es la de explicarlo todo, por no dejar cabo o cable suelto. Y entonces el amor molesta¡±.
Todo esto lo podr¨ªa haber dicho en voz alta un tipo nacido en Bayonne (Nueva Jersey) el 20 de septiembre de 1949 y que, con el tiempo, creci¨® hasta parecer el orondo y benigno monarca de un reino imaginario: George R. R. Martin. ?l ha sido uno de los pocos en dedicar un cl¨¢sico perdurable de la ciencia-ficci¨®n a eso tan esquivo y poco racional que llamamos amor. Fue en Muerte de la luz, publicada en 1977, inesperado hito rom¨¢ntico en una literatura de ciencia-ficci¨®n que jam¨¢s se hab¨ªa decidido a explorar un universo quiz¨¢ m¨¢s inagotable e ignoto que el espacio exterior: el de la melancol¨ªa y el amor contrariado. Un planeta agonizante ¡ªy todos sus fascinantes espacios, descritos con una portentosa mano para la evocaci¨®n po¨¦tica¡ª serv¨ªa all¨ª de escenario al doloroso intento de su protagonista, Dirk t¡¯Larien, para recuperar a su amor perdido, convertida en concubina del guerrero de una cultura alien¨ªgena con muy particulares protocolos de relaci¨®n con el sexo opuesto. Muerte de la luz, primera novela de Martin, ya le hubiese garantizado un puesto a perpetuidad en el coraz¨®n de los aficionados menos dogm¨¢ticos. Nada permit¨ªa prever por entonces que el escritor se iba a convertir en el fen¨®meno cultural mayoritario que es hoy d¨ªa, despu¨¦s de que su a¨²n incompleta saga de fantas¨ªa Canci¨®n de hielo y fuego pasara de escalar listas de best sellers a inspirar la ambiciosa serie de HBO Juego de Tronos, que ha conseguido que el estreno de cada nueva temporada sea un acontecimiento global. Las largas esperas entre libro y libro se han convertido en recurrente motivo de ansiedad para los aficionados, que han generado sus propios y activos cismas de haters del escritor, empe?ados en que Martin abandone sus muchas otras actividades ¡ªproyectos como ant¨®logo, activismo pol¨ªtico (abogando por la entrada de refugiados sirios en Estados Unidos) y medioambiental¡ª para centrarse en la conclusi¨®n de la saga.
En Luz de estrellas lejanas (Gigamesh) ¡ªprimera entrega de su autobiograf¨ªa literaria¡ª, Martin cuenta c¨®mo empez¨® todo: con la lectura de tebeos de superh¨¦roes, una innata tendencia a fabular desarrollada durante una infancia sin otros ni?os y con el revelador descubrimiento del fandom, esa red de fanzines escritos por otros aficionados a la ciencia-ficci¨®n que fueron, poco a poco, creando un sentido de la comunidad. Lo primero que el joven Martin vio publicado en un medio profesional fue una carta de lector apasionado dirigida a Stan Lee y Jack Kirby, fundadores del Universo Marvel, despu¨¦s de que el primer n¨²mero del comic-book Los 4 Fant¨¢sticos se revelase ante sus ojos como una aut¨¦ntica epifan¨ªa: ¡°Era el mejor c¨®mic del mundo, sin duda. (¡) Los 4 Fant¨¢sticos romp¨ªa esquemas. Sus identidades no eran secretas. (¡) Eran una familia, y no una liga, una sociedad ni un equipo. Y, como cualquier familia, se peleaban constantemente. (¡) Cada uno ten¨ªa personalidad propia. La caracterizaci¨®n hab¨ªa llegado a los c¨®mics y en 1961 aquello fue un descubrimiento y una revoluci¨®n¡±.
El encuentro entre Martin y Los 4 Fant¨¢sticos no fue un incidente menor: d¨¦cadas despu¨¦s, el escritor aportar¨ªa su propia visi¨®n a la mitolog¨ªa de los superh¨¦roes impulsando la serie de autor¨ªa colectiva Wild Cards. No ser¨ªa arriesgado afirmar que lo que singulariza al autor de Canci¨®n de hielo y fuego dentro de la literatura de g¨¦nero es lo mismo que detect¨® en la alquimia entre Stan Lee y Jack Kirby: el poder de conciliar lo asombroso y lo reconocible, lo fant¨¢stico y lo humano. Si Martin genera tanta adicci¨®n es por algo muy sencillo: sus personajes importan, marcan la diferencia, sienten, son contradictorios, pulverizan el arquetipo y se convierten en espejo de nosotros mismos. Basta fijarse, por ejemplo, en los cambios de percepci¨®n que ha tenido todo seguidor de la saga de un personaje tan relevante como Jaime Lannister, el Matarreyes: de figura con apetitos l¨²bricos perversos a conmovedora alma herida cercana a la densidad emocional del Dirk t¡¯Larien de Muerte de la luz.
Por trillado o aparentemente gastado por el uso que sea un tema o un arquetipo, la literatura de Martin siempre ha sido capaz de insuflarle una nueva vida. Las antolog¨ªas de la serie Wild Cards, en las que el escritor ejerce de maestro de ceremonias en un universo de ficci¨®n compartido por varios escritores, tienen poco que ver con el canon de las casas madre Marvel y DC. Sue?o del Fevre, su segunda novela en solitario, insert¨® la tradici¨®n del vampiro en el Misisipi de mediados del siglo XIX, construyendo una po¨¦tica decadentista donde los barcos de vapor sustitu¨ªan a los castillos transilvanos. Su saga Canci¨®n de hielo y fuego retoma la tradici¨®n de Tolkien, pero se rebela contra la mec¨¢nica arquet¨ªpica de sus coordenadas morales para apelar a una complejidad psicol¨®gica de aspiraci¨®n shakespeariana. Nada est¨¢ alejado de sus experiencias personales: su mejor preparaci¨®n para hablar de ambici¨®n y luchas de poder en su saga heroica fueron sus a?os en la ense?anza. De 1976 a 1978, Martin se dedic¨® a la docencia en la Clarke University, cuyo decanato deb¨ªa de tener el mismo poder de seducci¨®n oscura que el Trono de Hierro.
Martin cuenta c¨®mo empez¨® todo: con la lectura de tebeos de superh¨¦roes
El fen¨®meno Juego de Tronos supone la culminaci¨®n del sinuoso camino que ha tenido que recorrer el autor en el medio televisivo, en el que entr¨® a mediados de los ochenta para colaborar en la resurrecci¨®n de La dimensi¨®n desconocida. Antes de su destino de oro en la HBO, el Martin televisivo brill¨® en La bella y la bestia, serie en la que pudo ejercer de cosupervisor de producci¨®n. ?El secreto de Martin? Que todo lector reconozca a sus personajes como sus iguales, que todo aficionado a las mitolog¨ªas de g¨¦nero reconozca en ¨¦l a uno de los suyos: un iniciado, un verdadero c¨®mplice.
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