El Bosco con botas (Doctor Martens)
La obra del pintor holand¨¦s sigue inspirando a artistas, dise?adores de moda y core¨®grafos contempor¨¢neos cinco siglos despu¨¦s
Quien haya visto una obra de El Bosco, en especial el incre¨ªble Jard¨ªn de las delicias del Museo del Prado, no podr¨¢ borrar el recuerdo de un pintor inclasificable y fascinante ¡ªde ah¨ª su enorme impacto siglos m¨¢s tarde, en pleno XXI¡ª. La boscofilia amenaza con aumentar m¨¢s si cabe al hilo de la celebraci¨®n del quinto centenario, as¨ª que todos corren al armario, ¡°en modo Bosco¡±. En algunos casos ser¨¢n los modelos de alta costura del sofisticado Alexander McQueen. En otros, las carteras y botas con estampado del Jard¨ªn de las delicias que la m¨ªtica firma Dr. Martens dise?¨® en 2014. Hay que estar listos para la fiesta, cada uno dentro de sus posibilidades.
Entonces, ?qu¨¦ mejor momento para rendir cuentas a El Bosco y ver c¨®mo muchos de los radicales en las ¨²ltimas d¨¦cadas han mirado muy de cerca al maestro de los Pa¨ªses Bajos? De su imaginaci¨®n prodigiosa podr¨ªan haber salido bastantes personajes extra?os, inesperados, mutantes, de sexualidad pluriforme, incluso al estilo de Klaus Nomi, el contratenor andr¨®gino, figura de culto hasta su muerte en 1983. Desde el Ciclo Cremaster de Matthew Barney ¡ªcomenzado a mitad de la d¨¦cada de los noventa¡ª, hasta algunas de las fotos m¨¢s impactantes de Peter Witkins, pasando por los hermanos Chapman, algunos se han inspirado en las im¨¢genes de El Bosco.
En el caso de los Chapman, que presentaron en Sensation sus cuerpos fetichizados y conformados a partir de una sexualidad chirriante, las filiaciones son claras, si bien en apariencia no tan literales como ocurre con sus remakes de Goya. No solo los artistas han mirado hacia El Bosco. Tambi¨¦n ha sido inspiraci¨®n para cineastas. Es el caso de Peter Greenaway, de los personajes de Avatar o La guerra de las galaxias y hasta de directores como Scorsese, quien en una escena de La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo reconstruye, caso trazo a trazo, el Cristo bajo una cruz a cuestas de El Bosco.
En los meses pr¨®ximos aumentar¨¢, seguro, esta boscoman¨ªa e inundar¨¢ tiendas y deseos, ojos, relatos y escenarios. Ha ocurrido con la performance Hieronymus B. de la core¨®grafa Nanine Linning ¡ªen el v¨ªdeo que abre este art¨ªculo¡ª. ?Qu¨¦ pasa cuando una pintura se pone en movimiento? El resultado ha sido una producci¨®n donde las formas bosquianas ¨Ca veces muy literales como la oreja gigante de la cual sale una mujer- se convierten en sue?os y pesadillas que asaltan el espacio del p¨²blico, como ocurre con el hombre-barca.
Se deber¨ªa, en todo caso, empezar el relato desde el principio, por los primeros modernos que fijaron la mirada en estas pinturas visionarias: los surrealistas. Si es verdad que El Bosco ocupaba el n¨²mero uno del ranking de iniciadores del surrealismo por sus visiones (algunos dicen incluso que se trata de un surrealista avant la lettre), no es menos cierto que su propio estilo minucioso, por acumulaci¨®n, tuvo un fuerte impacto en tantos artistas pr¨®ximos al grupo.
Dal¨ª es quiz¨¢s uno de los casos m¨¢s obvios, entre otras cosas porque tuvo ocasi¨®n de ver la obra en el Museo del Prado y el impacto muy enorme. Queda plasmado en traducciones directas (El gran masturbador de 1929 o El juego l¨²gubre del mismo a?o, entre otras) y vuelve a aparecer en la secuencia de Recuerda de Hitchcock, dise?ada por el pintor catal¨¢n, con esos ojos que se descomponen y forman realidades inesperadas, plagadas de reflejos.
No era el ¨²nico artista atrapado por las im¨¢genes de El Bosco. Leonora Carrington regresa al pintor no s¨®lo en ciertas formas y personajes on¨ªricos ¡ªque comparte con su amiga Remedios Var¡ª, sino a trav¨¦s de la pasi¨®n compartida por la medicina -que el cuadro Adieu Ammenotep de Carrington toma prestada de La extracci¨®n de la piedra de la locura de El Bosco. Incluso Max Ernst desvela su pasi¨®n hacia el maestro en algunas de sus inquietantes pinturas vegetales y en Perro ladrando a la luna de Mir¨® aparece ese mismo regusto hacia el Bosco, que podr¨ªa estar presente en la composici¨®n minuciosa y obsesiva de La mas¨ªa.
El inter¨¦s por el pintor sigue vigente entre los artistas m¨¢s j¨®venes. El artista indio Raqib Shaw retoma a El Bosco en su serie El jard¨ªn de las delicias, donde suma la acumulaci¨®n del artista holand¨¦s a su propia fascinaci¨®n con las alfombras antiguas de Cachemir, negocio textil de la familia. El jard¨ªn de Emily Erb presenta el infierno no como fantas¨ªa, sino como nuestra realidad cotidiana, y en un paso m¨¢s all¨¢ de las contaminaciones culturales, Carla Gannis traduce el famoso cuadro de El Prado a la era digital: El jard¨ªn de las delicias emojis. Es s¨®lo el principio, seguro. Presiento que las versiones y los gadgets van a proliferar tanto que al final de la conmemoraci¨®n la boscofilia lo habr¨¢ inundado todo. Ser¨¢ entonces el momento de regresar al museo y volver a ver el cuadro con tranquilidad. Nos seguir¨¢ maravillando, no me cabe la menor duda.
Babelia
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