Esperando la egregia visita
Romero, tras los pasos del Cort¨¢zar m¨¢s ominoso, nos obsequia en 'La habitaci¨®n del Presidente' con una met¨¢fora tan redonda como singular
El escritor y editor argentino Ricardo Romero (Entre R¨ªos, 1976) es autor de varios libros de ficci¨®n, entre cuentos y novelas. Lamentablemente no puedo darle al lector ninguna referencia acerca de ellos. Excepto de La habitaci¨®n del Presidente, nouvelle que ahora se distribuye por las librer¨ªas de Espa?a para suerte de todos nosotros. Esto nos lleva a preguntarnos, de paso: ?Cu¨¢ntos excelentes autores latino?americanos nos estaremos perdiendo?
La habitaci¨®n del Presidente transcurre en un lugar innominado de la provincia de Buenos Aires. Nos dice su narrador, un ni?o, que las casas en ese pueblo tienen todas unas habitaciones destinadas siempre al Presidente. En la casa del narrador hay una habitaci¨®n de esa jerarqu¨ªa. De vez en cuando descubre a su madre limpi¨¢ndola, no sea que el Presidente aparezca cuando menos se lo espere. Adem¨¢s de la higiene, tal habitaci¨®n est¨¢ dotada de aquellos objetos que pueden hacer agradable la egregia visita. El narrador vislumbra su interior, percibe apenas las siluetas de una cama, un sill¨®n y pocas cosas m¨¢s. En esa casa nadie habla del Presidente, aunque se lo vea en la televisi¨®n. Nadie opina sobre ¨¦l. Nadie se prepara para la ocasional visita. El narrador conoce a un compa?ero de clase cuya vivienda parece que fue visitada. Pero nunca comenta nada. Un d¨ªa el narrador, que baja al jard¨ªn de su casa para otear la curiosa habitaci¨®n, cree percibir una sombra en su interior, algo que se sit¨²a en el centro de esta y se pone como a meditar. Otros d¨ªas ya ve al Presidente entrar con sus llaves y dirigirse directamente a ¡°su¡± habitaci¨®n, para luego de un largo rato volver a marcharse con la misma extra?a naturalidad con la que entr¨®.
Todo lo que ocurre en esta historia lo vemos a trav¨¦s de la mirada cartesiana de su narrador, una mirada obsesionada en captar el instante del acontecimiento para el que la casa siempre est¨¢ preparada. Solo los lectores asistimos algo perplejos ante lo que se nos cuenta. Y ya es una fortuna est¨¦tica que tambi¨¦n tratemos de hacernos una idea de c¨®mo reaccionar¨ªamos si vi¨¦ramos entrar al Presidente ya no en nuestra casa, sino en la del narrador. Romero, tras los pasos del Cort¨¢zar m¨¢s ominoso, nos obsequia una historia o una met¨¢fora tan redonda como singular.
La habitaci¨®n del Presidente. Ricardo Romero. Eterna Cadencia. Buenos Aires, 2016. 96 p¨¢ginas. 12,50 euros
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