El deshielo era Vin Diesel
El ansia por lo novedoso en Cuba se ha volcado sobre esta figura de Hollywood
"Cuando estuve aqu¨ª en Cuba hace casi 17 a?os atr¨¢s", dijo Vin Diesel el martes al aparecerse en el desfile de Chanel, "promet¨ª traer algo", con un espa?ol que sonaba a un moscovita con resaca en Benidorm, "y ahora traigo la pel¨ªcula m¨¢s grande del mundo", esto con un ligero tono de italiano enamorado, "acu¨¦rdate", dijo con sus gafas de sol, dijo con su camisa blanca, dijo con su camisa blanca abierta hasta el estern¨®n de Vin Diesel, dijo con su cr¨¢neo liso, dijo adem¨¢s se?alando a la c¨¢mara con el ¨ªndice: "Un padrino siempre hace lo que promete".
Vin Diesel est¨¢ infinitamente crecido, y no s¨®lo porque es una estrella de Hollywood que gana decenas de millones de d¨®lares al a?o. Est¨¢ infinitamente crecido porque est¨¢ rodando en Cuba la octava pel¨ªcula de R¨¢pido y furioso y recibiendo del pueblo cubano un ba?o de fervor.
Como si el ansia por lo novedoso estuviera en Cuba acumulada en toneles y todos los toneles de ansia se volcaran a la vez sobre una persona. El deshielo con Estados Unidos ha abierto la isla. Ha ido Obama, ha ido Mick Jagger, esta semana ha llegado Kim Kardashian. Muchos famosos, mucha gente poderosa, pero de momento, para el cubano popular, nadie como Vin Diesel.
Vin Diesel. En pronunciaci¨®n cubana?ZIP?(formato comprimido)?vindiesel.
Su nombre se escucha por las calles. Vindiesel, vindiesel.
El otro d¨ªa, delante del bonito hotel Saratoga de La Habana, donde dorm¨ªan todos los astros del glamour que hab¨ªan llegado al desfile de Chanel, un taxista que esperaba clientes iba dando con suficiencia nombres de celebridades que se alojaban y hab¨ªan alojado en el hotel desde que Cuba y Estados Unidos encendieron la pipa de la paz, hasta que le pregunt¨¦ por Vin Diesel.
¨CNo, no?¨Cdijo, reconociendo sus l¨ªmites¨C,?vindiesel nadie sabe d¨®nde est¨¢.
Quien s¨ª estaba, coment¨®, y no es poca cosa, es el piloto del helic¨®ptero de grabaci¨®n a¨¦rea de escenas de carreras de R¨¢pido y furioso. Despu¨¦s de Vin Diesel, no hay duda de que lo que m¨¢s fascinaci¨®n concentra es el helic¨®ptero que sobrevuela el plat¨® Habana.
Aunque acaba de llegar Charlize Theron.
Dicen que anda por La Habana con gorra y gafas de sol para que no la reconozcan. Discreta.
Al contrario que Diesel. ?l, cuando se encuentra cerca de la gente, se brinda, se ofrece. Cuando lleg¨® el martes a lo de Chanel a bordo de un coche americano de los 50, arrastr¨® consigo a un enjambre de fot¨®grafos hacia sus fans y en medio del entusiasmo colectivo grito al cielo de la capital: "?Qu¨¦ bol¨¢, aseeere!", un coloquialismo cubano muy celebrado por la concurrencia, entre ellos algunos polic¨ªas que por unos segundos se olvidaron de la seguridad para comentar entre s¨ª, agitados, mujeres y hombres polic¨ªa, lo incre¨ªble que hab¨ªa sido verlo tan de cerca.
Partiendo de que es una estrella global, y que no s¨®lo en Cuba sino en cualquier lado la gente se despepita por verlo, cabe decir que el punch del se?or Diesel entre los cubanos se ve reforzado por dos factores: uno su resuelta virilidad de macho valiente, una caracter¨ªstica, la hombr¨ªa, muy valorada tradicionalmente en la cultura cubana (por ejemplo, la de los guerrilleros que hicieron la Revoluci¨®n desde las monta?as); el otro, los coches, vindiesel, los coches, vindiesel.
Lo mismo. En todo el mundo los coches fascinan a la gente. Pero en Cuba...
La relaci¨®n de los cubanos con los coches es epopeica. Sobre todo en el ¨²ltimo medio siglo, en el que, debido a las carencias, su mantenimiento ha requerido dosis de ingenio mayores que las que requiri¨® poner en ¨®rbita el Sputnik. Recientemente se estren¨® un documental, Havana Motor Club, sobre carreras clandestinas de autom¨®viles americanos antiguos en el que aparece un mec¨¢nico poni¨¦ndole a uno de esos carros viejos un motor de lancha fuera borda. De ese calado es la cosa.
Pues s¨ª. El deshielo era Vin Diesel. Un gozo para el pueblo y millones de d¨®lares en las arcas del Estado. Nada malo en que la gente se entretenga con una estrella, tampoco en que un Gobierno haga caja aprovechando los encantos esc¨¦nicos de una ciudad, en este caso La Habana, una de las m¨¢s bellas de Latinoam¨¦rica. Ahora bien: esperemos que cuando sobre las calles de la ciudad se haya secado el glorioso sudor de vindiesel haya lugar para otro tipo de joint ventures cinematogr¨¢ficas cubano-estadounidenses. Por ejemplo, qu¨¦ tal estar¨ªa rodando all¨ª ese voyeur de las ciudades m¨¢s bonitas del mundo llamado Woody Allen. Woody Allen en La Habana. No dejar¨ªa tanto dinero y es menos musculoso que Vin, pero eso suena bien. Woody Allen en La Habana.
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