Desvergonzada puerta grande
Ni las dos orejas de Roca Rey, ni el trofeo conseguido por Talavante pueden ocultar un espantoso simulacro de toros y toreros
N¨²?ez del Cuvillo/Castella, Talavante, Roca Rey
Cuatro toros de N¨²?ez del Cuvillo, mal presentados, mansos, blandos, descastados y nobles; y dos ¡ªcuarto y sexto¡ª del Conde de Mayalde, mejor presentados, mansos y descastados.
Sebasti¨¢n Castella: ¡ªaviso¡ª, estocada baja (silencio); cuatro pinchazos ¡ªaviso¡ª, un pinchazo y casi entera trasera (silencio).
Alejandro Talavante: dos pinchazos y media tendida (silencio); estocada trasera (oreja).
Andr¨¦s Roca Rey, que confirm¨® la alternativa: estocada desprendida ¡ªaviso¡ª (ovaci¨®n); estocada tendida (dos orejas). Sali¨® a hombros por la puerta grande.
Plaza de Las Ventas. 13 de mayo. Octava corrida de feria. Lleno. Asistieron el rey em¨¦rito Juan Carlos y la infanta Elena desde la meseta de toriles.
Las dos orejas que le concedieron al joven Roca Rey fue un premio absolutamente exagerado, propio de esta ¨¦poca de generosidad ilimitada en cuanto un torero es capaz de ligar dos tandas a un toro con ciertas complicaciones.
El torero peruano es un valiente atropellado, capaz de exponerse inocentemente a una cornada con tal de conectar con los tendidos; pero torear, lo que se dice torear de verdad, todav¨ªa, al menos, no lo ha conseguido. ?l lo sabe y suple sus carencias t¨¦cnicas y art¨ªsticas con un llamativo arrojo desde que sale el toro hasta que lo arrastran. Y eso tiene su m¨¦rito; claro que s¨ª. Pero de ah¨ª a salir por la puerta grande va un gran trecho.
Vaya por delante que la corrida fue una completa desverg¨¹enza. Y algo inexplicable. Porque incompresible resulta que dos se?ores aparentemente inteligentes y con condiciones conocidas, como son Castella y Talavante, se presenten en Las Ventas con una sonrojante novillada, sin cara ni trap¨ªo y, adem¨¢s, mansa y descastada. Se cumple, un a?o m¨¢s, el dicho de que con las figuras llega el desastre. Lo extra?o es c¨®mo estas figuras pueden permitir que se cometa tama?o atraco a la afici¨®n. ?C¨®mo es posible que sean capaces de gestas y, al mismo tiempo, de espantosos rid¨ªculos como el sucedido en esta plaza?
Una vez m¨¢s, la corrida de N¨²?ez del Cuvillo no pas¨® completa el reconocimiento veterinario; y los cuatro aprobados no superaron el m¨ªnimo examen de trap¨ªo exigible. ?Y no hay un torero con la gallard¨ªa suficiente para negarse a hacer el pase¨ªllo con tama?os borregos? Pues no lo hay. Lo hacen porque esta fiesta les debe importar un pimiento, y sue?an con que uno de esos becerros infumables meta la cara y les consienta el enga?o total.
Mal, muy mal Castella y Talavante por ser protagonistas de un nuevo atraco a la afici¨®n; mal, muy mal Roca Rey por subirse al c¨®modo carro en el que viajan las figuras de mentira. Porque una figura de verdad no hace el pase¨ªllo en la plaza madrile?a para interpretar el m¨¢s completo de los rid¨ªculos, como ayer hizo la terna actuante.
Pero es que Roca Rey sali¨® por la puerta grande y Talavante cort¨® una oreja a un toro complicado. ?Y qu¨¦? Ni lo uno ni lo otro pueden ocultar el craso error de elegir una ganader¨ªa que no ten¨ªa toros para Madrid y con demostrada experiencia en novillos con falta de fiereza y docilidad perruna.
Vaya papel¨®n el de Sebasti¨¢n Castella. Una de las peores actuaciones de su carrera en esta villa. Ofreci¨® toda una lecci¨®n magistral de destoreo, de trapazos mec¨¢nicos, despegados todos, sin alma ni coraz¨®n, a a?os luz del torero seguro y artista del a?o pasado. Primero, debe venir con toros y, despu¨¦s, hay que torear y no dar pases vulgares y anodinos como hizo ante sus dos toros.
Mal sin paliativos, tambi¨¦n, Talavante en su primero, otro borrego chiquit¨ªn y vergonzoso, ante el que dio muchos pases y no dijo nada. Se vino arriba, cierto es, al final de su labor con el quinto, un toro bronco y molest¨ªsimo que echaba la cara arriba y dirig¨ªa la vista a la hombrera del traje. Se acopl¨®, finalmente, despu¨¦s de pasar fatigas, y dibuj¨® dos tandas de naturales largos y cargados de emoci¨®n que provocaron la locura en los tendidos.
Locura colectiva es lo que produjo el arrojo desmedido de Roca Rey, que acus¨® graves carencias ante su primero con el que practic¨® un toreo rectil¨ªneo, fuera cacho y sin alma, y se creci¨® ante el sexto, astifino y poco claro, con el que concit¨® la atenci¨®n general con un desprecio del peligro que a punto estuvo de costarle una cornada. Valiente a carta cabal, se deja rozar los pitones por la taleguilla y la emoci¨®n que desprende oculta su falta de calidad. Tras matar de una estocada tendida, los tendidos se poblaron de pa?uelos y exigieron las dos orejas que el presidente concedi¨®.
Pues muy bien. M¨¦rito tiene el chaval, pero el toreo es algo m¨¢s. Y que no se olvide: el petardo de Castella y Talavante fue may¨²sculo y debiera tener su correctivo. Es inadmisible que las figuras se burlen de modo tan grotesco de la afici¨®n. ?Ya est¨¢ bien¡!
La corrida de hoy
S¨¢bado, 14 de mayo. Novena corrida de abono. Toros de Flor de Jara, para Fernando Roble?o, Miguel ?ngel Delgado y Diego Silveti.
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