El fracasado verso de Scott Fitzgerald
Recopilada en espa?ol, por primera vez, la poes¨ªa del autor de ¡®El gran Gatsby¡¯
A finales de 1916, Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) era un estudiante de la Universidad de Princeton lo bastante joven como para saberlo todo. Arrogante y entusiasta, se hab¨ªa convencido "de que la poes¨ªa era lo ¨²nico que val¨ªa la pena". O poeta, o nada. Estaba obsesionado con los versos de Algernon Charles Swinburne y los temas de Rupert Brooke, y se pas¨® la primavera y el verano de ese a?o componiendo sonetos, baladas y rondeles, hasta que la noche se iba desgastando como una cerilla y se convert¨ªa en ma?ana. "Hab¨ªa le¨ªdo que todos los grandes poetas escrib¨ªan grandes poemas antes de los 21 a?os: apenas me quedaba uno, y adem¨¢s la guerra era inminente. Ten¨ªa que publicar un poemario rompedor antes de que el mundo me tragara", confesar¨ªa en Afternoon of an Author, un peque?o ensayo publicado en la revista Esquire en 1936, algunos de cuyos fragmentos reuni¨® hace dos a?os la editorial Alba en Sobre la escritura.
A pesar de ello, Fitzgerald nunca vio publicado su libro de poes¨ªa como tal. De hecho, esto no ocurri¨® hasta 1981, cuando Matthew Bruccoli rastre¨® sus poemas ¡ªpublicados en revistas, incorporados en sus novelas, casi en forma de tos, o simplemente anotados en libretas¡ª y edit¨® F. Scott Fitzgerald: Poems (1911-1940). El poeta fue devorado demasiado pronto por el narrador, aunque en aquellos versos sin domesticar ya viv¨ªa el Fitzgerald del futuro. "La colorida marabunta compuesta de casposos mafiosos y contrabandistas, pol¨ªticos y banqueros y hombres de negocios, artistas y deportistas, meretrices de lujo y prostitutas" que puebla su narrativa "tambi¨¦n est¨¢ presente en su obra po¨¦tica", se?ala Jes¨²s Isa¨ªas G¨®mez, traductor de Poemas de la era del jazz, obra en la que Visor recopila por primera vez en espa?ol la poes¨ªa de Scott Fitzgerald.
Su primer poema, titulado Football, data de 1911, cuando ingresa en el internado de Newman School, y trata la figura del h¨¦roe deportivo. El joven Scott hab¨ªa sido acusado de comportarse cobardemente durante un partido y, lleno de amargura, concibi¨® 36 versos. "El incidente me inspir¨® un poema que escrib¨ª para la revista de la escuela, un poema que a mi padre le produjo m¨¢s entusiasmo que si yo hubiese sido campe¨®n de f¨²tbol". Aprendi¨® que las derrotas de la vida social pod¨ªan ser transformadas en victorias ¨ªntimas en la literatura.
Durante esa ¨¦poca no frecuentaba mucho a los poetas. Era una tarea pendiente, que requer¨ªa maestros. Su padre le ameniz¨® la infancia con la lectura de los fragmentos m¨¢s conocidos de Poe y de Byron, pero a ¨¦l "solo le atra¨ªan las cadencias de Alfred Tennyson y las coplillas estoicas de Rudyard Kipling", como se?ala Andr¨¦ LeVot en su biograf¨ªa.
En una carta dirigida a su hija Frances en 1940, poco antes de morir, admit¨ªa que empezar a escribir poes¨ªa sin ayuda entra?aba una enorme dificultad. Se corr¨ªa el peligro de hacer versos sin poema. "Al principio te tiene que guiar alguien tan entusiasta como experto", dec¨ªa. En su caso, ese papel no estuvo reservado a sus profesores, sino al poeta John Bishop, con el que coincidi¨® siendo estudiante en Princeton. "Ya hab¨ªa escrito algunos poemas, pero fue ¨¦l quien me ense?¨® a distinguir lo que era poes¨ªa de lo que no lo era", reconoc¨ªa. En su primera novela, A este lado del para¨ªso, Fitzgerald narra sus a?os en la universidad a trav¨¦s de su ¨¢lter ego, Amory Blair, quien admite que su encuentro con Bishop lo empuja a leer poes¨ªa febrilmente, con criterio: Shaw, Wells, los estetas ingleses, Walter Pater, Ernest Dowson, W. B. Yeats, Swinburne, Oscar Wilde, John Masefield, Brooke, T. S. Eliot y, sobre todo, John Keats, que a sus ojos se convierte en el m¨¢s perfecto y conmovedor de los poetas. En otra carta a Frances, recuperada por C¨ªrculo de Tiza en El arte de perder, lo pone como ejemplo de autor que sabe que, frente a los adjetivos, son los verbos los que impulsan las frases.
Casi al mismo tiempo que lee, escribe sin parar. Hasta que un d¨ªa, el joven Amory constata: "Nunca llegar¨¦ a ser un poeta. No soy lo bastante sensual; solo me parecen bellas unas pocas cosas obvias: mujeres, tardes de primavera, m¨²sica de noche, el mar; no soy capaz de comprender cosas m¨¢s sutiles como 'las trompetas que tocan a plata'. Podr¨¦ llegar a ser un intelectual, pero nunca escribir¨¦ m¨¢s que poes¨ªa mediocre".
En septiembre de 1917, en plena efervescencia po¨¦tica, Fitzgerald se dirigi¨® a su amigo Edmund Wilson con la ansiedad de los poetas que lo quieren ser de un d¨ªa para otro. "Ayer mand¨¦ doce poemas a revistas. Si me los devuelven todos, abandonar¨¦ la poes¨ªa y me dedicar¨¦ a la prosa". Solo unas semanas despu¨¦s se cumpli¨® su pron¨®stico. No solo dejar¨ªa la poes¨ªa, sino tambi¨¦n la universidad. En ese contexto escribi¨® su poema de despedida, Princeton. El ¨²ltimo d¨ªa, que llev¨® a Wilson a pensar, aunque ya fuese tarde, que Fitzgerald "estaba en v¨ªas de llegar a ser un aut¨¦ntico poeta", como recoge su bi¨®grafo Scott Donaldson en Ansia de amor.
A finales de octubre, el malogrado poeta se convirti¨® en el teniente F. Scott Fitzgerald del 45 de Infanter¨ªa. Se hab¨ªa alistado. En pleno oto?o fue reclutado en el campamento Fort Leavenworth (Kansas). "Descartada la poes¨ªa, ahora abrigaba una nueva ambici¨®n: escribir una novela inmortal. As¨ª que todas las tardes, con el cuaderno escondido debajo del manual del soldado, iba escribiendo, p¨¢rrafo a p¨¢rrafo, una versi¨®n algo recortada de la historia de mi vida y mi imaginaci¨®n", relata en Afternoon of an Author. Pasado el tiempo, y despu¨¦s de rechazarlo en primera instancia, al fin la editorial Scribner acept¨® publicar el manuscrito de A este lado del para¨ªso, en el que Fitzgerald daba testimonio de su corta vida como poeta, e incluso incorpor¨® a la novela algunos de sus versos. Quiz¨¢, en el fondo, sigui¨® siendo poeta, pero ya siempre con ropa de novelista.
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