Eug¨¦nie, desnuda sobre ascuas

Una funci¨®n er¨®tica, con una veta porno crudel¨ªsima. Puestos a representar el universo del Marqu¨¦s de Sade, los virulentos embates del Caballero sobre la virginidad entregada de Eug¨¦nie y su cuerpecito desnudo, exausto sobre el div¨¢n, la carnalidad de la marioneta aventaja a la del actor, pues aquella, est¨¢tica e irreal, produce en el p¨²blico identificaci¨®n y extra?amiento a la vez. Los t¨ªteres minuciosamente tallados y articulados de Pigmaliao Escultura que Mexe, compa?¨ªa brasile?a de Minas Gerais, permiten representar escenas ¨ªntimas extremas, sin caer en el naturalismo de los espect¨¢culos pornogr¨¢ficos en vivo.

Lo que sucede en A filosof¨ªa na alcova (Filosof¨ªa en el tocador), nos conmueve y estremece sin que perdamos la distancia cr¨ªtica en momento alguno: la excitaci¨®n de Eug¨¦nie, el horror reflejado en el rostro de su madre cuando es violada, el priapismo del hermano de Saint-Ange, todo ello acontece con la intensidad surreal de una pesadilla, reforzada por una sugestiva banda sonora, en la que gemidos en la linde del placer con el dolor se entreveran con un titilar de cadenas.

Los mu?ecos, son de una plasticidad arcana, y su manipulaci¨®n no es menos extraordinaria. La compa?¨ªa acierta lo m¨¢s, y yerra lo menos: la escena caricatural de la Sant¨ªsima Trinidad porcina, est¨¢ de sobra, por el cambio estil¨ªstico banalizante que supone. Los titiriteros, que dialogan en momentos m¨¢gicos puntuales con las marionetas, no deber¨ªan de romper ese c¨®digo interpretativo, como hacen al final, cuando irrumpen en la acci¨®n piernas al aire, cual un personaje m¨¢s. Reparos aparte, el espect¨¢culo es de los que dejan huella.