?Me estoy durmiendo¡!
Talavante cort¨® una solitaria oreja a una decepcionante, por mansa y descastada, corrida de Fuente Ymbro
?Me estoy durmiendo¡!, susurr¨® un vecino del tendido mientras Diego Urdiales trataba de excavar en el pozo sin fondo de su segundo toro. Pero lo hac¨ªa a mala idea; es decir, con la intenci¨®n de dormir a la plaza entera, porque es dif¨ªcil estar m¨¢s pesado, insulso y aburrido que el torero riojano con ese animal soso y parado, que hu¨ªa de su sombra. ?Qu¨¦ esperaba encontrar Urdiales? Y segu¨ªa, y segu¨ªa en un intento absolutamente bald¨ªo de obtener ning¨²n resultado.
?Me estoy durmiendo¡!, dec¨ªa el compa?ero; y yo, y este, y aquel, y todos, con toreros tan sumamente pesados como los actuales, representados ayer por Diego Urdiales, que ofreci¨® detalles de su gran clase, pero su actuaci¨®n debe ser calificada como muy deficiente, con chispazos perdidos ya en la memoria. No se puede abusar as¨ª de la paciencia de nadie. Al torero se le debe suponer conocimiento suficiente para discernir entre un tiempo prudencial para averiguar las condiciones de su oponente y el momento en que su labor se vuelve inaguantable. Pues, no; ahora hay una enfermedad contagiosa que consiste en esperar que suenen avisos porque, al parecer, eso es marca de figura.
Fuente Ymbro/Urdiales, Perera, Talavante
Toros de Fuente Ymbro, -el primero, devuelto- desiguales de presentaci¨®n, mansos, descastados y con genio. El sobrero, de Buenavista, noble.
Diego Urdiales: _aviso_ estocada, _segundo aviso_ y un descabello (ovaci¨®n); buena estocada (silencio).
Miguel ?ngel Perera: pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio); pinchazo y estocada trasera y ca¨ªda (silencio).
Alejandro Talavante: gran estocada (saludos); estocada _aviso_ (oreja)
Plaza de Las Ventas. 18 de mayo. Decimotercera de feria. Lleno de no hay billetes. Se guard¨® un minuto de silencio en memoria del novillero Renatto Motta, corneado mortalmente en Per¨².
Menos mal que, momentos despu¨¦s, el banderillero Curro Javier se encarg¨® de despertar al respetable con un segundo par de banderillas al quinto sencillamente memorable. Cit¨® de largo, se dej¨® ver, se asom¨® al balc¨®n y dej¨® los garapullos en el morrillo, al tiempo que la plaza entera vibr¨® de emoci¨®n. Y se despert¨® de golpe. No era para menos; cuando hay toreo bueno no hay quien eche una cabezadita.
Pero otro que estaba dormido era Talavante, que deb¨ªa aguantar al sexto mientras los monosabios levantaban al caballo del picador, derribado momentos antes, y hasta tres veces puso al toro en el camino directo hacia donde estaba la faena. Dormido es poco¡
Afortunadamente, el torero se despert¨® en la ¨²ltima parte de la faena de muleta a un manso de libro que buscaba la puerta de toriles con desesperaci¨®n. Despu¨¦s de que el animal cantara la gallina y se refugiara en tablas, el torero se rehizo, y traz¨® tres tandas de mucha hondura; la primera, con largos y hondos redondos, y dos m¨¢s de naturales, algunos de ellos de extraordinaria belleza. Pase¨® una oreja por una calidad art¨ªstica que ya nadie imaginaba.
La corrida de hoy
Jueves, 19 de mayo. Decimocuarta corrida de feria.
Toros de Puerto de San Lorenzo, para Enrique Ponce, Daniel Luque y Rom¨¢n, que confirmar¨¢ la alternativa.
La verdad es que la tarde fue para echar una siesta, pero en el sal¨®n de casa. La corrida de Fuente Ymbro cosech¨® un sonado fracaso; desigualmente presentada, manse¨® con estr¨¦pito en los caballos, pec¨® de falta de fuerzas, y desarroll¨® genio y falta de casta.
As¨ª, pas¨® desapercibido Perera, a quienes enga?aron sus dos toros, pues los dos los brind¨® al respetable, y en ambos acab¨® aburrido y desesperado. Una tanda, la primera, con la mano derecha, en la que consigui¨® embeber la embestida del toro, -poderoso el torero-, fue su escaso balance ante el primero. Entre el genio del animal y el viento se esfumaron todas las esperanzas. Algo parecido ocurri¨® en el quinto: un pase cambiado por la espalda, ce?id¨ªsimo, dio paso a una labor aburrida y deslucida por los muchos defectos de su oponente.
Un improvisado, largo y sentido natural fue el balance de Talavante ante su primero, con el que se luci¨® en banderillas Juan Jos¨¦ Trujillo. Tras ese detalle de genialidad, el torero continu¨® con la zurda y sufri¨® una voltereta sin consecuencias que rompi¨® por completo el encanto inicial. Todo hab¨ªa comenzado con estatuarios y una tanda de redondos de escasa profundidad, y, tras el susto, el torero dio la sensaci¨®n de que perdi¨® las ideas.
Y quien no las encontr¨® fue Urdiales ante su primero, noble sobrero de Buenavista. Tard¨® en confiarse, le falt¨® dominio y alg¨²n momento de su innata elegancia qued¨® oscurecido por una faena larga y henchida de soser¨ªa. Ni la presencia de Curro Romero, su gran admirador, le sirvi¨® de acicate.
Babelia
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