Knausgard¡, no molestar
El escritor noruego dedica 'Bailando en la oscuridad', cuarta entrega de su ciclo autobiogr¨¢fico, a su adolescencia, llena de borracheras y escarceos sexuales

La noticia de la publicaci¨®n del cuarto volumen autobiogr¨¢fico del escritor Karl Ove Knausgard significa que hay que hacer espacio como sea a la agenda y procurarse un fin de semana libre donde nada pueda interponerse a la lectura compulsiva. Cada nueva entrega de Mi lucha es un fogonazo de verdad, una pieza m¨¢s que permite ir completando el mapa ¨ªntimo y gozosamente inteligible de un hombre, una piedra menos en ese muro que es la b¨²squeda de sentido a la experiencia humana.
Nada sab¨ªamos del escritor noruego antes de leer la primera entrega, titulada en castellano La muerte del padre, un libro profundo y doloroso. Desde entonces ha pasado a ser ya un autor de referencia para la autobiograf¨ªa, ignoro si podr¨¢ ser un modelo en el futuro pues la sutileza de su experimento no admite copias sin caer en el f¨¢cil estereotipo de su estilo, careciendo de su poder introspectivo. Pero lo mismo se pensaba de Rousseau y la fuerza de Las confesiones sigue reverberando.
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De hecho, este libro recuerda mucho al ilustrado franc¨¦s, pues tambi¨¦n Knausgard parece responder al mismo prop¨®sito: he aqu¨ª la historia de un hombre, pero no la historia p¨²blica sino la condensaci¨®n vibrante de unos sentimientos que lo definen, lo han vertebrado por dentro y lo han hecho, finalmente, como es. Los sentimientos, tan desde?ados siempre ¡ª?cu¨¢ntas veces hemos le¨ªdo la estupidez que con buenos sentimientos se hace mala literatura?, como si con los malos pudiera llegarse a alg¨²n sitio decente¡ª. Ni Rousseau ni Knausgard, sin embargo, temen enfrentarse a su intensidad, recorriendo a la inversa la extra?a forma que dan a nuestra relaci¨®n con el mundo. Y ah¨ª su historia es la historia de cualquiera de nosotros.
Cada volumen de Mi lucha tiene su propio eje tem¨¢tico, sin perder nunca el marco unitario en que se inscribe, siempre el mismo y siempre cambiante. En el primero se trataba del estupor y el duelo por la muerte de un padre fr¨ªo, maltratador y alcoh¨®lico que sembr¨® el desconsuelo a su alrededor; el segundo se volcaba en la experiencia avasalladora de su matrimonio con Linda, su segunda esposa; el tercero en las heridas emocionales fraguadas en la infancia¡ De modo que en la cuarta entrega todo nos resulta familiar: el paisaje de Kristiansad, los silencios de la madre, la hostilidad paterna, la discreci¨®n del hermano, los amigos, las chicas, las cervezas, la intensidad de Knausgard, su pasi¨®n por la m¨²sica¡
Una historia le¨ªda muchas veces pero nunca as¨ª, con una libido tan verdadera, con un sentimiento tan agudo de dolor
Sin embargo, en Bailando en la oscuridad el epicentro es la conmoci¨®n de la adolescencia, esa inmensa suma de imperfecciones, cuando los ideales conviven con las torpezas, el amor y el fracaso van de la mano y donde un muchacho que apenas sabe qui¨¦n es vive al l¨ªmite su b¨²squeda de sentido. La coherencia en relaci¨®n con el volumen anterior es total: aquel retraimiento cargado de humillaci¨®n ten¨ªa que explotar.
El joven Knausgard, como el ni?o del libro anterior, vive a merced de una sensibilidad fuera de lo com¨²n que le impulsa ahora en todas direcciones, desesperadamente. Alcohol, borracheras hasta perder el conocimiento, escarceos sexuales que acaban en frustraci¨®n y m¨¢s retraimiento, mala conciencia y todo aquello, en fin, con lo que carga el inconsciente de un joven ansioso por beberse la vida a largos tragos, por conocer sus caminos, sus secretos, su meta.
Una historia que hemos le¨ªdo muchas veces pero nunca as¨ª, con una libido tan verdadera, con un sentimiento tan agudo del dolor marcado por la inexperiencia. Solo el narrador adulto, consciente de que aquella inmensa magnitud de los sentidos adolescentes ha ido reduci¨¦ndose con la edad hasta hacerse manejable, tal vez mezquina, puede volver a ella como dici¨¦ndose que ya es hora de que aquella oscuridad efervescente se abra paso hacia la luz.
Bailando en la oscuridad. Mi lucha: 4. Karl Ove Knausgard. Traducci¨®n de Kirsti Baggethun y Asunci¨®n Lorenzo. Anagrama. Barcelona, 2016. 544 p¨¢ginas. 24,90 euros. (digital, 10,99 )
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