Paula Rego: ¡°El sufrimiento no es tradici¨®n¡±
La pintora portuguesa expone su ¨²ltima obra sobre la tragic¨®mica vida familiar
Paula Rego sigue dando guerra. Ahora no son sus crueles pinturas sobre el aborto clandestino, pero s¨ª su pertinaz visi¨®n tragic¨®mica de la vida cotidiana familiar. La pintora portuguesa expone en el Museo de las Historias de Cascais (Portugal), sus ¨²ltimos trabajos, basados en la recreaci¨®n personal de novelas del escritor E?a de Queiroz.
"Entro en las novelas y altero las cosas", explica en el folleto. "Las im¨¢genes que acaban por ser hechas no emergen porque lea el libro, aunque a veces lo haya le¨ªdo veinte veces". Efectivamente, los cuadros de la exposici¨®n son 100% de la Rego, reconocibles absolutamente por su tono dram¨¢tico cuando no esperp¨¦ntico o desconsolado. Poco que ver con las novelas de Queiroz.
Aunque desde su juventud ha vivido en Londres, Rego (Lisboa, 1935) ha viajado hasta el museo levantado en su honor para presentar trabajos de los tres ¨²ltimos a?os. Son visiones de la artista sobre las novelas El primo Basilio y La reliquia del escritor portugu¨¦s del siglo XIX. Como siempre, ¨®leos figurativos, llenos de color, de retratos de ojos negros. "No me gustan los retratos", dice la pintora a EL PA?S, sentada sobre un fondo aleg¨®rico de la exposici¨®n. "Nunca me han gustado los retratos, por eso a menudo colocaba en mis cuadros una m¨¢scara o la cabeza de un macaco, en sustituci¨®n de la cara de mi hijo o de la m¨ªa".
Rego sigue pintando con la ayuda de Lila Nunes, siempre a escasos metros de ella. "En mi pr¨®ximo trabajo me inspiro en los escritos de Helia Correia, me gusta mucho su obra". La artista nos recibe haciendo sonar un collar con ratones de colores. "Me gustan mucho; me sirven para llamar la atenci¨®n de los ni?os. ?A qu¨¦ son graciosos?".
La vida y la obra de la gran artista portuguesa se han mantenido fieles durante casi 60 a?os. Siempre esa mirada ¨²nica, descarnada de las relaciones ¨ªntimas de poder, dentro de la familia, entre el adulto y el ni?o, entre la persona y el animal, el amo y el sirviente, pero sobre todo entre el hombre y la mujer.
Nunca me han gustado los retratos, por eso a menudo colocaba en mis cuadros una m¨¢scara, la cabeza de un macaco, en sustituci¨®n de la cara de mi hijo o de la m¨ªa
Es mentar a la mujer, y se dispara la mente de Rego: "Hace mucho tiempo que realic¨¦ la serie sobre el aborto, cuando en Portugal se hizo un refer¨¦ndum y nadie fue a votar; afortunadamente luego se aprob¨®. Ahora estamos con la mutilaci¨®n femenina. Est¨¢ prohibida en Europa, pero se hace igual; dicen que es una tradici¨®n que hay que respetar; el sufrimiento no es tradici¨®n, hay que acabar con eso".
La exposici¨®n Olds Meets New se completa precisamente con una serie de grabados sobre la mutilaci¨®n genital femenina. Pese al color de sus cuadros hay un recuerdo innegable a las pinturas negras de Goya. "S¨ª, Goya, me encanta, y Ribera; me encanta el Prado, no hay otro museo c¨®mo ese. En octubre estuve en Madrid tres d¨ªas, y los tres fui al Prado".
Ya pasaron los a?os en que la artista se enfad¨® con las autoridades por la suerte del museo. "Aquello ya pas¨®", se?ala, y poco despu¨¦s le anuncia al alcalde que donar¨¢ al museo 18 obras m¨¢s, algunas de ellas recientes y que est¨¢n en su estudio de Londres.
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