¡°Los espa?oles aguantan mucho¡±
El historiador estadounidense dedica una biograf¨ªa a Niceto Alcal¨¢ Zamora, ferviente cat¨®lico pero tambi¨¦n una figura decisiva en la Rep¨²blica
Niceto Alcal¨¢-Zamora (NAZ) fue presidente de la Segunda Rep¨²blica espa?ola desde diciembre de 1931 a abril de 1936. Nacido en un hogar de clase media de Priego (C¨®rdoba) en 1877, gracias a su en¨¦rgico tes¨®n hizo una formidable carrera de Derecho (fue el primero de los 134 opositores para letrado del Consejo de Estado) y conquist¨® una s¨®lida posici¨®n social. Pronto se meti¨® en pol¨ªtica apunt¨¢ndose a la Juventud Liberal. Fue ayudante de Romanones, diputado, ministro de Guerra antes de la dictadura de Primo de Rivera. Cat¨®lico practicante y estricto hombre de leyes, abraz¨® la causa republicana y contribuy¨® decisivamente a la ca¨ªda de la Monarqu¨ªa. Su biograf¨ªa condensa los dilemas y las ambiciones de un pol¨ªtico moderado de derechas que fracas¨® en los momentos m¨¢s cr¨ªticos de la Rep¨²blica. Estaba fuera de Espa?a cuando estall¨® la guerra; no regres¨® nunca. Stanley Payne (Denton, Texas, 1934), el hispanista que ha sido m¨¢s cr¨ªtico con el relato can¨®nico de los vencidos de la guerra, acaba de publicar, en FAES, una biograf¨ªa de este singular personaje que ya resultaba un tanto antiguo para su tiempo (¡°su estilo era florido¡±) y del que Aza?a escribi¨®: ¡°Es modesto y no se da importancia; pero tiene conciencia de lo que significa y, como todos los modestos, le agradar¨ªa que no tomasen su modestia al pie de la letra¡±. De las vicisitudes de NAZ habla Payne en esta entrevista por correo electr¨®nico.
Pregunta. ?C¨®mo definir¨ªa este trabajo?
Respuesta. Tiene dos dimensiones ejemplares. La humana: la extraordinaria carrera de NAZ, con sus altibajos. Y luego el drama de la Segunda Rep¨²blica, cuando su propio presidente se convirti¨® en un obst¨¢culo para sus funciones democr¨¢ticas. Su momento de gloria fue en noviembre-diciembre de 1933, cuando insisti¨® en mantener la integridad de las primeras elecciones democr¨¢ticas en la historia de Espa?a. Su ca¨ªda tiene que ver con sus infinitas manipulaciones entre 1934 y febrero de 1936.
P. ?Cu¨¢nto tiene Alcal¨¢-Zamora de pol¨ªtico de la Restauraci¨®n?
¡°Ambos bandos consideraron a Alcal¨¢-Zamora un enemigo y ambos le confiscaron sus muchas propiedades¡±
R. Mucho. Era un liberal sincero, y hombre de la ley, gran experto en jurisprudencia. Pero no entend¨ªa la democracia y la movilizaci¨®n de masas. Nadie lo segu¨ªa en la Rep¨²blica, y crey¨® que pod¨ªa crear artificialmente un partido pol¨ªtico desde el Gobierno, en enero-febrero de 1936.
P. ?C¨®mo era el hombre?
R. Ante todo, fue un autodidacta. Un joven pobre de provincias que casi no asisti¨® a clases y que fue present¨¢ndose a los ex¨¢menes, obteniendo resultados brillantes. No resulta sorprendente que se creyera m¨¢s inteligente que los dem¨¢s. Lo era y no lo era.
P. ?Qu¨¦ papel juega en la llegada de la Rep¨²blica? ?Lleg¨® a considerar la rebeli¨®n militar una opci¨®n?
R. Eso es un tanto misterioso, no se explica totalmente. Como hombre liberal se sent¨ªa ultrajado por la dictadura, y por eso inculp¨® al rey, que la ¡°consent¨ªa¡±. Fue el l¨ªder de mayor solvencia y prestigio que tuvo el Comit¨¦ Revolucionario de 1930, y el m¨¢s importante a la hora de lograr la dimisi¨®n del rey y provocar la llegada de la Rep¨²blica. Era l¨®gico que lo nombraran primer presidente del Gobierno y, meses m¨¢s tarde, de la Rep¨²blica.
P. ?C¨®mo le fue a NAZ durante los distintos momentos por los que pasa la Rep¨²blica?
R. Al comienzo, casi todo le parec¨ªa bien. A los dos meses, cre¨ªa que ten¨ªa una misi¨®n especial, la de moderar a las izquierdas y ¡°centrar la Rep¨²blica¡±. No sintonizaba con Aza?a, lo que no es nada sorprendente, y quiso poner fin a su primer Gobierno en junio de 1933 cuando todav¨ªa ten¨ªa una mayor¨ªa parlamentaria. Su momento de gloria lleg¨® en 1933 cuando rechaz¨® cuatro intentos diferentes de las izquierdas para anular los resultados de las elecciones democr¨¢ticas. En el bienio de 1934-1935 actu¨®, en cambio, como protector de las izquierdas, y en esto se excedi¨®.
P. ?C¨®mo fueron sus relaciones personales con otros hombres de la Rep¨²blica?
R. Tuvo dificultades con todos porque era muy sensible y vanidoso. Los ¨²nicos amigos que ten¨ªa formaban parte de los partidos peque?os, porque no pod¨ªan hacerle sombra. Se opuso firmemente a las cuatro insurrecciones revolucionarias de la izquierda que hubo entre 1932 y 1934, y estuvo contra el indulto de Sanjurjo. Crey¨®, despu¨¦s de octubre de 1934, que se hab¨ªa derrotado a los criminales de izquierdas y que tocaba frenar a las derechas. Odiaba a Lerroux y a Gil Robles: destruy¨® pol¨ªticamente al primero y le cerr¨® el paso al segundo. Con las izquierdas tuvo un cierto complejo y, aunque cre¨ªa que deb¨ªa frenarlas, procur¨® ayudarlas y que se centraran m¨¢s. Por eso clausur¨® las Cortes a mitad de su mandato, al empezar 1936, lo que fue un error tremendo, y convoc¨® unas elecciones prematuras e innecesarias, en parte para ayudar a las izquierdas y en parte para tratar de formar de manera caciquil un partido nuevo, en lo que fracas¨® totalmente. Acab¨® entregando todo el poder al Frente Popular. Y cuando se dio cuenta del error era ya demasiado tarde.
P. ?Cu¨¢l fue su papel en la etapa final, cuando dej¨® de ser presidente?
R. Siempre hab¨ªa advertido del peligro de guerra civil, pero el pa¨ªs segu¨ªa aguantando a pesar del enorme deterioro. Los espa?oles se aguantan mucho. Y como hab¨ªa tenido desde hace mucho la ilusi¨®n de viajar por el norte extremo, llev¨® a su familia a unas vacaciones en Islandia. Fue all¨ª donde le sorprendi¨® el estallido de la Guerra Civil. Nunca pudo volver. Ambos bandos lo consideraron un enemigo, y ambos le confiscaron sus muchas propiedades. Viv¨ªa en Francia y en 1940 tuvo que salir hacia Buenos Aires. El viaje fue un desastre y un calvario. Pas¨® m¨¢s de un a?o en camino, viviendo muchos meses con sus hijas en una choza en la costa de Marruecos. Contrajo la malaria, y pas¨® sus ¨²ltimos a?os viviendo modestamente en Buenos Aires, sin dinero, gan¨¢ndose la vida escribiendo art¨ªcu?los para peri¨®dicos de Hispanoam¨¦rica. No particip¨® en las luchas intestinas de los emigrados. Vivi¨® con dignidad y en la desgracia surgieron sus mejores cualidades. Sus ¨²ltimos a?os constituyeron un cierto triunfo moral sobre la mala fortuna, sus propias debilidades y los ataques de los enemigos.
P. ?Qu¨¦ balance global de su trayectoria se puede hacer?
R. Tuvo, como abogado y experto en leyes, grandes logros. Y un peso decisivo en la llegada y el asentamiento de la Rep¨²blica. Pero no supo administrar de manera ecu¨¢nime y justa las controversias de los partidos durante ese periodo, y su mayor error fue no aceptar las funciones normales del Parlamento durante 1935-1936. Anduvo siempre manipulando, poniendo vetos y creando obst¨¢culos, con lo que colabor¨® en la aceleraci¨®n de la polarizaci¨®n fatal.
Babelia
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