Medicina humanista

"Martin gir¨® el Ford, rozando una tabla de picar acuchillada; se lanz¨® carretera arriba, sigui¨® por aquel lado de la escuela en vez del otro, continu¨® algo m¨¢s de medio kil¨®metro por un camino cenagoso entre pastos y se detuvo en una granja", escribi¨® Sinclair Lewis en la magn¨ªfica novela Doctor Arrowsmith. Lewis era hijo de m¨¦dico rural y era consciente de que, adem¨¢s de medicina, un profesional deb¨ªa saber de carreteras y carriles, de orientaci¨®n local. Tambi¨¦n de psicolog¨ªa y de sociolog¨ªa. De trato humano, de saber utilizar la mano izquierda con la gente, aunque tambi¨¦n la derecha; de no aplicar dogmas sino resoluciones casi tan basadas en el sentido com¨²n como en la ciencia.

Han pasado 90 a?os desde que Lewis public¨® Doctor Arrowsmith en Estados Unidos, pero el m¨¦dico rural sigue siendo b¨¢sicamente el mismo. Tambi¨¦n en Francia, donde Thomas Lilti, m¨¦dico antes que director de cine, ha compuesto Un doctor en la campi?a, su segunda pel¨ªcula con protagonistas dedicados a los males del cuerpo tras la estupenda Hip¨®crates (2014). Un trabajo que enlaza con el humanismo de Lewis, con el de su adaptador cinematogr¨¢fico, John Ford, y con el de otros grandes novelistas y cineastas: el Mija¨ªl Bulg¨¢kov, tambi¨¦n cocinero antes que fraile, de Cartas a un joven m¨¦dico, citada expresamente en la pel¨ªcula de Lilti; o el King Vidor de La ciudadela. La Am¨¦rica profunda, la Rusia sovi¨¦tica, el Gales de la miner¨ªa y la Francia de hoy vienen a ser la misma tierra porque hay algo que las une a trav¨¦s del espacio y de los tiempos: la gente se pone enferma; la gente se muere; pero, a veces, incluso se cura.

M¨¦dico supremo, paciente deficiente. As¨ª es el protagonista de Un doctor en la campi?a, el jefe de la comarca. Un hombre que cura cada d¨ªa, con la medicina, con el trato y con el ¨¢nimo, pero que quiz¨¢ no pueda curarse a s¨ª mismo. Tumor cerebral. A partir de ah¨ª, un conjunto de historias alrededor de la odisea de existir. Cuando estamos sanos y, todav¨ªa m¨¢s, enfermos. Siempre con el objetivo de la c¨¢mara dirigido a los gestos y a las miradas, y ah¨ª Fran?ois Cluzet siempre fue un portento: dice lo m¨¢ximo sin apenas arquear una ceja. De paso, y sin caer en el romanticismo comercial, Lilti, como en Hip¨®crates, pero con una c¨¢mara m¨¢s calmosa, menos agitada, aplica sana cr¨ªtica social y pol¨ªtica. La de otro humanista: de la medicina y hasta de la conducci¨®n por caminos tan embarrados como la propia vida.