?Bailad, Berliner!

Cada concierto de m¨²sica cl¨¢sica tiene un relato. Su pujanza como situaci¨®n narrativa la revel¨® magistralmente Cort¨¢zar en Las M¨¦nades inspirado por los conciertos que escuch¨® a Toscanini en Buenos Aires. Pero no siempre es necesario acudir a la ficci¨®n cuando la realidad es poderosa. El debut de Juanjo Mena (Vitoria-Gasteiz, 1965) al frente de los Filarm¨®nicos Berlineses (tal es la traducci¨®n precisa del nombre de la m¨ªtica orquesta: Berliner Philharmoniker) tuvo todos los ingredientes argumentales para escribir un relato. Como introducci¨®n se podr¨ªa se?alar que supon¨ªa el esperado estreno de uno de los directores de orquesta espa?oles m¨¢s internacionales del momento (titular hoy en la Filarm¨®nica de la BBC) con una de las mejores orquestas del mundo. Mena llegaba a Berl¨ªn invitado por el mism¨ªsimo Simon Rattle como reconocimiento a su labor con otras grandes formaciones y para dirigir un programa de tintes hispanos. Obras nuevas para la orquesta, caso del Concierto para arpa de Ginastera, o largamente ausentes de sus actuaciones, como El sombrero de tres picos de Falla. Pero el vitoriano impuso su criterio al programar Iberia de Debussy frente a la solicitada Rapsodia espa?ola de Ravel. Los Berliner hab¨ªan tocado el tr¨ªptico de Im¨¢genes para orquesta de Debussy con Rattle el a?o pasado. Y parec¨ªa un buen asidero para comenzar.

Llegamos al nudo. Mena empez¨® a dirigir Iberia sin que la orquesta olvidase la pulida y brit¨¢nica versi¨®n de Rattle. En su empe?o por convencerles, el director espa?ol perdi¨® hasta la batuta a los pocos minutos de comenzar. Tras un acartonado inicio fue agregando en la secci¨®n central, Los perfumes de la noche, el esp¨ªritu de la habanera entre los Berliner. Y en la transici¨®n a La ma?ana de un d¨ªa de fiesta consigui¨® despertar su espontaneidad. Por fin escuchamos ese imposible que pretend¨ªa Debussy: una m¨²sica que debe sonar improvisada pero fijada orquestalmente con gran precisi¨®n. Le sigui¨® el Concierto para arpa de Ginastera, que fue una revelaci¨®n en manos de Marie-Pierre Langlament, la solista de arpa de los Berliner, coincidiendo con el centenario del compositor argentino. Langlament explor¨® toda la gama din¨¢mica de su instrumento, maravillosamente audible en la ac¨²stica de la Philharmonie berlinesa, a pesar de que se amplific¨® levemente. Mena arrop¨® a la solista pero tambi¨¦n defendi¨® con ah¨ªnco el inter¨¦s de su ecl¨¦ctico acompa?amiento que cont¨® con una sensacional actuaci¨®n de la percusi¨®n.

Pero faltaba el desenlace que lleg¨® en la segunda parte con el ballet completo de El sombrero de tres picos de Falla. Toda una especialidad de Mena, que dispone de una de las mejores grabaciones discogr¨¢ficas de la obra con su orquesta de la BBC. Los Berliner pasaron de jalear con palmas y ol¨¦s a bailar la jota final sin levantarse de sus asientos. En realidad, Mena bail¨® por todos ellos. Fue una especie de dionisios que tradujo con su cuerpo cada detalle r¨ªtmico de las danzas o con sus gestos lo teatral de cada personaje. Como soprano solista actu¨® Raquel Lojendio y la fiesta espa?ola se complet¨® con Joaqu¨ªn Riquelme omnipresente entre las violas. Podr¨¢n ver el s¨¢bado en directo por internet la segunda r¨¦plica en el Digital Concert Hall. Todo un ritual inici¨¢tico para el correcto p¨²blico berlin¨¦s, aunque el final no tuviera nada que ver con el cuento de Cort¨¢zar. Por fortuna, claro.