La Camorra imita a ¡®Gomorra¡¯
La serie emite en Italia su esperada segunda temporada convertida en un fen¨®meno social y pol¨ªtico
Quiso la casualidad que el d¨ªa que arrancaba en Italia la segunda temporada de Gomorra, la serie sobre la mafia napolitana inspirada en el libro hom¨®nimo de Roberto Saviano, la Guardia de Finanza irrumpiera en una villa propiedad del hijo de Francesco Schiavone, m¨¢s conocido por Sandok¨¢n, uno de los capos hist¨®ricos de la Camorra. Lo que los agentes se encontraron all¨ª ¡ªaparatosos sillones blancos frente a una televisi¨®n enorme colocada sobre una peana de oro¡ª se parec¨ªa demasiado al sal¨®n de Pietro Savastano, el jefe mafioso de la serie que emite Sky Atlantic HD.
Las tornas han cambiado y la realidad ha empezado a imitar peligrosamente a la ficci¨®n, y no solo en la est¨¦tica: seg¨²n c¨¢lculos de la polic¨ªa, m¨¢s de 2.000 j¨®venes, casi adolescentes, luchan en la actualidad por el control de los barrios de N¨¢poles utilizando las mismas hechuras ¨Ca la hora de hablar, de vestirse o de tirar de pistola¡ª que los protagonistas de la serie. ¡°No son camorristas, sino gomorristas¡±, llega a explicar un jefe de la Polic¨ªa di Stato, ¡°m¨¢s que hijos de la Camorra, son hijos de la ficci¨®n¡±.
No hace falta explicar mucho m¨¢s para entender hasta qu¨¦ punto Gomorra se ha convertido en un fen¨®meno social e incluso pol¨ªtico en Italia. La emisi¨®n de la segunda temporada, que consta de 12 cap¨ªtulos, ha sido vendida ya a 130 pa¨ªses y ha llegado tras una intensa y cuidada campa?a promocional, ha resucitado una vieja y tal vez irresoluble pol¨¦mica por parte de quienes consideran que la continua recreaci¨®n de la Italia mafiosa es perjudicial tanto para el pa¨ªs como para las j¨®venes generaciones. En esta ocasi¨®n ha sido Raffaele Cantone, el presidente de la Autoridad Anticorrupci¨®n, quien ha atacado a Roberto Saviano acus¨¢ndolo de haberse convertido en un ¡°nihilista¡± y un ¡°pesimista c¨®smico¡± que solo cuenta las cosas que no funcionan. El periodista ¡ªbajo protecci¨®n desde que en 2006 publicara un libro del que se han vendido m¨¢s de 10 millones de ejemplares en todo el mundo¡ª, le respondi¨® de inmediato: ¡°A menudo se comete el mismo error: tomarla con quien cuenta el mal y no con el mal mismo. El problema es otro. Me disgusta mucho que se intente regresar a la ¨¦poca de los gobiernos de Silvio Berlusconi, a esa especie de silenciosa omert¨¤ seg¨²n la cual no hablar de los problemas es suficiente para resolverlos¡±. Saviano, y con ¨¦l los cuatro directores de una serie producida por Sky Atlantic, Cattleya, Fandango y Beta Film, no cree que el arte deba tener un objetivo pedag¨®gico, pero s¨ª ¡°la capacidad antropol¨®gica de contar mundos y mecanismos¡±.
Y precisamente la segunda temporada de Gomorra, cuya primera entrega cont¨® con alabanzas de la cr¨ªtica de todo el mundo, entra de lleno en el mundo de las mafias, en sus guerras por el control del territorio y en sus mecanismos para devorar desde dentro ¨Cqued¨¢ndose con las adjudicaciones p¨²blicas, haciendo desaparecer los residuos clandestinos, distribuyendo la droga y blanqueando el dinero sucio¡ª un Estado que ha aprendido a detener a sus capos, pero no a erradicar la cultura de la ilegalidad. De fondo, la guerra generacional. Genny Savastano, interpretado por el actor Salvatore Esposito, decide emanciparse de su padre, el capo Pietro Savastano (Fortunato Cerlino), que ha logrado escapar de la c¨¢rcel e intenta reorganizar su poder desde Colonia, donde ha logrado esconderse gracias a la protecci¨®n provisional de la ¡®Ndrangheta, la poderosa mafia calabresa. El padre y el hijo, convertido ya en un temible narcotraficante con cresta en la cabeza y gatillo f¨¢cil, se echan en cara sus maneras de entender el negocio y la vida. Una disputa tan feroz que lleva a los guionistas a acu?ar una frase que marca la segunda temporada de Gomorra: ¡°Los hijos son l¨¢grimas y sangre¡±.
La fuerza femenina
El poder de las mujeres irrumpe en la segunda temporada de Gomorra. Seg¨²n Francesca Comencini ¡ªdirectora de la serie junto a Stefano Sollima, Claudio Cupellini y Claudio Giovannesi¡ª, el espectador se siente atra¨ªdo, y de alguna manera sorprendido, por el papel de la mujer en la Camorra. "El mundo de hoy est¨¢ compuesto por hombres y mujeres que en muchos casos interpretan el mismo papel", explica Comencini, "y aunque decir esto parezca una evidencia, no ha sido as¨ª en la ficci¨®n y en el imaginario colectivo. Y hay que decir que, en este sistema criminal, las mujeres no son mejores que los hombres".
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