La vida sin pretensiones

Existen lugares comunes y conflictivos para una parte de los mortales que comparten hogar: qu¨¦ estante del mueble del ba?o, el lado de la cama, la taza del desayuno o la posici¨®n en el sof¨¢. Problemas del primer mundo, se dice. Para Lola Baldrich (Toledo, 1971), protagonista de La guerra del sof¨¢, un respiro que a veces se impone como necesario.

La culpa de este viento fresco es, en origen, de Manuel Hidalgo, periodista y escritor entre otros, del libro con el mismo t¨ªtulo (La guerra del sof¨¢, Temas de hoy, 2000); despu¨¦s, una compa?¨ªa vasca decidi¨® hacer una versi¨®n teatral que corri¨® a cargo de Carlos Panera. ¡°Fue en la universidad de Bilbao, all¨ª estaba Gorka M¨ªnguez, mi compa?ero y socio en esta aventura. Trabajamos juntos en otra cosa y me propuso esto poco despu¨¦s¡±.

No hay nadie m¨¢s, ellos dos son los ¨²nicos durante los ensayos, que adem¨¢s fueron muy ¡°caseros¡± ¡ªcataron los ensayos la pareja de ella, la de ¨¦l, un compa?ero de trabajo de M¨ªnguez¡­ ¡ª. ¡°Hemos hecho un ejercicio m¨¢ximo de confianza el uno en el otro y cuando llevas muchos a?os en las tablas hay algo que tienes muy trabajado: la intuici¨®n de la clave en la que est¨¢s hablando. Esta tampoco es un delirio de dificultades¡±, Baldrich se r¨ªe porque en su pluriempleo presente la otra obra a la que dedica sus d¨ªas es Addio del passato, en La pensi¨®n de las pulgas, una versi¨®n de La Traviata de una intensidad constante y creciente.

Este teatro ¡°sencillo¡± es a la vez ¡°maravilloso¡±. Explica Baldrich que se rompe la cuarta pared y eso es algo que siempre enriquece. ¡°La falta de pretenciosidad la hace especial y, vanidad aparte, est¨¢ muy bien defendida¡±. La guerra del sof¨¢ se estren¨® el pasado 16 de enero en el Teatro Barakaldo y llega ahora el Peque?o Teatro Gran V¨ªa. Cuenta la actriz que en las butacas hay codazos, medias sonrisas, cuchicheos: ¡°M¨¢s all¨¢ del t¨¦rmino comercial est¨¢ hecha para que la gente se vea en ella¡±.

El mezclum en los escenarios: ¡°Han de convivir todos los estilos y g¨¦neros, desde las vanguardias raras hasta la funci¨®n m¨¢s dom¨¦stica y campechana¡±. Al final (y al principio) uno va al teatro a pensar, s¨ª, pero tambi¨¦n a reconocerse; y en ese vistazo al espejo salen desde las bajas pasiones hasta lo m¨¢s mundano. ¡°Hay amor, y enfermedad y muerte y tragedia¡­ vale, vale, fenomenal, pero ?has planchado?¡±.