El arca gala

Un carguero que transporta valiosas obras de arte surca un mar embravecido, mientras Aleksander Sokurov vincula la Historia con las fuerzas elementales de la Naturaleza con las que la vulnerable humanidad lidia en su tr¨¢nsito por la existencia. La imagen evoca la met¨¢fora que cerraba el tit¨¢nico plano secuencia de?El arca rusa (2002), la absorbente indagaci¨®n del cineasta en torno a los espacios y la memoria del Museo del Hermitage de San Petersburgo, entendido como depositario de un alma colectiva lanzado al turbulento oc¨¦ano de la dial¨¦ctica hist¨®rica. La balsa de la Medusa de Th¨¦odore G¨¦ricault traslada todos esos ecos conceptuales a los espacios del Louvre, centro de las reflexiones ¨Cy, tambi¨¦n, espacio para la encrucijada temporal- de esta pel¨ªcula que prolonga el discurso del cineasta en torno a las conflictivas relaciones entre Historia y Cultura, entre el poder y al alma de un pueblo. ¡°?Qui¨¦n necesita Par¨ªs sin el Louvre? ?O Rusia sin el Hermitage? ?Qu¨¦ somos sin los museos?¡±, se pregunta el cineasta en los primeros compases de la libre, l¨²dica y, al mismo tiempo, dens¨ªsima?Francofonia.

La relaci¨®n entre Jacques Jaujard, director del Museo del Louvre durante la ocupaci¨®n alemana, y el conde Franz von Wolff-Metternich, encargado por el poder nazi de velar por la protecci¨®n de las obras de arte del enemigo, se convierte en el centro de gravedad de?Francofonia. Renunciando a esa est¨¦tica de una continuidad en suspensi¨®n propuesta por el plano secuencia de?El arca rusa ¨Cpel¨ªcula que suced¨ªa en un limbo atemporal capaz de convocar todos los tiempos-, la pel¨ªcula propone un discurso fragmentario, donde conviven tonos y materiales heterog¨¦neos, en torno a un enigma: las cosas no dichas entre Jaujard y Wolff-Metternich, su acuerdo secreto e inexpresable en torno a su pasi¨®n compartida por el arte, sepultado bajo los codificados protocolos de relaci¨®n entre vencidos y vencedores.

Sokurov habla tambi¨¦n del lado oscuro del espacio muse¨ªstico, de su condici¨®n de emblema de poder, y de la irresoluble conciliaci¨®n entre los objetivos del arte y los del Estado. La pel¨ªcula no tiene respuestas, pero formula, de manera provocadora, las preguntas esenciales.