Cuatro lances para el recuerdo
Otra tarde de sopor protagonizada por una mansa y noble corrida de Cuadri y una terna con escasos recursos
Tercio de banderillas del tercer toro, de escasa movilidad y tardo de embestida como todos sus hermanos. Una tensa espera para los subalternos. El responsable de la lidia, Javier Ambel, capote prendido en las yemas de los dedos, se dispone a dar una lecci¨®n de toreo; llama al toro, se deja ver, sin prisa, con elegancia, lo embebe en la tela, sin tocarla, con suavidad, como una caricia. Y as¨ª, uno, dos, tres y hasta cuatro lances interminables que supieron a gloria en una tarde que se precipitaba por la ladera del sopor. El animal qued¨® en los medios, y el matador, Rub¨¦n Pinar, indic¨® que lo acercaran a tablas. Lo intent¨® Ambel a una mano, pero el toro no respondi¨®, y volvi¨® a dibujar otros dos lances para los paladares exquisitos de los muchos que supieron verlo.
Cuadri / Encabo, Roble?o, Pinar
Toros de Hijos de Celestino Cuadri, bien presentados, mansos, sosos, descastados y nobles.
Luis Miguel Encabo: pinchazo hondo y bajo, cuatro descabellos -aviso- y tres descabellos (silencio); cuatro pinchazos, siete descabellos -aviso- y cuatro descabellos (pitos).
Fernando Roble?o: bajonazo (silencio); dos pinchazos y casi entera (silencio).
Rub¨¦n Pinar: estocada perpendicular (ovaci¨®n); casi entera baja y trasera -aviso- (silencio).
Plaza de toros de Las Ventas. 2 de junio. Vig¨¦sima octava corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
No hubo m¨¢s; meritorio, quiere decirse. Hubo, s¨ª, seis toros bien presentados y con kilos de la siempre esperada ganader¨ªa de Cuadri que, en conjunto, decepcionaron por su escasa movilidad, su mansedumbre en los caballos, su desesperante aturdimiento en banderillas, y aprobaron en la muleta, donde se mostraron nobles y con recorrido cuando los toreros acertaron con los terrenos y la disposici¨®n. Destacaron el tercero, quinto y sexto, pero no lucieron porque sus matadores no tuvieron su d¨ªa, no acertaron con la estrategia o, sencillamente, no supieron obtener la rentabilidad necesaria del capital que les toc¨® en suerte.
Fue una corrida dura, pese a la nobleza de los toros, exigentes todos ellos, pero obedientes al mando inteligente. Quiz¨¢, hubo poca cabeza y menos coraz¨®n. Cualquiera sabe¡
Lo cierto es que ni Encabo, ni Roble?o ni Pinar sacaron nada en claro, y solo ellos sabr¨¢n de verdad lo que pas¨® en el ruedo.
Lo que se vio, sin embargo, fue una actuaci¨®n muy deficiente de los tres -m¨¢s entregado Pinar-, lejana de las necesidades de los toros y, por qu¨¦ no, de las suyas propias. Ninguno se ha abierto un camino nuevo con esta corrida; lo grave ser¨ªa que quienes mandan lo consideren un negro borr¨®n de los que tienen dif¨ªcil limpieza.
La corrida de hoy
Viernes, 3 de junio. Vig¨¦sima novena corrida de feria. Toros de Victorino Mart¨ªn, para Uceda Leal, Miguel Abell¨¢n y Manuel Jes¨²s El Cid.
Encabo ofreci¨® una pobre imagen. Se le not¨® en demas¨ªa que hace pocos pase¨ªllos. Quiso, pero no pudo. Su decisi¨®n se ve¨ªa entorpecida constantemente por un coraz¨®n que no respond¨ªa. No es que tuviera toros de triunfos, pero de su veteran¨ªa se esperaba otra actitud. Se estir¨® con gusto en las ver¨®nicas iniciales a su primero, otra ver¨®nica m¨¢s y una buena media en un quite, y ah¨ª se acab¨® su tarde. Mulete¨® excesivamente despegado, inseguro, sin confianza alguna, y nada le sali¨® a derechas. Adem¨¢s, dio un sainete con los av¨ªos de matar. En fin, que la experiencia, en esta ocasi¨®n, no fue un grado.
Tampoco estuvo m¨¢s all¨¢ Roble?o, un torero valeroso que parece anclado desde hace algunos a?os. Le falt¨® gracia, chispa, picard¨ªa, y se mostr¨® como un torero aburrido y vulgar tanto con el deslucido segundo como con el noble quinto.
Y a Pinar se le vio con m¨¢s entrega y af¨¢n de triunfo. Tard¨® en entender el buen pit¨®n izquierdo del tercero y traz¨® un manojo de naturales que no acabaron de arrebatar a nadie. Tambi¨¦n embisti¨® el sexto, pero, pese a sus esfuerzos, sobresali¨® un concepto demasiado basto que no lleg¨® a los tendidos.
Entre el cuarto y quinto toro se tir¨® al ruedo un antitaurino que r¨¢pidamente fue interceptado por miembros de las cuadrillas, que impidieron que mostrara una pancarta que no pudo abrir. Se zaf¨® con pericia de sus perseguidores, cay¨® al suelo y fue zarandeado antes de ser detenido finalmente por la polic¨ªa.
Babelia
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