La perla oculta del cine chileno
El trabajo de Jos¨¦ Luis Sep¨²lveda y Carolina Adriazola es una potente propuesta de la cinematograf¨ªa local
Cuando los chilenos Jos¨¦ Luis Sep¨²lveda (1971) y Carolina Adriazola (1977) hacen sus pel¨ªculas, se involucran no solo profesional, sino personalmente. M¨¢s que un trabajo, parece una experiencia vital. De partida, no buscan la historias que filman, sino que las absorben de su propio entorno: las poblaciones populares del sur de Santiago, donde reside la pareja. Les da lo mismo si sus actores son profesionales o naturales ¨Ccomo llaman a los autodidactas¨C, no dejan que la falta de dinero determine el camino de sus cintas, y las escasas copias de sus pel¨ªculas ni siquiera tienen car¨¢tula. Fuera de los circuitos comerciales y desconocidos para el p¨²blico masivo, sin embargo, su trabajo es catalogado como una de las propuestas m¨¢s creativas y potentes del cine chileno actual.?
El primero de sus tres largometrajes, El pejesapo (2007), no necesit¨® de los cl¨¢sicos circuitos de distribuci¨®n: el boca a boca hizo que r¨¢pidamente su fama se propagara y se vendiera pirata hasta en los mercados. ¡°Que nos piratearan fue mejor que ganar un premio¡±, explica Sep¨²lveda en un garito lleno de televisores del centro de Santiago. La historia del fallido intento de suicidio de Daniel SS y el itinerario que emprende por buscar su libertad y renacer ¨Cuna pel¨ªcula que se puede ver en Youtube¨C, configura una experiencia audiovisual s¨®rdida y cautivante. La realidad sin maquillajes ni anestesia contada desde las entra?as. ¡°El cine de ¨¦lite habla del mundo popular sin conocimiento, con caricaturas que provienen de las teleseries. Y eso molesta¡±, indica Adriazola.?
Luego de su segunda pel¨ªcula de ficci¨®n, Mit¨®mana (2009), estrenaron el documental Cr¨®nica de un comit¨¦ (2014), que tambi¨¦n los autores subieron a Internet. Relata la frustrada lucha contra la justicia militar de los familiares y vecinos de Manuel Guti¨¦rrez, el muchacho de 16 a?os que result¨® herido de muerte por un polic¨ªa, en una de las jornadas m¨¢s violentas de las movilizaciones estudiantiles de 2011. ¡°Por alguna misteriosa cualidad, solo Sep¨²lveda y Adriazola consiguen recoger visual, casi f¨ªsicamente, la realidad de esas vidas y esas calles. Esta es una cinta tremenda, desoladora, que hace lo que hacen las grandes pel¨ªculas: mostrar lo que no podemos ver¡±, escribi¨® el cr¨ªtico de El Mercurio, Ascanio Cavallo.?
A los realizadores no les resulta f¨¢cil describir su propio estilo cinematogr¨¢fico, aunque lo intentan. Aceptan, por ejemplo, que tiene un fuerte componente pol¨ªtico y una mirada antineoliberal, que marca a fuego sus pel¨ªculas y sus m¨¦todos. A Adriazola le parece importante la posici¨®n del realizador: ¡°Buscamos un cine que escuche y que no imponga. Establecemos una relaci¨®n horizontal con lo que retratamos, sin prepotencia¡±. Sep¨²lveda agrega: ¡°Nuestra b¨²squeda est¨¦tica se separa de la belleza dominante¡±.
Parecen tener bastante claro lo que les incomoda ¨Ccomo que los definan como marginales, por ejemplo¨C, o de lo que se sienten lejano. Como la nula relaci¨®n que tienen con el cine chileno que se realiza para importarse y conquistar los grandes festivales: ¡°Nosotros no pertenecemos a ¨¦l¡±, indica Sep¨²lveda. Y lo explica: ¡°El bosque de Karadima de Mat¨ªas Lira¨Csobre los abusos en la Iglesia¨C, es un show. Un espect¨¢culo. No se atacan los problemas de fondo. Lo mismo ocurre con No,?de Pablo Larra¨ªn. Finalmente, hablan de Rambo en vez de tocar la guerra de Vietnam¡±.?
Cr¨ªticos de las realizaciones contempor¨¢neas que utilizan f¨®rmulas probadas para conquistar los escenarios europeos, parecen tener sus referencias en la cinematograf¨ªa local de fines de los sesenta y el Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende (1970-1973). Admiran el trabajo de Miguel Litt¨ªn y pel¨ªculas suyas como El Chachal de Nahueltoro. Destacan a Aldo Francia y a Ra¨²l Ruiz, con pel¨ªculas como La expropiaci¨®n o Realismo socialista. ¡°El cine de esa ¨¦poca, explosivo, no se ha superado hasta el d¨ªa de hoy. Era mucho m¨¢s politizado, por primera vez iba hacia abajo y todo con la frescura de la c¨¢mara en mano¡±, se?ala Sep¨²lveda.?
Nuestra b¨²squeda est¨¦tica se separa de la belleza dominante Jos¨¦ Luis Sep¨²lveda, cineasta chileno
Este 2016 estrenar¨¢n?Il siciliano, su cuarto largometraje. Hablar¨¢ sobre la historia de la inmigraci¨®n italiana a Chile en los a?os 40. Seguramente la estrenar¨¢n en alg¨²n barrio popular del sur de la ciudad, como acostumbran porque el cine de Sep¨²lveda y Adriazola parece buscar la experimentaci¨®n en todas sus etapas. La experiencia de mostrar sus pel¨ªculas a sus propios vecinos es un momento de crecimiento para la dupla: ¡°Hay discusiones, gritos, es una experiencia incre¨ªble. Pasan cosas raras¡±, dice Adriazola.?
Conscientes de la carencia de salas para mostrar cine chileno, hace 10 a?os fundaron el Festival de Cine Social y Antisocial (FECISO), que por cinco d¨ªas realiza distintas expresiones art¨ªsticas en la calle. Despu¨¦s crearon la Escuela Popular de Cine, un colectivo que ofrece clases gratuitas para fomentar la producci¨®n. Pobladores, estudiantes, desempleados y, en general, gente com¨²n y corriente que fabrica sus propias pel¨ªcula. Los realizadores se?alan que en cada una de las seis versiones han abierto cupos para 50 participantes, que han realizado filmes asombrosos.?
¡°Transhumante, por ejemplo, trata sobre la evasi¨®n en el metro ¨Cla gente que no paga el pasaje¨C. Otra habla del grafiti. O Santo Tom¨¢s, que aborda el trabajo de los ni?os en la feria¡±, dice Sep¨²lveda, antes de tomar el autob¨²s junto a su pareja y perderse en la noche de Santiago con direcci¨®n al sur.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.