La guinda, el galope de un miura
La corrida de Zahariche, mansa, descastada y deslucida, no fue el mejor broche al largo ciclo madrile?o
Hubiera sido muy bonito que Ojeador, el toro de Miura que cerraba la muy larga Feria de San Isidro, se hubiera comportado como lo que pareci¨® en el tercio de varas, bravo y encastado. Pero todo qued¨® en un sue?o. Hubo alegr¨ªa, es verdad, pero entrecortada por la ausencia de calidad y recorrido, de clase en una palabra, en el ¨²ltimo tercio.
Ojeador ofreci¨® unas migajas, y el aficionado taurino est¨¢ tan acostumbrado a la mesa limpia que qued¨® maravillado. Poco y vistoso, m¨¢s que bueno.
Miura/ Rafaelillo, Casta?o, Mota
Toros de Miura, -el primero, devuelto-, muy bien presentados, blandos, mansos, descastados y broncos; destac¨® por el pit¨®n izquierdo el corrido en primer lugar, y el sexto acudi¨® con alegr¨ªa al caballo. Sobrero de Valdefresno, lidiado en cuarto lugar, feo, manso y desclasado.
Rafaelillo: pinchazo, _aviso_ dos pinchazos y estocada ca¨ªda (gran ovaci¨®n); estocada y un descabello (silencio).
Javier Casta?o: dos pinchazos, media tendida _aviso_ y cinco descabellos (silencio); media tendida (ovaci¨®n).
P¨¦rez Mota: estocada baja y un descabello (silencio); casi entera tendida (silencio).
Plaza de Las Ventas. 5 de junio. Trig¨¦sima primera y ¨²ltima corrida de feria. Lleno. Asisti¨® el Rey Don Juan Carlos, acompa?ado la Infanta Elena y la hija de esta, Victoria.
Era el sexto toro de la tarde. A esas alturas dol¨ªa ya el alma despu¨¦s de tantos festejos insulsos y una corrida decepcionante por su escas¨ªsimo juego. Toros, todos ellos, de cuello largo, como determina la estirpe, mansos, de cort¨ªsima embestida, muy blandos, con la cara por las nubes, sin clase alguna. Algunos, como el tercero y el quinto, pr¨¢cticamente ilidiables con la muleta.
As¨ª estaban las cosas, cuando el ¨²ltimo de la feria vio el caballo que montaba Francisco Vallejo, y acudi¨® con presteza a su encuentro; empuj¨® con constancia, pero con poca alegr¨ªa en un largo puyazo. Lo colocaron, despu¨¦s, m¨¢s lejos, y el animal volvi¨® a galopar, con ese trote extra?o de estos toros, hasta estrellarse contra el peto. Y volvi¨® una vez m¨¢s, m¨¢s lejos a¨²n, y all¨¢ que embisti¨® a la montura entre la algarab¨ªa general.
No fue un tercio espectacular, pero la feria ha estado tan ayuna de toros obedientes en el tercio de varas que el galope de Ojeador supo a gloria. Fue una buena guinda para este ins¨ªpido San Isidro que requiere una seria reflexi¨®n, y ojal¨¢ produjera una catarsis entre los sectores interesados en que esta fiesta siga adelante. No ser¨¢ as¨ª; acab¨® San Isidro y en cuesti¨®n de ideas solo se hablar¨¢ de triunfos de puertas grandes, de faenas exitosas y toreros en alza en las discusiones de los jurados. Se olvidar¨¢n para siempre, y por desgracia, los problemas que han salido a flote y amenazan seriamente el futuro del espect¨¢culo.
Entre ellos, el toro es el primero, pero nadie querr¨¢ meterle el diente a asunto tan complejo. Ya ver¨¢n. Continuar¨¢ la temporada, se cortar¨¢n orejas a espuertas en plazas sin exigencia y otro grupo de aficionados dir¨¢ adi¨®s a la fiesta. Pero el toro es un asunto que quema en las manos y no parece interesar a casi nadie.
Por cierto, ese que galop¨® hacia el caballo se doli¨® en banderillas, lo que no evit¨® que se luciera, y mucho, Ra¨²l Ruiz en dos buenos pares por lo que fue largamente ovacionado.
Y el animal cant¨® la gallina en la muleta, a la que lleg¨® sin clase alguna, tirando ga?afones por doquier, que pusieron en aprietos a su lidiador, P¨¦rez Mota, poco placeado, que intent¨® justificarse con escaso ¨¦xito.
Tampoco dijo nada ante el tercero, un manso de libro, que lleg¨® imposible al ¨²ltimo tercio, revolvi¨¦ndose en un palmo de terreno y con aviesas intenciones hacia el muchacho que ten¨ªa cerca.
Por cierto, P¨¦rez Mota brind¨® a Don Juan Carlos, al igual que sus compa?eros. El Rey em¨¦rito visit¨® la finca de Zahariche, donde pasta la ganader¨ªa de Miura, durante la pasada Feria de Abril, y ver¨ªa, sin duda, a estos ejemplares, preciosos en la paz del campo sevillano. Pero una cosa es la dehesa y otra muy distinta la plaza. La invalidez, la soser¨ªa y la ausencia de calidad los afea y transforma en tristes caricaturas del toro bravo.
Rafaelillo tuvo, sin embargo, la suerte de lidiar al ¨²nico animal que derroch¨® boyant¨ªa, en este caso por un extraordinario pit¨®n izquierdo, y no fue capaz de aprovecharlo en toda su dimensi¨®n.
El subalterno Jos¨¦ Mora se hab¨ªa jugado el tipo y triunf¨® con las banderillas, momentos antes de que el toro se le colara al matador por el lado derecho, lo que le oblig¨® a tomar con presteza la zurda y protagonizar algunos destellos de buen toreo
Todo comenz¨® con tres naturales largos y hondos, y otros tres en la tanda siguiente, monumentales por la fijeza y la humillaci¨®n del animal y la colocaci¨®n del torero; y a¨²n hubo un manojo final de muletazos a pies juntos y un garboso pase del desprecio. Rafaelillo fall¨® con la espada, y hubiera cortado una oreja si acierta, pero el toro mereci¨® m¨¢s entrega, m¨¢s unidad, una faena m¨¢s redonda, y no fue as¨ª. Muy deslucido fue el cuarto, el sobrero de Valdefresno, sin cuello, y acochinado.
Casta?o fue recibido con una ovaci¨®n tras su reciente enfermedad, y trat¨® de corresponder con especial entrega y sin ¨¦xito. Su primero era un buey de carretas, y el quinto no admiti¨® confianza alguna. Al menos, Marco Gal¨¢n se luci¨® en la lidia, y Fernando S¨¢nchez puso un extraordinario par de banderillas que levant¨® al p¨²blico de los asientos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.