Regreso al acuario
La pel¨ªcula no hace otra cosa que reforzar las formas cl¨¢sicas, sustentadas en la extrema estilizaci¨®n y la po¨¦tica emocional antropom¨®rfica
A Walt Disney le gustaba considerar su estudio, adem¨¢s de empresa, como una suerte de Academia art¨ªstica, en cuyo seno los creadores recorr¨ªan un proceso de formaci¨®n permanente. Al frente de Disney/Pixar, John Lasseter ha heredado esa misma filosof¨ªa y resulta siempre un placer detectar, en cada nuevo estreno de la compa?¨ªa, por d¨®nde discurren las preocupaciones expresivas del equipo. Los fondos de textura casi fotogr¨¢fica de El viaje de Arlo y la animaci¨®n hiperrealista de la fauna en la nueva versi¨®n de El Libro de la Selva lanzaban el mensaje de que uno de los objetivos en la vigente agenda creativa era la perfecta simulaci¨®n ¨Cincluso la suplantaci¨®n- de la realidad: esa indagaci¨®n parece culminar en Piper de Aran Barillaro, delicado y preciso corto que precede a la proyecci¨®n de Buscando a Dory. Casi una pieza de las True Life Adventures ¨Cdocumentales naturalistas que promovi¨® Disney a partir de 1948- ¨ªntegramente sint¨¦tica, que propone a la animaci¨®n no como herramienta de evasi¨®n, sino como instrumento de atenta lectura observacional de la realidad.
BUSCANDO A DORY
Direcci¨®n: Andrew Stanton y Angus MacLane.
Animaci¨®n
G¨¦nero: Aventuras. Estados Unidos, 2016.
Duraci¨®n: 103 minutos.
La pareja que forma el corto con la nueva pel¨ªcula de Andrew Stanton ofrece una riqu¨ªsima lecci¨®n de cine, animaci¨®n y estilo, porque Buscando a Dory no hace otra cosa que reforzar las formas cl¨¢sicas, sustentadas en la extrema estilizaci¨®n y la po¨¦tica emocional antropom¨®rfica. La pel¨ªcula es singular por m¨¢s de un motivo. En ella, como en Wall-E, Stanton, con la ayuda del co-director Angus MacLane, vuelve a alcanzar la excelencia en el manejo de la fragilidad y la tristeza: tanto el pr¨®logo como el cl¨ªmax emocional llevan la pel¨ªcula a unos picos sentimentales libres de toda afectaci¨®n, desarrollando la l¨®gica de un relato con un desvalido, pero carism¨¢tico, personaje en su centro que siempre se mantiene en la cuerda floja que separa la comicidad de un human¨ªsimo patetismo. No es f¨¢cil levantar una comedia alrededor de una discapacidad cognitiva y no cotizar una d¨¦cima ni en crueldad, ni en condescendencia.
Si en Buscando a Nemo dominaba un cromatismo casi lis¨¦rgico, Buscando a Dory tiene algunos de sus momentos m¨¢s afortunados en aguas turbias y opta por el inesperado gesto de situar su b¨²squeda ¨¦pica en el espacio anti-¨¦pico de un Instituto para la protecci¨®n de la vida marina. Pel¨ªcula sin villanos, Buscando a Dory tambi¨¦n ha tenido suerte en su doblaje: Anabel Alonso suma una intransferible vulnerabilidad a la sobresaliente voz original de Ellen DeGeneres.
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