Al arte de Carl Andre le persigue el fantasma de su mujer muerta
Una exposici¨®n del artista minimalista en Londres desata protestas porque fue acusado, y absuelto, de matar a la creadora Ana Mendieta
En la alborada del 8 de septiembre de 1985, Carl Andre, un exitoso escultor conceptual, discut¨ªa en el dormitorio con su mujer, la artista cubana de 36 a?os Ana Mendieta. Sobre las 5.30, el cuerpo menudo de Mendieta se despe?aba desde la planta 34? del apartamento que compart¨ªa con Andre en la calle Mercer de Nueva York hasta impactar sobre el techo de un colmado. De alguna manera "cay¨® por la ventana", justific¨® el artista a los servicios de emergencia.
Cuando lleg¨® la polic¨ªa, encontr¨® un dormitorio ca¨®tico, una ventana abierta y ara?azos recientes en la nariz y antebrazos de Andre. Para entonces apenas recordaba nada y su declaraci¨®n difer¨ªa de la que hab¨ªa relatado una hora antes al 911. Fue detenido y acusado de asesinato. En el juicio, un portero asegur¨® haber escuchado a una mujer gritar: "?No, no, no, no!". Luego, un sonido seco. Pero durante los tres procesos (que evidenciaron la ineficiencia policial) nadie pudo demostrar que, en plena bronca alcoh¨®lica, la hubiera arrojado por la ventana. Muchos amigos de Ana Mendieta desconfiaron de su inocencia. Porque el veredicto lo dict¨® un juez (algo raro en una acusaci¨®n de asesinato) y no un jurado. Y porque el abogado del escultor se empe?¨® en construir una imagen de una Mendieta desequilibrada y suicida. Sin embargo, desde aquel amanecer de hace 30 a?os, su muerte persigue al escultor en todas sus exposiciones.
La semana pasada, 200 activistas golpeaban los cristales que dan acceso a la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres. Ataviadas de negro de pies a cabeza, gritaban: "Oi, Tate, we've got a vendetta!, where the fuck is Ana Mendieta?" ("?Eh, Tate, queremos venganza!, ?d¨®nde diablos est¨¢ Ana Mendieta?"). La rabia la activ¨® el museo al exponer en las nuevas salas las obras de Carl Andre y confinar al almac¨¦n las cinco piezas que posee de Mendieta. Una decisi¨®n que rechina en un espacio que se ha comprometido a dar mayor visibilidad a las artistas. "Si la Tate quiere centrarse m¨¢s en las mujeres, entonces deber¨ªa protegernos en vida en vez de almacenarnos cuando estamos muertas", critica un portavoz del colectivo D¨®ndeest¨¢anamendieta. Ese olvido duele. Supone, dicen, amparar la violencia machista en el espacio p¨²blico del arte. Por eso la plataforma exige retirar las obras de Andre. ?Pero resulta justo desterrar el trabajo de un artista, pese a las sombras que proyecte, juzgado y absuelto? "Es un tema muy dif¨ªcil y muy delicado", reflexiona Vicente Todol¨ª, exdirector de la Tate Modern. "Nunca hubo una condena y no tendr¨ªa sentido mandar su obra al cementerio".
En ese filo entre lo ¨¦tico y lo legal parece imposible encontrar una sem¨¢ntica que no hiera a alguien. "La carrera de Carl Andre ha sufrido por la muerte de su mujer", admite Manuel Borja-Villel. El responsable del Reina Sof¨ªa ha mostrado tanto el trabajo de Ana Mendieta (Fundaci¨®n T¨¤pies) como el del escultor (Palacio de Vel¨¢zquez). Sobre esa fractura, el a?o pasado llegaban 200 obras del artista estadounidense al museo madrile?o procedentes de la neoyorquina Dia Art Foundation. Un viaje que "no fue f¨¢cil", revela Borja-Villel, "hubo resistencia".
Babelia
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