Marlon James: ¡°Retratar la violencia requiere mucho autocontrol¡±
El jamaicano repasa las claves de 'Breve historia de 7 asesinatos', la obra con la que obtuvo el Booker
¡°Mi trabajo es describir de igual manera un tiroteo que un beso¡±, dice el escritor jamaicano Marlon James (Kingston, 1970), quien asegura que en su obra hay m¨¢s periodismo que literatura. Pero no deja de ser curioso que ¨¦l sienta que su bistur¨ª narrativo es tan fr¨ªo y preciso cuando las 800 p¨¢ginas de Breve historia de 7 asesinatos, ganadora del premio Booker y editada en Espa?a por Malpaso, son un volc¨¢n que escupe frenes¨ª, violencia, sensualidad y corrupci¨®n. Tiene el nervio infeccioso y sofocante de esas historias del subdesarrollo donde la vida no vale nada. Pero es un nervio que tambi¨¦n recibe los latigazos de un escritor obsesionado con el rigor documental y con la t¨¦cnica investigadora que hered¨® de su madre, que era detective.
¡°Como escritor tengo tendencia a sobrescribir, a usar demasiadas met¨¢foras. Pero al hablar a trav¨¦s de los personajes, me restrinjo de una manera que me gusta. Me gusta que mi personaje diga sobre un atardecer: ¡®Ese atardecer mola¡¯, y no tener que sacar a relucir mis mil ep¨ªtetos. Yo nac¨ª en 1970 y esta historia es de 1976, as¨ª que mi voz aqu¨ª no es relevante y no hay ning¨²n aspecto de m¨ª que se impregne en mi obra. Para eso ya tengo mi diario. Y creo que retratar la violencia requiere mucho autocontrol. No hay m¨¢s que mirar el Guernica de Picasso¡±, asegura este escritor en una entrevista con EL PA?S.
James gan¨® el Booker con su tercera novela, tras John Crow¡¯s Devil (2005) y The Book of Night Women (2009). Para alumbrarla tard¨® cuatro a?os y lo que se percibe desde el otro lado es como un viaje por un archivo de historia oral de la Jamaica de los setenta y ochenta, que refleja en los pliegues del uso de su lengua ¡ªa veces dialecto jamaicano que ha sido traducido como espa?ol cubano¡ª la estratificaci¨®n social y la poes¨ªa del instinto de supervivencia.
¡°La lengua puede incluirte y excluirte. En Jamaica hablar un buen ingl¨¦s indica que perteneces a una clase o a otra, pero eso no significa que si no lo hablas seas un inculto o un idiota. Puede ser enga?oso: yo hablo buen ingl¨¦s y vengo de una clase media. No se dan cuenta de que el ingl¨¦s no es una lengua a la que todo el mundo tiene que aspirar. Es una herramienta cualquiera¡±, explica quien ha sido descrito como una mezcla entre Quentin Tarantino y William Faulkner.
Con decenas de personajes, entre ellos el mism¨ªsimo Bob Marley, el autor teje una jungla espesa de intereses, deseos y corrupciones, un cuadro impresionista que requiere distancia para ver la imagen n¨ªtida de un mundo preglobalizado que ya tej¨ªa su tela con dos ara?as hermanadas: la pol¨ªtica y el narcotr¨¢fico. ¡°Creo que a estas alturas los estadounidenses son los ¨²nicos que se sorprender¨¢n por los horrores de su propia pol¨ªtica exterior. Al menos en Cuba y en Jamaica lo tenemos bastante claro¡±, explica sobre el duro golpe que atesta a la CIA debido a su papel en el Caribe.
Su prosa es exigente y ¨¦l mismo ha querido incluir una hoja de ruta con los personajes al principio de este libro. ¡°No creo que los lectores vayan a seguir adelante de manera fluida con cada p¨¢gina. No deber¨ªan, de hecho. Hay confusi¨®n, los personajes se contradicen y la historia no encaja, pero eso es premeditado. No hay una autoridad que cuente una historia as¨ª. No estoy intentando posicionar ninguna de las voces como la verdadera. Los personajes a veces te toman el pelo como lector¡±, dice el autor.
Eso s¨ª, hay un gancho comercial en la figura de Marley. ?Un recurso f¨¢cil en una novela tan compleja? ¡°?Por qu¨¦ no iba a hacerlo? Es la persona m¨¢s famosa de Jamaica y nuestro embajador cultural. Y como embajador cultural me parece que no est¨¢ nada mal. Me di cuenta de que mucha gente no sab¨ªa que hab¨ªan intentado matarlo. A trav¨¦s de un icono podemos conocer una buena historia. Y la gente no sabe que adem¨¢s de cantante fue un revolucionario que muchos consideraron peligroso¡±, dice.
Mientras dibuj¨® este tapiz ultraviolento, Marlon James le¨ªa a James Ellroy, Marguerite Duras y a Virginia Woolf, a los que considera presentes indirectamente en el libro. Todo lo que dice James parece destinado a dinamitar las etiquetas que se le quieran colgar como jamaicano, negro y homosexual que dej¨® su pa¨ªs para instalarse en Estados Unidos, concretamente en Minneapolis.
¡°Cuando me fui de Jamaica dej¨¦ una sociedad pac¨ªfica. Yo era de clase media. Esta es una historia del oeste de Kingston y, s¨ª, es una historia violenta. Pero pensar que lo que aqu¨ª retrato es Jamaica es como pensar que ?frica es ¨¦bola cuando solo un 1 % de los africanos tiene esta enfermedad. Adem¨¢s, eso de que escap¨¦ de una tierra turbulenta para irme a Estados Unidos es falso, aunque solo sea porque Estados Unidos es bastante violento tambi¨¦n¡±.
Tampoco huy¨® por la persecuci¨®n contra un gay en un pa¨ªs considerado como de los m¨¢s hom¨®fobos del mundo. M¨¢s bien fue el aburrimiento el que le hizo partir, dice. De igual manera, su concepto de Breve historia de siete asesinatos es muy relativo. ¡°Para m¨ª es breve, porque daba para una trilog¨ªa. Pero bueno, fue m¨¢s una broma hacia esos diccionarios breves de Oxford que ten¨ªan tres tomos. Y la vida de los personajes s¨ª es breve. De los que empiezan el libro, apenas dos sobreviven las 200 primeras p¨¢ginas¡±.
Por eso, cuando uno acaba el libro arrebatado y exhausto le cuesta creer lo que oye cuando le pregunta si se considera optimista: ¡°Tengo cierta fe en el ser humano. Mis libros nunca acaban mal. Es una reconexi¨®n despu¨¦s de una desconexi¨®n. Esta es la tercera novela que termino con una voz femenina. Quiz¨¢ ellas deber¨ªan dominar el mundo¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.