La ni?a de ¡®El verdugo¡¯ se convirti¨® en dramaturga
Margarita S¨¢nchez ten¨ªa nueve meses cuando Berlanga la fich¨® para una de las joyas del cine espa?ol. Medio siglo despu¨¦s, prepara una obra de teatro para rendirle homenaje
?Qu¨¦ se siente habiendo formado parte del universo cinematogr¨¢fico de Luis Garc¨ªa Berlanga? Margarita S¨¢nchez (Madrid, 1963) pertenece al min¨²sculo grupo de privilegiados que lo tienen a fuego en su curr¨ªculo. No fue consciente de lo que significaba aquello, sin embargo, hasta unos a?os despu¨¦s. Era un beb¨¦ de apenas nueve meses cuando el director la fich¨® de extra en una de las joyas de su filmograf¨ªa, El verdugo. En el filme se la puede ver apenas un momento, en segundo plano. En brazos de su madre, las dos entran en una iglesia a la hora de misa. Bast¨® la ef¨ªmera experiencia para que su vida quedara ligada para siempre al recuerdo de aquella ni?a a la que le toc¨® la loter¨ªa por pura casualidad. "Fue un premio que gan¨® toda mi familia", recuerda, paseando por el asfalto de la calle del ?guila, el rinc¨®n madrile?o en el que ha vivido desde que naci¨® y que acogi¨® el rodaje de El verdugo. Medio siglo despu¨¦s, la ni?a es una autora teatral volcada en que su pr¨®xima obra, un homenaje a ese rinc¨®n de La Latina, pueda subirse a escena.
Hoy, ese c¨¦ntrico oasis urbano se mantiene ajeno al traj¨ªn de la gran ciudad, igual que lo encontr¨® el equipo de la pel¨ªcula cuando fueron al acecho de un escenario tranquilo y castizo. Creyeron que all¨ª lo encontrar¨ªan. En cambio, al llegar, lo primero que vieron fue un se?or mayor amenazando a todo aquel que osara pasar por la calle en la que estaban jugando tranquilamente sus nietos. El hombre no se imaginaba la oportunidad que le estaba brindado a su familia con su gesto protector. "El se?or mayor era mi abuelo, y los dos ni?os, mis hermanos mellizos de siete a?os", cuenta S¨¢nchez. Iban buscando precisamente a esa peculiar pareja de revoltosos infantes para que participaran como extras. "Remitieron al equipo a la Pepa, mi madre". La Pepa se lo tom¨® tan en serio que no solo col¨® en el filme a sus mellizos, sino que tambi¨¦n consigui¨® que salieran sus otras dos hijas y tambi¨¦n ella misma.?
El beb¨¦ mut¨® en dramaturga empe?ada en escribir sobre lo que conoce, su barrio, su gente, "cosas aparentemente sencillas que, sin embargo, tienen su complejidad", matiza. Curiosamente, tambi¨¦n coquetea de vez en cuando con un peculiar estilo con tintes sobrenaturales. As¨ª, de esa guisa entre el realismo y el m¨¢s all¨¢ se mueve Puntadas sin hilo, la obra que actualmente tiene en cartel. Para Margarita S¨¢nchez esa mezcla tan poco arm¨®nica tiene una sencilla explicaci¨®n. "Todos tenemos angustias, misterios, situaciones incontrolables de nuestras pasiones humanas".
Con su pr¨®ximo texto regresa al costumbrismo puro y duro, a la calle del ?guila de principios de los sesenta, al rodaje de la pel¨ªcula que convirti¨® a las gentes del centro de Madrid en estrellas ef¨ªmeras del celuloide. Obviamente, de aquella filmaci¨®n que revolucion¨® las vidas de sus vecinos no recuerda m¨¢s que las an¨¦cdotas de otros. S¨ª que sabe, porque lo palp¨® ya cuando tuvo uso de raz¨®n, de que se record¨® durante varias d¨¦cadas en la calle del ?guila. "Todo el mundo conoc¨ªa Hollywood y sab¨ªan que eso dar¨ªa beneficios al barrio".
Aquello provoc¨® una revoluci¨®n en el peque?o reducto urbano. An¨¦cdotas como que las mujeres empezaron a arreglarse m¨¢s. "Iban a la peluquer¨ªa por si acaso la gente del cine las encontraba, pero presum¨ªan de que ellas no, nunca quer¨ªan ni les interesaba. Pero era mentira, claro", relata S¨¢nchez. Durante su vida ha dado buena cuenta en su memoria de cada una de las historietas que le han contado sobre la filmaci¨®n del largometraje. En homenaje a ese peque?o ecosistema que tanto la ha marcado ha escrito La ni?a de El verdugo, un texto cuya representaci¨®n en las tablas est¨¢ todav¨ªa en el aire. A¨²n as¨ª, no cesar¨¢ en su empe?o porque llegue a ver la luz en los pr¨®ximos meses, y est¨¢ segura de que lo conseguir¨¢. Al fin y al cabo, a ella la fich¨® Berlanga a los nueve meses.
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