Almas muertas

Un fiscal que ha visitado escenas del crimen tan escalofriantes que se ha acorazado de nihilismo; su hija, obsesionada en convertir su anorexia en su personal arma frente al mundo ¡ªun mundo definido por la incomunicaci¨®n con el padre y la ausencia de la madre muerta¡ª, y una terapeuta y m¨¦dium con su propia carga de dolor, y un imponente perro de compa?¨ªa, son los tres personajes que la cineasta polaca Malgorzata Szumowska observa, con una compasiva frialdad no exenta de fino humor, en Cuerpo, su sexto largometraje, merecedor del premio a la mejor direcci¨®n, compartido con la rumana Aferim!, de Radu Jude, en la edici¨®n de 2015 del festival de Berl¨ªn. La relaci¨®n con el cuerpo es lo que define la identidad de los v¨¦rtices de este extra?o tri¨¢ngulo: el padre se ha convertido en una suerte de muerto en vida por puro contagio cotidiano con la muerte, la hija transforma su propio cuerpo en campo de batalla y la terapeuta encuentra su propio consuelo ¡ªy reparte consuelo a su alrededor¡ª abrazando una firme convicci¨®n en la trascendencia.

Szumowska, que habl¨® de homosexualidad y celibato eclesial en Amar¨¢s al pr¨®jimo (2013) y de prostituci¨®n universitaria en Ellas (2011), se interroga aqu¨ª sobre el lugar del alma, en clave de comedia negra. Mediante encuadres que parecen encontrar, en los degradados interiores de Varsovia, el almac¨¦n de toda la tristeza del mundo y una fragmentaci¨®n narrativa con el justo equilibrio de precisi¨®n y extra?eza, la pel¨ªcula avanza hasta culminar en un final perfecto, desbordante de sabidur¨ªa humanista e incisiva inteligencia, que encuentra en la pureza de la risa la forma m¨¢s cristalina de comprensi¨®n y di¨¢logo. Hay una gran directora en Cuerpo: valiente, capaz de transmitir la complejidad de sus personajes y de resolver con extrema lucidez una ecuaci¨®n aparentemente irresoluble.