Vigilad, de nuevo, los cielos

En Independence Day: Contraataque, la descomunal nave nodriza de una civilizaci¨®n extraterrestre dispuesta a exterminar a la humanidad parece aplicarle un letal abrazo de luchador turco al globo terr¨¢queo. Lejos de la tradicional ret¨®rica visual de esos platillos volantes que surcaron, y definieron, el cine de ciencia-ficci¨®n de los 50 ¡ªcon La Tierra contra los platillos volantes (1956) como gran modelo can¨®nico¡ª aqu¨ª la invasi¨®n avanza como una asfixia lenta, como si estuvi¨¦ramos viendo un espect¨¢culo de Ya?l? G¨¹re? ¡ªla centenaria lucha libre turca sobre el barro¡ª o el pasivo ¨¦xtasis de una garrapata succionando la sangre de su presa. Que nadie piense, no obstante, que Roland Emmerich se ha pasado al cine contemplativo: precisamente es esa idea lo que aporta un sustancial rasgo de originalidad al tradicional desfile de im¨¢genes apocal¨ªpticas que ofrece el cineasta, que, en esta ocasi¨®n, se desencadena en forma de pesadilla ralentizada, esbozando un nuevo imaginario que libera al espectador del trance de someterse al tan acostumbrado juego de redundancias en la nueva cultura de la secuela, el remake y el reboot.

Hace 20 a?os, Independence Day (1996) supuso algo parecido a una culminaci¨®n en la peculiar, y patol¨®gica, relaci¨®n de amor/odio que Emmerich parec¨ªa mantener con la herencia del blockbuster americano de los 80, con el modelo Spielberg a la cabeza. La pel¨ªcula asimilaba esas formas expresivas para revivir el viejo modelo del cine de invasiones alien¨ªgenas de los 50 en forma de levemente distanciada soflama patri¨®tica: al a?o siguiente, Starship Troopers (1997) de Paul Verhoeven dej¨® en evidencia las limitaciones de Independence Day tanto en cuestiones de estilo como de sofisticaci¨®n de discurso, pero, a pesar de todo, el tiempo no ha privado a esta ¨²ltima de seguir siendo la obra m¨¢s redonda en la trayectoria de su creador.

Independence Day: Contraataque deja que las dos d¨¦cadas de distancia entre modelo y secuela pesen en una ficci¨®n que recupera, en clave post-traum¨¢tica, a un buen n¨²mero de los personajes principales de Independence Day. Hay buenas ideas ¡ªla apropiaci¨®n terr¨¢quea de tecnolog¨ªa alien¨ªgena¡ª y secundarios delirantes marca de la casa ¡ªel Se?or de la Guerra africano¡ª, pero prevalece la impresi¨®n de haber pasado de una pel¨ªcula acontecimiento a la algo atropellada resurrecci¨®n de una franquicia, mucho m¨¢s marcada por la urgencia corporativa que por necesidad de discurso. Por lo menos no estamos ante una fotocopia cara, ni ante un blockbuster con metraje gratuitamente desaforado.