¡°Las historias est¨¢n enfrente, no en lugares remotos¡±
A los 53 a?os, el cronista colombiano se ha granjeado una fama en Latinoamerica que todav¨ªa no ha terminado de echar ra¨ªces en Espa?a
?Qui¨¦n es ese hombre de gafas del que tanto hablan? A menudo lleva unas de montura fina y cristales cuadrados, las que un estr¨¢bico usa a diario. En los d¨ªas de sol aparece con unos lentes de cristales tintados que le dan el aspecto de un ciego, pero es solo una ilusi¨®n. ¡°Tiene una mirada portentosa¡±, lo elogia un escritor espa?ol. Jon Lee Anderson dice de ¨¦l que es el ¡°cronista de cronistas¡± y Leila Guerriero lo describe como ¡°un contador de historias magn¨¦tico¡±. El caso es que ve, incluso demasiado.
A los 53 a?os, el colombiano Alberto Salcedo Ramos se ha granjeado una fama en Latinoamerica que todav¨ªa no ha terminado de echar ra¨ªces en Espa?a. Para acabar con este hurto a los lectores la editorial Pepitas de calabaza acaba de publicar una recopilaci¨®n de sus mejores cr¨®nicas en un libro titulado Viaje al macondo real. Introducirse en el mundo de Salcedo es escarbar en el realismo m¨¢gico de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, con todo su sabor caribe?o, aunque quit¨¢ndole lo imaginario y dejando todo lo real, que ya es bastante.
En sus historias, los personajes acaban siendo seres ¨²nicos, de los que no hay dos. Emiliano Zuleta, el compositor de La gota fr¨ªa que no sab¨ªa leer ni escribir, es un hombre que ¡°a los 86 a?os conoci¨® el aburrimiento¡±, cuando los m¨¦dicos lo alejaron del ron y las mujeres. El boxeador Lupe Pintor arrastra el fantasma de Johnny Owen, un pelirrojo al que mat¨® en el cuadril¨¢tero. ¡°Qui¨¦n quiera saber cu¨¢nto pesa un muerto¡±, escribe Salcedo Ramos, ¡°que venga y le pregunte a Lupe Pintor¡±. Y Guillermo Vel¨¢squez, El Chato, es el ¨²nico ¨¢rbitro del mundo que no solo expulsa a los futbolistas, sino que tambi¨¦n los noquea.
Salcedo no empez¨® a leer hasta la adolescencia y eso ha llenado sus textos del ruido original de la calle. ¡°Nac¨ª en Barranquilla, que es una ciudad, pero me cri¨¦ en Arenal, que es un pueblo, donde no hab¨ªa mucho que hacer. Una de las diversiones era salir a escuchar, a ver qu¨¦ pasaba en la calle. Crec¨ª con la idea de que las grandes historias est¨¢n frente a uno, no en alg¨²n lugar remoto. Me interesa la cotidianidad y la quiero contar¡±, dice ante un caf¨¦ cortado, en una coqueta librer¨ªa de la Ciudad de M¨¦xico.
¡°Te digo con desverg¨¹enza que el escritor de no ficci¨®n es camale¨®nico¡±
En corto, Salcedo Ramos es guas¨®n, ingenioso, inteligente y, cuando te quieres dar cuenta, ya te ha envuelto en su ret¨®rica de la que no es nada f¨¢cil escapar. Dice que le tiene p¨¢nico a la expresi¨®n oral pero cuesta creerlo. Hay algo en ¨¦l de pavo real que corteja. ¡°Te digo con desverg¨¹enza que el escritor de no ficci¨®n es camale¨®nico. Si me acerco a un bandeonista, mi alma se vuelve bandeonista. Si me acerco a un boxedor, tiro pu?itos. Cuando te acercas a alguien que te va a contar una historia hay que seducirla¡±, desvela. Como hoy se le acerc¨® un andaluz, dice que le gusta el gazpacho.
En Salcedo Ramos, premio Ortega y Gasset y Premio de Periodismo Rey de Espa?a, el periodista y el personaje acaban mimetiz¨¢ndose, y atan su destino. La fauna que habita las historias de Salcedo est¨¢ formada por sonados, alcoh¨®licos, perdedores, estrafalarios, mani¨¢ticos, todos los raros que habitan este mundo pero que tienen algo maravilloso que contar. ¡°Uno escoge personajes a los que se parece, aunque pese¡±.
¡°Mi sue?o es recorrer ?frica y entablar un di¨¢logo con las ra¨ªces¡±
Despu¨¦s de ver la realidad a trav¨¦s de esos anteojos que hoy se ajusta de vez en cuando para atrapar alguna idea que se queda en el aire, toca cincelar la piedra con esp¨ªritu estajanovista. Se levanta temprano, se ba?a y toma caf¨¦, sintiendo entonces que el cerebro est¨¢ listo para comenzar a escribir. ¡°Dec¨ªa Hemingway que el escritor es como un pitcher de las grandes ligas. Debe tener el brazo bien caliente porque si no, nunca va a tirar strikes. Me gusta esa analog¨ªa¡±, se?ala. Tambi¨¦n es un gran lector: ¡°La lectura es el estado ideal para todos nosotros. Cuando uno escribe tiene responsabilidades, cuando lee no. Es como ser abuelo: amor sin deberes¡±.
?D¨®nde escribir¨¢ sus pr¨®ximas historias? ¡°Mi sue?o es recorrer ?frica y entablar un di¨¢logo con las ra¨ªces originarias del tambor africano, el tambor que vino a Am¨¦rica en tiempos del esclavismo¡±. El que se lo cruce pensar¨¢ que es otro blanco despistado, ignorando que detr¨¢s de esas gafas de ciego lo est¨¢ viendo todo, como un Daredevil caribe?o.
Babelia
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