Asco
Me gustar¨ªa dejar de fumar si me compensa seguir vivo, pero me pone enfermo el entusiasmo de los Gobiernos para demonizar lo que durante tantos a?os publicitaron
Mi reproducci¨®n de la frase no es exacta, pero creo haberla le¨ªdo en Onetti. Dec¨ªa algo as¨ª como: ¡°Soy un hombre que fuma en la oscuridad y apoyado en una pared". Y voy a releer una obra maestra de Italo Svevo titulada La conciencia de Zeno, la historia de un comerciante de Trieste, que ve pasar la vida sin que le haya ocurrido nada de lo que ¨¦l so?aba, y que desde su juventud hasta su muerte, en medio de deseos y renuncias, solo formula una promesa inquebrantable: ¡°Ma?ana dejar¨¦ de fumar¡±. No lo hace, por supuesto. La palma fumando.
S¨¦ que este monstruo que otorga tanto placer llamado tabaco (otros no dan ni eso, solo te joden) puede causar da?os progresivos, rotundos o irreversibles en tu cuerpo. Dudo que minen el esp¨ªritu. Pero bueno, en mi lamentable caso empec¨¦ a fumar a los doce a?os y he cumplido sesenta y tres. Me tengo merecido lo que venga debido a mi irresponsabilidad y el desprecio hacia mi salud.
Y me gustar¨ªa dejar de fumar si me compensa seguir vivo, pero me pone enfermo el entusiasmo de los Gobiernos para demonizar lo que durante tantos a?os publicitaron. Y te afirmas en que todo debe ser una cuesti¨®n de pasta, que aunque se lleven no s¨¦ cuanto de los cinco euros que pago por paquete, debe de ocurrir que a lo mejor no les cuadran las cuentas con lo que pagan a la Seguridad Social por los efectos nicot¨ªnicos.
Y en este ej¨¦rcito de profesionales del terror (no he escrito s¨¢dicos ni c¨ªnicos, ni que se metan un par de rayas para ser imaginativos), ahora han dado con la soluci¨®n m¨¢s brutal. Sacan beb¨¦s en las cajetillas de tabaco. Una criatura rubia con mirada desolada y en la boca un chupete que se transforma en un cigarro y un ni?o muy peque?o que llora a ese padre moribundo y lleno de cables. Pero siguen sin colocar h¨ªgados cirr¨®ticos en las botellas de alcohol. Son asquerosos estos ap¨®stoles de la salud.
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