Silencio emocionado en Pamplona

Sucedi¨® lo que parec¨ªa imposible: la festiva y bullanguera plaza de Pamplona guard¨® un emocionado minuto de silencio a la memoria del torero V¨ªctor Barrio. A las seis y media se plantaron los toreros en la puerta de cuadrillas con el semblante serio y crespones de luto en las mangas de las chaquetillas. Todos se desmonteraron con solemnidad en se?al de respeto. Al tiempo que comenz¨® el pase¨ªllo, los espectadores se levantaron de sus asientos y acompa?aron a los toreros con una cerrada y sentida ovaci¨®n. Cuando el cortejo se plant¨® ante la presidencia, call¨® el jolgorio, y son¨® la pieza Silencio, interpretada por la pe?a Los del Bronce. Fue un recuerdo precioso que dice mucho y bien de la grandeza de esta plaza.

Despu¨¦s, sali¨® el toro y todo se derrumb¨®. No estaban, ciertamente, los ¨¢nimos de los toreros para grandes gestas; no era d¨ªa para torear cuando lo que pesa es el dolor y la imagen del compa?ero fallecido, pero la corrida de Pedraza de Yeltes no ayud¨® de principio a fin.

Fachada, mucha estampa, trap¨ªo para dar y regalar; toros grandones, impresionantes desde el tendido, pero sin clase ni bravura en las entra?as. De incierto comportamiento, mansos en los caballos, descastados, corto recorrido y agotados en el tercio final, no colaboraron para que la tarde se hubiera convertido en un recuerdo triunfal. No pudo ser.

Qu¨¦ mal trago para Curro D¨ªaz vestirse de luces un d¨ªa despu¨¦s de haber sido testigo directo de la tragedia. Por much¨ªsimo menos se da cualquiera una semana de baja. Pues all¨ª estuvo el torero, en cumplimiento de su deber y con el ¨¢nimo aparentemente dispuesto para dejar detalles de su innato buen gusto. Su lote fue inservible, lo que no impidi¨® que dibujara en su primero varios muletazos pre?ados de elegancia despu¨¦s de brindar al cielo. Volvi¨® a intentarlo ante el muy manso cuarto y solo pudo esbozar una buena tanda de derechazos.

Afanoso se mostr¨® Fandi?o ante el sos¨ªsimo segundo, al que hab¨ªan banderilleado con brillantez Iv¨¢n Garc¨ªa y V¨ªctor Manuel Mart¨ªnez. Lo intent¨® con ¨¢nimo renovado ante el quinto, que se movi¨® en los primeros compases del ¨²ltimo tercio. Llam¨® la atenci¨®n con un par de tandas r¨¢pidas, pero todo lo estrope¨® con el estoque.

No se arredr¨® Del ?lamo antes el impresionante y soso tercero, pero su labor no alcanz¨® vuelo; m¨¢s nobleza y recorrido mostr¨® en principio el sexto, aunque la condici¨®n le dur¨® poco, el tiempo justo para que el torero justificara su buena disposici¨®n, emborronada con el descabello.