El tesoro secreto de David Bowie
La subasta de la colecci¨®n de arte contempor¨¢neo del cantante revela una de sus facetas menos conocidas
La cita es el 10 y el 11 de noviembre, en la sede londinense de Sotheby¡¯s: se subasta la colecci¨®n de arte de David Bowie, m¨¢s algunas extraordinarias obras de su mobiliario, en total unas 400 piezas. Tiene car¨¢cter de gran evento: para abrir el apetito, se exhibir¨¢ previamente en Londres, Los ?ngeles, Nueva York y Hong Kong.
Seg¨²n el dicho, "La hierba siempre es m¨¢s verde al otro lado de la valla", David se zambull¨® en el mundo del arte en los a?os noventa, una vez pasada su etapa de m¨¢xima popularidad como cantante. En portadas y escenograf¨ªas ya hab¨ªa mostrado su sensibilidad por el arte contempor¨¢neo, pero en esa d¨¦cada se apunt¨® al consejo editorial de la revista Modern Painters y entrevist¨® a Balthus, Damien Hirst, Jeff Koons o Tracey Emin. Esta ¨²ltima le ofreci¨® consejos para su propio crecimiento como artista visual.
Formado en la School of Art de Croydon, Bowie pint¨® y dibuj¨® de forma intermitente, guardando cuidadosamente todo lo que produjo. Incluso le sirvi¨® como terapia para sus ocasionales bloqueos creativos: ¡°De alguna manera, trabajar sobre una superficie en blanco me ayudaba a resolver mis dudas musicales". Consciente de que hab¨ªa demasiados cantantes convertidos en pintores aficionados, Bowie mantuvo un perfil bajo y solo expuso en 1995, en una galer¨ªa de Cork Street, entonces el centro del negocio del arte en Londres.
Un recuerdo personal: a finales del siglo XX, resultaba duro charlar con Bowie sobre cuestiones musicales, aunque la excusa para el encuentro fuera el lanzamiento del ¨¢lbum Hours. Se interesaba m¨¢s por la actualidad de los grandes museos espa?oles. Con falsa inocencia, preguntaba si podr¨ªa visitar el Guggenheim bilba¨ªno un lunes, para disfrutar en soledad de sus tesoros.
Seg¨²n el chiste, "Comprar arte es la se?al con la que Dios avisa de que una estrella de rock tiene demasiado dinero". Como en todo, Bowie fue extremadamente precavido en el mundo del arte: utiliz¨® sus encantos, aprovech¨® sus amistades y, en general, compr¨® barato. Ten¨ªa obras modestas de Rubens y Tintoretto, pero reconoc¨ªa que carec¨ªa de capital suficiente para aspirar a cuadros de Dal¨ª, Francis Picabia, Georges Braque y dem¨¢s grandes nombres del siglo XX, "ni siquiera pregunto por los precios de David Hockney o Lucien Freud".
Aunque se negaba a especializarse, acumul¨® abundantes creaciones de pintores brit¨¢nicos: Peter Lanyon, Patrick Cauldield, Stanley Spencer. Tambi¨¦n busc¨® las im¨¢genes londinenses de Leon Kossoff y los paisajes de John Virtue o William Nicholson. Manifestaba especial devoci¨®n por los ¨¢speros retratos de Frank Auerbach, uno de los escasos ni?os jud¨ªos a los que se permiti¨® emigrar de Alemania en 1939; seg¨²n Bowie, "Auerbach pinta como a m¨ª me gustar¨ªa sonar".
Demostr¨® agilidad para las oportunidades. En 1994, hubo una agria pol¨¦mica en Reino Unido por Croatian and muslim, una denuncia del escoc¨¦s Peter Hewson sobre las violaciones en las guerras de la antigua Yugoslavia: a pesar de que era un encargo, el Imperial War Museum rechaz¨® adquirir el cuadro y Bowie se lo llev¨® por 18.000 libras. Tras participar como actor en la pel¨ªcula Basquiat, consigui¨® hacerse con Air power, obra del pintor de Brooklyn que ahora ha multiplicado su valor y podr¨ªa alcanzar cerca de cuatro millones de euros.
David no se presentaba como un coleccionista sistem¨¢tico: declaraba que compraba ¡°de forma obsesiva, adictiva¡±. Era consciente de que abundaban los cr¨ªticos y los marchantes desairados que le atacaban por su eclecticismo, alegando que no hab¨ªa coherencia en sus compras. Su respuesta era que no funcionaba como un comisario de exposiciones, buscando conexiones o planteamientos panor¨¢micos: echaba mano a la chequera cuando encontraba cuadros que le golpeaban emocionalmente, que le hac¨ªan reaccionar.
Ten¨ªa sus prevenciones respecto al arte conceptual. Pose¨ªa una copia de un famoso readymade de Marcel Duchamp ? bruit secret, pero se preguntaba si tales ocurrencias no eran una sigilosa confesi¨®n de las carencias de Duchamp como pintor. Con todo, estaba dispuesto a burlarse de las jerarqu¨ªas art¨ªsticas. Particip¨® en una memorable farsa: la reivindicaci¨®n de Nat Tate, un ¡°expresionista abstracto¡± que supuestamente se suicid¨® en 1960; Bowie ley¨® en p¨²blico fragmentos de una biograf¨ªa firmada por William Boyd, un libro que era pura ficci¨®n. No exist¨ªa el tal Nat Tate pero, durante unas horas, muchos enterados alegaron estar perfectamente al tanto de su vida y obra.
Socialmente, parec¨ªa preferir la compa?¨ªa de la gente del arte a la de los m¨²sicos, a los que ¨²nicamente recurr¨ªa cuando llegaba la hora de grabar o actuar. La tropa del rock tend¨ªa a ser monotem¨¢tica y adem¨¢s pod¨ªan arrastrarle a los viejos excesos. Dicho sea con todas las salvedades: algunos de sus amigos del arte no eran precisamente modelos de sobriedad.
Entre algunos de los ¨ªntimos de David, la noticia de la subasta ha causado consternaci¨®n.? Consideran endeble la excusa de los herederos: que la colecci¨®n necesita un espacio del que carecen. Cabe imaginar, sin embargo, que alguien tan previsor como Bowie asum¨ªa que su museo particular se iba a dispersar. Seg¨²n la viuda e hijos, siempre hab¨ªa facilitado el pr¨¦stamo de las obras que pose¨ªa para exposiciones antol¨®gicas. Y la familia se queda con un n¨²mero de piezas por motivos personales.
Creaciones de pacientes de una cl¨ªnica psiqui¨¢trica
La salida al mercado de la colecci¨®n de arte de David Bowie ha enfrentado a los dos gigantes del mercado, Christie's y Sotheby's. El segundo se ha llevado finalmente el gato al agua y est¨¢ preparando un voluminoso cat¨¢logo, Bowie / Collector, que costar¨¢ 110 libras (131 euros) con retratos de 267 cuadros y unas 120 esculturas y piezas de mobiliario.
Se ha dividido el conjunto en tres bloques. La tercera puja incluir¨¢ joyas del dise?o como el est¨¦reo de los hermanos Castiglioni y creaciones del Memphis Group milan¨¦s.
Aparte de las piezas comercialmente m¨¢s apetitosas, firmadas por Jean-Michel Basquiat o Damien Hirst, encontraremos al Bowie que exploraba el arte africano contempor¨¢neo o el llamado art brut (en su caso, creaciones de los pacientes de la cl¨ªnica psiqui¨¢trica Gugging, en Viena).
Antes de que se desperdiguen, alguien deber¨ªa escribir una cr¨®nica de las andanzas de Bowie como coleccionista. Se sabe que su fama le permit¨ªa acceso directo a los estudios, lo que se traduc¨ªa en precios-de-amigo. Al menos, cumpl¨ªa con la promesa de no especular con las obras: detestaba el concepto de "arte como inversi¨®n econ¨®mica".
Con algunos artistas hubo colaboraciones de ida y vuelta. Derek Boshier realiz¨® la portada del disco Lodger, en 1979, y al a?o siguiente pint¨® al Bowie que encarnaba al Hombre Elefante en Broadway. Con Damien Hirst, confeccion¨® un spin painting titulado Beautiful hallo spacee-boy painting. Y Tony Hoursler dirigi¨® el melanc¨®lico v¨ªdeo para su canci¨®n Where are we now?
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.