Venecia se la juega
La Unesco lanza un ultim¨¢tum a Italia por no impedir el tr¨¢nsito de cruceros ni el turismo masivo
No cabe un alma m¨¢s. El vaporetto de la l¨ªnea uno navega repleto por el Gran Canal, hacia la Plaza de San Marcos: turistas y residentes viajan como sardinas enlatados. A la altura de Rialto, el responsable de abrir y cerrar la puerta de ingreso pide casi un milagro: ¡°Empujen, empujen; busquen espacio al fondo¡±. La gente, cabreada, da empujones; muchos usan los codos. Hace un calor africano y son apenas las ocho de la ma?ana de un lunes de julio. Cuando la nave de transporte p¨²blico llega a la cuenca de San Marcos, pasa muy cerca un enorme crucero y todos, o casi todos, se quedan boquiabiertos.
Los viajeros del vaporetto parecen hormigas delante del gigante marino, cuyos hu¨¦spedes no dejan de saludar y de disparar fotos. La escena se repite cada d¨ªa en la vieja urbe, al borde del colapso por culpa del exceso de turismo que, contrasta con el ¨¦xodo de residentes. Se ha convertido en un Disneyland de callecitas y canales, una especie de museo al aire libre, colmado de turistas y de tiendas de m¨¢scaras venecianas, que, de venecianas no tienen nada, pues proceden de China.
El turismo masivo se ha convertido en el arma de doble filo. En el ¨²ltimo a?o hicieron las maletas 327 residentes. El n¨²mero oficial de habitantes es de 56.356, aunque podr¨ªan ser mucho menos, porque muchos son propietarios de una segunda casa, que utilizan apenas un par de semanas al a?o. En 1951 viv¨ªan en la ciudad lacustre 174.808 personas. A este ritmo, Venecia parece condenada a quedarse sin habitantes y seguir invadida de peregrinos. A ello se suma el tr¨¢fico descontrolado y ca¨®tico sobre el Gran Canal -incluidos los monstruos marinos, taxis y otras embarcaciones privadas-, las alteraciones de la laguna, la falta de una estrategia para controlar el turismo, la posible creaci¨®n de nuevos canales para el tr¨¢fico comercial y de gigantescos cruceros. Y c¨®mo no, el proyecto Mois¨¦s, la gran obra de ingenier¨ªa que promet¨ªa salvar Venecia de las mareas altas ahora investigado por presunta corrupci¨®n. Esos son los peligros que advierte la Unesco en su asamblea de la pasada semana en Estambul.
El tir¨®n de orejas es para Italia y el gobierno local. El ultim¨¢tum para cambiar es de siete meses de plazo, hasta el 1 de febrero de 2017 y es consecuencias de las alertas lanzadas por la organizaci¨®n Italia Nostra a la Unesco. De lo contario, Venecia y su laguna -Patrimonio de la Humanidad desde 1987- se podr¨ªa unir a la lista de sitios en peligro como Damasco y Alepo, en Siria, o bas¨ªlica de la Natividad, en Jerusal¨¦n. ¡°El gobierno no tiene ninguna estrategia, el tiempo se ha acabado y debe actuar para salvar Venecia¡±, advierte la organizaci¨®n.
El actual alcalde, el empresario conservador Luigi Brugnaro, sin embargo, no parece tener muy clara la estrategia. Dice que la Unesco tiene raz¨®n y que hace falta m¨¢s dinero y tambi¨¦n que ¡°tiene los cojones llenos¡± de tanto escuchar cr¨ªticas. Sus proyectos, sin embargo, son expansivos, como impulsar la isla del Lido, crear un parque tem¨¢tico cerca del aeropuerto Marco Polo de Venecia o un nuevo estadio.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.