Metaf¨ªsica de la raza y de la guerra
El fil¨®sofo camerun¨¦s Achille Mbembe analiza las ¡°pol¨ªticas de la enemistad¡±, el racismo que se instala como pol¨ªticas de estado
En estos momentos en que tenemos m¨¢s preguntas que respuestas al problema del racismo que se instala como pol¨ªticas de estado en ciertas partes del planeta, que pone en duda los principios fundamentales de la democracia, la hospitalidad y la continuidad de la vida, toca interrogarnos sobre estas ¡°pol¨ªticas de la enemistad¡±, como las llama Achille Mbembe, fil¨®sofo camerun¨¦s (1957), autor fundamental en los estudios de post-colonialismo o descolonialidad, como se prefiere llamar a estas nuevas escrituras del continente africano que intentan dibujar un mapa de la dominaci¨®n y la exclusi¨®n.
No solo se trata de comprender c¨®mo se forman ciertos m¨¦todos del pensamiento occidental, que se manifiesta en muchos casos como ¡°un patrimonio com¨²n¡±, sino poner al desnudo las estructuras ocultas tras una l¨ªnea divisoria, una herida, una escisi¨®n o zonificaci¨®n en ¡°zonas de ser y no ser¡±, poblaci¨®n excedente que, en pleno neoliberalismo, es invisible, vive en una pobreza abyecta y est¨¢ condenada a desaparecer. No se trata tampoco de de-construir tanto como de encontrarle una raz¨®n a esa separaci¨®n neur¨®tica, casi esquizofr¨¦nica, que nos inspira esta divisi¨®n. ?Es posible que hayamos dividido el mundo en una parte solar y otra nocturna? Para Achille Mbembe la idea de raza que subyace en el concepto de ¡°negritud¡± propuestos por Aim¨¦ C¨¦saire y L¨¦opold Senghor, es una operaci¨®n de la imaginaci¨®n, un lugar de encuentro con la parte de sombra y la regi¨®n oscura de nuestro inconsciente. A este concepto de ¡°negritud¡±, como esencia y como ontolog¨ªa (una psique), Mbembe opone una teor¨ªa de la similitud, de lo com¨²n, m¨¢s que dejarse encerrar en la idea de la diferencia como una inmanencia.
No podemos seguir pensando nuestro presente dejando de la lado a toda la poblaci¨®n africana que busca unirse a la marcha del mundo, ni ofrecer a la guerra otra forma m¨¢s cruel de dominaci¨®n, bajo el concepto de democracia y defensa de derechos humanos que, a manera de purga, sigue interpretando con los instrumentos cl¨¢sicos de la raz¨®n occidental y donde el racismo es el ingrediente m¨¢s corrosivo de esta forma de la subjetividad europea. La guerra se ha convertido en una pol¨ªtica del ¡°subsuelo colonial¡±, una manera de preservaci¨®n viril, porque es justo ah¨ª, cuando Mbembe habla de la ¡°colonialidad¡± como un refuerzo de la virilidad del hombre europeo, que se hace interesante e inicia una especie de ¡°afrocentrismo epistemol¨®gico¡±, por llamarlo de alguna manera. En lugar de pensar en peque?as comunidades autistas, tendr¨ªamos que tender puentes, iniciar lo que ser¨ªa la ¡°cura¡± propuesta en el an¨¢lisis cl¨ªnico que hizo Frantz Fanon de la pol¨ªtica, y bajo la mirada del cual Mbembe escribe su Pol¨ªticas de la enemistad. Esta cura servir¨ªa para terminar con esa brecha ps¨ªquica que nos separa los unos a los otros, hundi¨¦ndonos en el nihilismo y la l¨®gica destructora de la guerra. ?C¨®mo entonces instaurar una nueva matriz hist¨®rica que, sin ignorar la tradici¨®n africana, impida esa fragmentaci¨®n del cuerpo negro? Mbembe hizo una cr¨ªtica sobre los cimientos de la raz¨®n occidental que se remonta a la ¨¦poca grecolatina, y a la pretensi¨®n de ¡°raz¨®n pura¡± de Kant que cuestiona al decirnos que todos somos ¡°seres de frontera¡±, en contacto con otros rostros que nos exigen mirar y envolver a ese ¡°otro¡± en la mirada.
Esa fue otra idea fundamental de Frantz Fanon en su libro Piel negra m¨¢scaras blancas, en el cual plantea este elemento neur¨®tico de raz¨®n apasionada que se parece a algunas sicosis, y a trav¨¦s del cual una cultura se inventa un enemigo, una l¨®gica del deseo y la fobia. Lo propio del racismo, contin¨²a Mbembe, es inventar un doble, un sustituto, un equivalente , una m¨¢scara, un simulacro. Ante esta ¡°biologizaci¨®n del cuerpo negro urge una nueva subjetividad que facilitar¨ªa una revoluci¨®n en el lenguaje de la percepci¨®n para un devenir nuevo, aceptando la exposici¨®n a ese Otro, integr¨¢ndolo como parte constitutiva. De esa manera renunciar a la estructura violenta de nuestro pensamiento, hecho de evasiones, de neurosis sociales construidas sobre la denigraci¨®n de un semejante como objeto fetiche y potencia f¨¢lica, experiencia abismal de la subjetividad europea.
La pregunta clave de esta raz¨®n occidental estar¨ªa estigmatizada por la pregunta: ?por qu¨¦ no es como yo? Reescribir la historia tendr¨ªa que pasar por tener en cuenta esas voces sometidas, expulsadas, no reveladas a nuestra conciencia, en el cuarto oscuro de la representaci¨®n. Si bien una reparaci¨®n (o cura) total no ser¨¢ posible (la huella en la memoria ha sido traum¨¢tica), se trata de una escritura que deje de inscribirse en la l¨®gica de amos y esclavos, este ¨²ltimo, como conjunto de pulsiones irracionales y como peligro. Salir del servilismo hacia la libertad exige un trabajo sutil de memoria y de narraci¨®n, a trav¨¦s de otros dispositivos en una sensibilidad marcada por el colonialismo. La raza, dice Mbembe, entendida tambi¨¦n como dispositivo econ¨®mico, construye un cuerpo an¨®nimo, como combustible, un doble de la naturaleza, que a trav¨¦s del trabajo se convierte en reserva natural. Quiz¨¢s la reparaci¨®n empieza por dejar de detestar lo que tenemos de sensual y de instinto en el cuerpo, empezar por dejar que esa parte, a la que renunciamos con una idea de civilizaci¨®n, deje surgir una nueva manera de relacionarnos, un nuevo equilibro de nuestras ¡°reservas de vida¡±, que dar¨ªan lugar a una verdadera equidad y una comunidad de semejantes y no de desiguales.
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