William Eggleston, sobran las palabras
La National Portrait Gallery dedica una exposici¨®n a los retratos del controvertido artista, pionero del color y leyenda viva de la fotograf¨ªa
Dice fotografiar de la misma forma a una persona que a una gasolinera. De forma r¨¢pida, instintiva, y sutil, sin apenas dar tiempo a que la persona fotografiada se percate, reaccione y comience a posar. Dispara una sola vez a su objetivo; m¨¢s, ser¨ªa causa de confusi¨®n para ¨¦l. En su af¨¢n por buscar la belleza, y lo extraordinario en lo cotidiano y banal, William Eggleston (Memphis, Tennessee, Estados Unidos 1939), democratiz¨® la fotograf¨ªa tratando todas sus obras de la misma manera. As¨ª en las im¨¢genes de este pionero del color, considerado hoy en d¨ªa como una leyenda viva, se percibe la distancia impuesta por una mirada neutral, donde sorprendentemente lo trivial se torna en trascendental; lo sencillo en excelso.
Pero es justo esa ambivalencia y neutralidad lo que ha hecho que su fotograf¨ªa parezca lo suficientemente inhumana, para algunos, como para ser calificada como 'retrato'. Sin embargo, esta caracter¨ªstica resulta muy significativa para Phillip Prodger, comisario de William Eggleston Portraits, que exhibe 100 obras del artista en la National Portrait Gallery de Londres. Se trata de la primera exposici¨®n dedicada a sus retratos. ¡°Eggleston nos hace sentirnos inc¨®modos ante algunas de las presunciones en las que se establece la pr¨¢ctica del retrato¡±, escribe el comisario en el cat¨¢logo que acompa?a a la muestra. ¡±El retrato fotogr¨¢fico gravita hac¨ªa la similitud ¨C se supone que mirar una fotograf¨ªa n¨ªtida, de cabeza y hombros, de alguien con una biograf¨ªa conocida a una distancia ¨ªntima, debe revelarnos algo sobre su persona. Mirar a los ojos del modelo podr¨ªa equivaler a penetrar en su alma-. ?Pero qui¨¦n podr¨ªa asegurar que en ese momento, a esa distancia, en ese lugar, desde ese ¨¢ngulo, una fotograf¨ªa nos dice algo acerca de esa persona, de sus motivaciones, de su pensamiento? Eggleston es el ant¨ªdoto para esos grandes conceptos¡±.
En un intento por parte del comisario de analizar los retratos de Eggleston, bajo par¨¢metros convencionales, Prodger plante¨® al artista la posibilidad de que detr¨¢s del retrato de su hijo William III durmiendo, existiese una reflexi¨®n sobre la infancia, la naturaleza de la familia o la responsabilidad de ser padre. ¡°Es algo mucho m¨¢s ambiguo que eso¡±, respondi¨® el artista. A sus 77 a?os el fot¨®grafo sigue siendo un rebelde. Capaz de generar controversia ante la posibilidad de que sus retratos puedan ser vistos de forma convencional. Y en cierta forma lo consigue; sus im¨¢genes provocan m¨¢s preguntas que respuestas. Rechaza de lleno el concepto, que ha dominado la fotograf¨ªa desde principios del siglo XX y que tiene su origen en el movimiento rom¨¢ntico, por el cual la obra queda encapsulada en el estado emocional del artista. ¡°Para Eggleston no hay conexi¨®n alguna entre su estado mental privado y su obra. Va aun m¨¢s lejos: incluso si su actitud de creador afectase a una de sus im¨¢genes en particular, no existe ning¨²n motivo para pensar que el espectador lo va a entender¡±, escribe Prodger.
Enemigo ac¨¦rrimo de lo obvio, la controversia ha estado muy presente en la vida de este elusivo artista. Han pasado ya 40 a?os desde que The New York Times proclamar¨¢ su primera exposici¨®n individual, que tuvo lugar en el MoMA en 1976 ¡°la exposici¨®n m¨¢s odiada del a?o¡±. ¡°Perfectamente banal¡±, as¨ª la describ¨ªa su cr¨ªtico Hilton Kramer, El fot¨®grafo desafiaba entonces las convenciones a trav¨¦s del uso del color, esa nueva frontera que se alz¨® dentro del mundo art¨ªstico de la fotograf¨ªa en los a?os 60 y 70 y que solo una nueva generaci¨®n estaba dispuesta a atravesar. ¡°La fotograf¨ªa en color es vulgar ¡° hab¨ªa declarado Walker Evans en 1959. ¡°Si no puedes hacer que sea buena, que sea roja¡± ironizaba Ansel Adams en contra de Eggleston, despu¨¦s de escribir una carta al comisario de la muestra, John Szarkowski, mostrando su consternaci¨®n. ¡°El color es una mierda¡± espet¨® a Eggleston su admirado Cartier- Bresson la primera vez que se vieron.
Heredero de Duchamp no solo convert¨ªa en arte lo banal y cotidiano, sino que lo hac¨ªa en color, algo asociado entonces a la fotograf¨ªa comercial y a los aficionados. Al fin y al cabo el mundo existe en color y est¨¢ plagado de cosas triviales se planteaba. Gracias a la t¨¦cnica del dye transfer (transferencia de tintes), en aquello d¨ªas utilizada ¨²nicamente con fines comerciales, Eggleston consigui¨® intensificar aun mucho m¨¢s el colorido aumentando el poder expresivo de sus im¨¢genes.
Encontr¨® su inspiraci¨®n en su tierra natal, en el delta del Mississippi, donde aun mantiene su hogar. Compr¨® su primera c¨¢mara en 1957 despu¨¦s de haber estudiado arte, sin obtener ninguna titulaci¨®n. Y gracias a su obstinaci¨®n por seguir su propio camino, y la de otros que lo fueron tanto como ¨¦l, la fotograf¨ªa es hoy en d¨ªa lo que es. Ha inspirado a toda una generaci¨®n, entre los que se encuentran fot¨®grafos como Juergen Teller o cineastas como David Lynch o Sofia Coppola. Alejado del documento social, no persigue ninguna historia o tema en concreto. Son im¨¢genes transitorias que nos mantienen en tensi¨®n como retazos de la memoria. Su ambig¨¹edad permite muchas interpretaciones. Nunca titula sus obras- aunque en esta ocasi¨®n el comisario se ha permitido la licencia de revelar la identidad de algunos de los fotografiados-.
?La fotograf¨ªa tiende a mostrar m¨¢s de lo que puede explicar. As¨ª lo manifiesta Eggleston en el documental dirigido por Michael Almereyda, William Eggleston in The Real World :¡°El problema est¨¢ en que cualquiera que sea el significado de una imagen es imposible expresarlo con palabras. No tienen nada que ver lo uno con lo otro¡±. ¡°El arte o lo que llamamos arte, puede gustar, se puede apreciar, pero es algo de lo que no se puede hablar. No tiene sentido¡±.
?Wiiliam Eggleston Portraits. National Portrait Gallery, Londres. Hasta el 23 de octubre
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