Machismo, raza y escritura, una charla entre Junot D¨ªaz y Hilton Als
El libro 'Upstairs at the Strand' recoge la conversaci¨®n entre los escritores celebrada en la legendaria librer¨ªa neoyorquina
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Abierta desde 1927 en lo que entonces era conocido como el Book Row -por el gran n¨²mero de librer¨ªas que atestaban las aceras de ese tramo de Broadway-, The Strand es un ic¨®nico punto de encuentro para los lectores neoyorquinos y de medio mundo.
Una sala en el edificio anexo a la tienda est¨¢ dedicada a la venta de primeras ediciones y rarezas bibliogr¨¢ficas y es all¨ª, en esa especie de speakeasy libresco, donde se celebraron las 12 conversaciones reunidas en Upstairs at The Strand. En el libro, publicado por la editorial Norton esta primavera, Goerge Saunders, Paul Auster, Edward Albee, Alison Bechdel, Mark Strand y Renata Adler, entre otros, charlan sobre la vida y sobre su oficio como en el sal¨®n de su casa. El extracto reproducido a continuaci¨®n recoge parte del intercambio entre el cr¨ªtico y escritor Hilton Als y el novelista Junot D¨ªaz.
Hilton Als. Junot, los cr¨ªticos literarios, generalmente atenazados por la correcci¨®n pol¨ªtica, suelen evitar el t¨¦rmino pato [maric¨®n]. Yo soy un pato, y no me siento menospreciado por este ep¨ªteto en tus obras, porque procedo del mismo mundo. ?Podr¨ªas hablar un poco del machismo?
Junot D¨ªaz. Es un tema fundamental, realmente interesante. La pol¨ªtica de la masculinidad inconsciente, es queer. El primer libro que escrib¨ª fue un ensayo, un primer vistazo por una forma? espec¨ªfica de masculinidad, y pens¨¦ que titular¨ªa el volumen usando el t¨ªtulo del relato m¨¢s queer. Pero, por lo que he visto, ning¨²n cr¨ªtico repar¨® en ello. Resulta extra?o, una laguna tan obvia. Pero en cualquier caso este asunto es algo en lo que estoy profundamente interesado, y el proyecto sigui¨® con Oscar Wao. No hace falta ser un acad¨¦mico especialista para entender que el personaje es muy queer. Pero es que yo no puedo imaginar la masculinidad sin esa especie de membrana que trata de prevenir cualquier pensamiento acerca de su propia condici¨®n queer. La masculinidad viene con una barba pegada, para poder pretender que todo es muy, muy hetero. Me interesa c¨®mo se expresa esto en la cultura en la que yo me cri¨¦. Mis or¨ªgenes dominicanos son particulares, m¨ªos y de nadie m¨¢s. Crec¨ª en un tiempo y en un lugar min¨²sculos, muy espec¨ªficos, con un grupo particular muy determinados. No tratao de desvelar una verdad universal, y espero que lo entiendan. En mi infancia el debate sobre este tema era tan amnipresente que luego tuve que zambullirme en ¨¦l.
HA. Recuerdo un d¨ªa que est¨¢bamos comiendo comida china, m¨¢s o menos por Navidad, y me ense?aste unas fotos de un viaje a Rep¨²blica Dominicana. Hab¨ªa una mesa con unas cuantas reinas. Observ¨¦ que eran muy guapas y pregunt¨¦ si eran tus amigas. Me dijiste que eran las ¨²nicas amigas que ten¨ªas all¨ª porque ten¨ªan sensibilidad y, al mismo tiempo, conoc¨ªan a fondo esa cultura. Tuvimos una buena discusi¨®n acerca de la masculinidad como una especie de lastre.
JD. Sin ninguna duda. En Santo Domingo existen esa clase de espacios de exhibici¨®n de hiper-masculinidad, donde no puedes tener un amigo abiertamente gay. Es la norma. Por supuesto, el tema es que se supone que tienes que tomar distancia de esa mierda. Si la gente te ve por ah¨ª con una reina van a decir: ¡°T¨² eres gay¡±. Es una manera activa de mantener las cosas a raya. Donde yo me cri¨¦ en Nueva Jersey, se toleraba el comportamiento homosocial, siempre y cuando lo llam¨¢semos heterosexual; se toleraba que te desnudases y peleases con tus amigos, pero se le llamaba deporte. Por otro lado, mi vida en Santo Domingo lo vuelve muy, muy expl¨ªcito. Los amigos que tengo all¨ª, que han soportado toda la rabia de esa cultura, suelen estar m¨¢s interesados en hablar en t¨¦rminos expl¨ªcitos. Y, si eres artista, los amigos que te sirven menos son esos que dicen cosas tipo ¡°no creo que haya racismo¡±. Si son miembros de tu familia, no pasa nada, porque uno no puede renegar de su familia como debiera. Toda mi familia dice cosas como: "?Racismo? Solo es que no me gustan los negros".
HA. Mi hermano tiene la piel muy clara, y mi abuela caribe?a me dec¨ªa que no me pusiese al sol porque ya estaba bastante tostado. En el tema del tono de la piel, las culturas haitiana y dominicana pueden ser profundamente hirientes. Tard¨¦ muchos a?os en lograr pensar que esto era un tipo de locura internalizada. En tus libros siempre hablas del color de la piel. Me parece muy valiente como lo enuncias y luego dejas que los propios personajes lo ilustren.
JD. No me lanzo a sacar conclusiones sobre una cultura en abstracto. T¨² y yo venimos de sitios en los que la gente era una caja de resonancia para un mont¨®n de ideas culturales y raciales predeterminadas. Se dec¨ªan barbaridades expl¨ªcitamente, y pens¨¦ que ser¨ªa lamentable que mis personajes no fuesen ni la mitad de francos que mis t¨ªos.
HA. Una de las t¨ªas coge a uno de tus personajes por las pelotas a modo de presentaci¨®n.
JD. He recibido correos electr¨®nicos de tipos que conozco en los que me dec¨ªan que sus t¨ªas tambi¨¦n les cog¨ªan los huevos.
HA. Como dice el refr¨¢n hace falta todo un pueblo¡ Esto lleva mucho tiempo.
JD. Hacen falta cinco g¨¦neros para crear esa forma de masculinidad particularmente malevolente que tendemos a producir de forma tan eficiente. Si coges a dos personas con un color de piel id¨¦ntico, mi madre ser¨ªa capaz de distinguirlas a nivel molecular y decir: "Ese hijo de puta es m¨¢s claro". En el Caribe est¨¢ omnipresente todo el vocabulario sobre la raza que hemos perdido en Estados Unidos. Se han perdido tantas palabras para hablar de la raza que ni siquiera hablamos de ello. Sin embargo, en el Caribe hay m¨¢s de 12 palabras con las que describir el color de la gente en el barrio en el que yo me cri¨¦. De alguna manera creo ese vocabulario es ¨²til a la hora de abordar la cuesti¨®n de los privilegios. La gente puede pensar que mis t¨ªos son s¨²per atrasados porque no fueron a colegios de ¨¦lite, pero no tienen ni una pizca de esa rid¨ªcula amnesia liberal. Y con esto me refiero a la clase de cosa que se traduce en afirmaciones como: "Bueno, no es raza, es clase". Creo que no puedes tener clase sin raza. Eso se llama colonialismo. Hay quien, de buenas a primeras, dice que un tipo es ignorante. Mis t¨ªos nunca har¨ªan esa clase de afirmaciones, dir¨ªan que lo que pasa es que son negros. Yo encuentro que ese nivel de franqueza, incluso si se considera regresivo e inoportuno, es un punto de partida mejor que la ilusi¨®n constante de esa especie de momento liberal en el que estamos viviendo.
HA. ?Esto explica que el discurso cr¨ªtico en torno a tu obra no haya sido tan sustancial?
JD. Esto siempre es algo raro, es como hablar de...
HA. De parientes a los que no has conocido nunca.
JD. Es raro. Tengo unos primos geniales que me dicen que deber¨ªa salir con chicas m¨¢s guapas. Esto es algo parecido, una afirmaci¨®n extra?a, como decir: ¡°Deber¨ªa tener mejores cr¨ªticos¡±.
HA. Puedes tener mejores chicas y mejores cr¨ªticos.
JD. Creo que el problema para la mayor¨ªa de hombres heterosexuales no es que no tengamos mujeres que est¨¦n a nuestra altura, sino que tenemos mujeres valen 10 veces m¨¢s que nosotros. Pero, volviendo a la pregunta, en general, cada vez que leo sobre artistas de color me parece algo totalmente simplista. Tendemos a ser reducidos por el elemento cultural. Como cuando alguien se saca una palabra en espa?ol para describir lo que hacemos... ?Cu¨¢ntas cr¨ªticas me han hecho en las que una persona que no habla espa?ol saca una palabra en ese idioma para intentar describir lo que hago? Es como ver a la gente que no sabe bailar salsa intent¨¢ndolo. O nos limitamos a visiones simplistas, seg¨²n las cuales en esas obras de arte el artista habla de ese momento crucial, o del problema de la raza. Emplean esos t¨¦rminos que no significan nada porque no quieren abordar lo que una persona quiere decir exactamente. Si se hablase de los artistas blancos en t¨¦rminos raciales con tanta frecuencia como se hace con la gente de color, ser¨ªamos un pa¨ªs mejor. Nunca veo a un bailar¨ªn blanco hablar de c¨®mo su condici¨®n de blanco influye en su trabajo. La primera pregunta que se le ocurre a un entrevistador cuando habla con un artista blanco nunca es si ha sufrido racismo. Pero es incre¨ªble la cantidad de veces que surgen esos temas y, a mi cuando me preguntan, respondo preguntando a esa misma persona si ha sido racista ¨²ltimamente. Ahora bien, una de las mejores cosas del arte, como sabe cualquiera que haya estudiado un texto victoriano, es que el futuro llega m¨¢s deprisa de lo que nos imaginamos, y traer¨¢ artistas, cr¨ªticos e investigadores j¨®venes que tienen una forma de pensar que mostrar¨¢ que la conversaci¨®n actual sobre arte es incre¨ªblemente reduccionistas.
HA. Hablas de lo que se avecina, y hemos tenido muchas conversaciones sobre los viajes en el tiempo. Dices que te encanta la ciencia ficci¨®n de gente como Octavia Butler y Samuel Delany porque hablan de esto, y t¨² sientes que literalmente has pasado de una cultura de esclavos a hablar ante cientos de personas en la Strand. ?C¨®mo ocurre algo as¨ª? Te separan una o dos generaciones de los personajes de tus libros, que viven por debajo del nivel de subsistencia, ?c¨®mo te afecta?
JD. ?Y c¨®mo lo narras? Es algo en lo que pienso siempre. Me siento a la mesa de Navidad al lado de mi abuela, que creci¨® esencialmente en un entorno protomedieval. Viene de unos or¨ªgenes casi esclavistas en la Rep¨²blica Dominicana, donde trabajaba como aparcera. Con un ojo la miro a ella y, al mismo tiempo, miro a mi hermano peque?o, que naci¨® en Estado Unidos, un ex marine que parece una persona que hubiese puesto el canal Fox y se hubiese quedado atascado en ese dial. Y me pregunto c¨®mo crear un yo que comprenda a esas dos personas.
HA. Cuando empezaste a escribir, ?sab¨ªas que te centrar¨ªas en tu mundo particular? ?Fue un proceso o un descubrimiento? Y a prop¨®sito de los or¨ªgenes, me pregunto por qu¨¦ eso es algo que atrae particularmente a los escritores de color modernos, y a Philip Roth.
JD. En la universidad empec¨¦ como joven activista. No s¨¦ si alguien de la sala form¨® parte de organizaciones de latinos, de LALSA [Latino/a Law Student Association], o una LUCHA [Latinos Unidos con Honor y Amistad], o LAL [La Asociaci¨®n Latina], o LAO [Latin American Organization]. Yo estaba en todas ellas. Esa era mi identidad, y en muchos sentidos lo sigue si¨¦ndo. ?Conoces esa sensaci¨®n de despertarte y no saber en qu¨¦ habitaci¨®n o en qu¨¦ pa¨ªs est¨¢s? Yo lo que siempre s¨¦ es que tengo que luchar contra alguien, derrotarlo. Actualmente est¨¢n intentando cerrar todos los programas de estudios ¨¦tnicos porque no quieren estudiantes que empiecen diciendo que vaya mierda que no se hable de ellos. Yo soy producto de esos programas que me encaminaron a escribir sobre esta comunidad diminuta que nadie conoc¨ªa verdaderamente o en la que nadie pensaba. Si eres una persona de color, si eres una mujer, si vienes de un origen pobre, o de una familia que trabaj¨® duro y nunca obtuvo respeto, sabes que el 90% de tus historias no se han contado. Y, no obstante, todav¨ªa tienen que ense?arnos a mirar y a contar nuestras historias. Muchos de nosotros tenemos que abrirnos paso a trompicones. A pesar de nuestra absoluta ausencia, sigue siendo una revoluci¨®n interna decir: "Espera un minuto. No solo estamos a la altura del gran arte, sino que somos su fuente". Cuesta mucho llegar a eso.
HA. ?A qui¨¦n le¨ªa de peque?o?
JD. A gente como Edward Rivera, que escribi¨® Family Installments [Episodios familiares], probablemente una de las mejores autobiograf¨ªas. Si quieren saber c¨®mo escrib¨ª mi primer libro, l¨¦anlo a ¨¦l, porque no hice m¨¢s que copiarlo de cabo a rabo. Tambi¨¦n le¨ª a algunos m¨¢s cl¨¢sicos, como Nicholasa Mohr o Piri Thomas.
HA. ?Cu¨¢ndo encontr¨® su voz? ?Cu¨¢ndo le pareci¨® que estaba haciendo algo lo suficientemente bueno como para que se lo publicasen?
JD. Encontr¨¦ mi voz mientras estaba escribiendo una p¨¢gina de Los boys que al final se desech¨®. Esa fue la inspiraci¨®n que gui¨® el proyecto, y lo recuperar¨¦ si alguna vez escribo otro libro. ?Sabes c¨®mo todo el mundo hoy quiere reivindicar sus or¨ªgenes urbanos? Si miras la moda de hoy y comparas un pu?ado de fotos de lo que las mujeres llevaban en 1992 con c¨®mo se visten actualmente, puedes apreciar vemos c¨®mo esa ropa y ese look se han latinizado completamente. Ahora todas las mujeres visten como latinas. En serio. No me hagas sacar el proyector de diapositivas.
HA. Hay una cita fant¨¢stica de Capote en una entrevista que le hizo Warhol. Dijo que Bianca Jagger le gustaba de verdad porque era el chic sudamericano. Warhol le pregunt¨® qu¨¦ era eso, y Capote le dijo que era una adaptaci¨®n espa?ola de la cultura negra.
JD. ?Y qu¨¦ le parece una continuaci¨®n espa?ola de la cultura negra? Porque la mayor¨ªa de las culturas de las que estamos hablando estaban profundamente africanizadas. Pero volviendo a esa primera p¨¢gina a la que me he referido antes, recordaba que cada vez que ten¨ªamos que visitar a mi familia en el Bronx, mis hermanos suplicaban que no fu¨¦semos. No pod¨ªamos salir. La gente nos amenazaba siempre que ¨ªbamos a la tienda.
Lo que quiero subrayar es la tendencia que ha habido en la que todo el mundo quiere apropiarse de? esa cultura urbana enrollada. Lo recuerdo de cuando era ni?o, nosotros ya form¨¢bamos parte de esa cultura, y no quer¨ªamos quedarnos atrapados ah¨ª en el Bronx. ?ramos tan sinceros que con 11 y 12 a?os ten¨ªamos claro que no seguir ah¨ª. Entonces, en cuanto tuve escrita esa escena, supe que hab¨ªa captado mi momento Nueva Jersey, donde ¨¦ramos negros y latinos.
HA. Una de las cosas que late espl¨¦ndidamente en Los boys y en toda su obra plantea que, si eres un artista, a lo que m¨¢s te cuesta sobrevivir es a tu gente. Y las personas de las que procedes muchas son la historia que cuentas. A menudo. ?Puedes hablar de la reacci¨®n de tu familia?
JD. Esta es una pregunta y un reconocimiento verdaderamente honestos. La mayor¨ªa de mis amigos tuvieron que proteger a sus padres y al resto de nosotros de sus ambiciones. Una infancia como la m¨ªa supon¨ªa que no pod¨ªas exponer abiertamente tus ambiciones porque ser¨ªa una amenaza enorme. Cuando lo pienso, supongo que la situaci¨®n de mi familia siempre fue dolorosa, independientemente de c¨®mo haya ido mi carrera. La din¨¢mica familiar internaliz¨® toda la locura de crecer siendo un inmigrante. La inmigraci¨®n es dif¨ªcil de por s¨ª, pero la peor manera de afrontarla es volverse unos contra otros.
HA. As¨ª es.
JD. Es extra?o. Mi familia directa no se re¨²ne pr¨¢cticamente nunca y, cuando lo hacemos, siempre se te parte el coraz¨®n. Hay toda esas cosas horrorosas: qui¨¦n no habla a qui¨¦n, c¨®mo algunos hermanos viven en California, tan lejos de la familia como sea posible. Y, para ser sincero, creo que mi familia apenas me tolera apenas, y parte de este "apenas" consiste en que yo no debo hablar nunca de mi arte, es como si ese fuera el precio de admisi¨®n. Si quiero ir a casa y pasar la cena Navidad sin broncas, no debo hablar de ello en ning¨²n momento. Mentir¨¦. Soy un pedazo de viejo cobarde, no un cobarde total. Porque no importa qui¨¦n seas, puedes plantar cara a un mont¨®n de cosas, pero a veces es muy duro. Todav¨ªa tengo la esperanza de que ser¨¢n m¨¢s amables si sigo la corriente. Uno lidia con su familia toda su vida. La gente que no lo hace es como si tuviese el recurso m¨¢s afortunado del mundo, ya que los dem¨¢s seguimos atrapados en una din¨¢mica que no siempre deja demasiado margen para que seas compasivo contigo mismo.
HA. ?Parte del esfuerzo, que vali¨® la pena para Oscar Wao, consisti¨® en aprender a convertirse en un personaje p¨²blico mientras estaba envuelto en la ocupaci¨®n privada que es escribir?
JD. No, no. Escrib¨ª mi primer libro, y las ventas habr¨ªan disuadido a cualquiera de ser escritor, pero adquiri¨® cierta notoriedad entre la gente que entend¨ªa de literatura de ficci¨®n, entre los profesores de las escuelas p¨²blicas, entre los dominicanos y sus aliados, como los puertorrique?os, los cubanos, la comunidad chicana, pero eso fue todo. Escrib¨ª el libro en 1996 y me pas¨¦ los siguientes 11 a?os como si no tuviese profesi¨®n. Tuve un periodo de seis a?os en el que ni siquiera publiqu¨¦ un ensayo menor. Fue impresionante. Consegu¨ª ese peque?o estallido de atenci¨®n y luego pas¨¦ a perder... Cuando oigo hablar a mis alumnos, todos usan un lenguaje profesional. Todos est¨¢n preparados para ser famosos; utilizan palabras como "momentum". De modo que parte de la experiencia de Oscar Wao fue refrenar mi deseo de sonar como mis alumnos. No quiero o¨ªrme decir: "Publ¨ªcalo r¨¢pido, tienes momentum. Ataca mientras la gente sepa qui¨¦n eres". Pas¨¦ al menos cinco a?os solo esperando a que esa voz se callase, en serio. No escrib¨ª nada que valiese la pena hasta que esa voz dej¨® de tener el control del tablero. Cuando por fin o¨ª a la voz decir: "Bueno, deber¨ªas escribir el mal libro que sab¨ªas que ibas a escribir, porque eres mal¨ªsimo", me dije, "venga". Tard¨¦ 16 a?os en terminar As¨ª es como la pierdes.?
?HA. ?C¨®mo construy¨® su propio hogar?
JD. Es dif¨ªcil representar a mi familia sin que parezca que me lo estoy inventado todo, pero lo que hac¨ªa que te quisiesen era cu¨¢ntas peleas ganabas en los combates de boxeo organizados con toda tranquilidad en nuestro barrio, y con cu¨¢ntas balas acertabas en la diana en nuestras excursiones dominicales al pol¨ªgono de tiro con rifle. Mi evasi¨®n de ese extra?o r¨¦gimen era intentar leer. En mi familia, ser un empoll¨®n era un acto de evasi¨®n, porque todo lo dem¨¢s eran disparos y pu?etazos de los vecinos.
?HA. La lectura como un acto de agresi¨®n y de salvaci¨®n. Los padres que no leen piensan que el hijo est¨¢ levantando un muro. Y no les parece bien, pero no pueden decirle que lo que hace est¨¢ mal.
JD. Est¨¢n atrapados en el embrollo de la ilustraci¨®n. Los padres, especialmente si son emigrantes, saben que la ¨²nica salida es la educaci¨®n. Al mismo tiempo, cuando mi familia me ve¨ªa con un libro, me dec¨ªa: "?Esto no es normal! ?Vete fuera a jugar!" Era un tirarse los trastos constante, y, cuando eres peque?o, encuentras espacios en los que al menos te puedes esconder.
Pregunta del p¨²blico. Como autor de ficci¨®n, ?le preocupa alguna vez no representar adecuadamente la experiencia de los emigrantes?
JD. No. La gente quiere leer historias de "artistas marginales" como universales, exactamente de la misma manera err¨®nea que nosotros queremos que se lean. Quiero que me lean como universal no porque lo que hago represente a todos los dominicanos y, por lo tanto, sea un gran mapa para quien vaya a ese pa¨ªs. Esta historia trata de un punto min¨²sculo en esa constelaci¨®n cambiante de gente, de momentos y de identidades que llamar¨ªamos la di¨¢spora dominicana. No pretendo representar a nadie m¨¢s que a ese min¨²sculo grupo de gente. Todo el arte, debido a que se ajusta a lo humano, a esa distorsi¨®n a nivel humano, es incapaz de sustituir un pa¨ªs o una ¨¦poca. Hay algo en la complejidad granular de cualquier novela, o de un libro de cuentos, que casi parece invalidarlo inmediatamente como razonamiento m¨¢s amplio sobre esa gente. Si uno entiende esa complejidad, no tiene que preocuparse. Esto solo nos preocupa porque a veces queremos reclamar en parte que somos portavoces de nuestro pa¨ªs. Por abajo, en las frecuencias inferiores, donde no nos gusta admitir las cosas, realmente queremos ser el escritor de nuestra generaci¨®n, de nuestra gente, de nuestro momento. Eso es lo que hace que nos desviemos. Por un lado, no queremos que nos distingan por eso, pero, por otra parte, queremos todos los titulares, los premios y los privilegios que lo acompa?an. Es un terrible drag¨®n de dos cabezas.
Pregunta del p¨²blico. Describe una infancia de privaciones y la experiencia de crecer con unos modelos de comportamiento descabellados. ?C¨®mo explica haber logrado lo que quer¨ªa, y no haber sucumbido?
JD. ?Y qui¨¦n dice que no haya sido as¨ª? Esa es la mitograf¨ªa de Estados Unidos, que cree en el progreso, con esa idea de que todo avanza y de que la gente est¨¢ permanentemente en ese viaje hacia el perfeccionamiento. Me pregunta c¨®mo lo hice. Escuche, es muy importante que esto se entienda: yo no hablo el lenguaje del "lograr". Nuestro momento, en la fase tard¨ªa del capital, no tiene problemas, en todas sus contradicciones, ocasionalmente concede a alguien momentos rid¨ªculos de privilegio, pero eso no es lo que importa. En otras palabras, podemos elegir a Obama, pero, ?qu¨¦ dice eso del destino de la comunidad afroamericana? En este pa¨ªs no tenemos ning¨²n problema con recompensar moment¨¢neamente a las personas de color como una manera de no hacer nunca frente a las desigualdades estructurales can¨ªbales que afrontan las comunidades de las que procede esa gente. Yo he logrado cierto nivel de estatus como artista y como escritor, pero lo que recuerdo con m¨¢s intensidad no es mi "genialidad", o una fuerza de voluntad que me ha conducido a trav¨¦s de la jungla. De lo que soy consciente es de que represento una exclusi¨®n estructural.
HA. Ese mito de alcanzar algo... Una de las cosas asombrosas de Estados Unidos y de los estadounidenses es que nunca lo alcanzan.
JD. A mi primera lectura en Boston solo vino una persona: mi mejor amigo, Shuya Ohno. Hoy est¨¢n aqu¨ª todas estas caras agradables, pero ma?ana vuelve a haber solo una persona. Estados Unidos no es como Latinoam¨¦rica, que suele comprometerse mucho m¨¢s con sus artistas. Puedes llevar 30 a?os en esto y no publicar ning¨²n libro, y la gente sigue pensando que eres importante. Somos un pa¨ªs muy voluble, y el ¨¦xito de hoy es el "?Lo ves? Te lo dije. Menudo fraude" de ma?ana. Alguien vendr¨¢, y esa es la realidad. S¨¦ que volver¨¦ a leer para mi amigo Shuya, siempre en mi coraz¨®n, porque ah¨ª es donde la mayor¨ªa de nosotros acabamos como artistas, y uno tiene que sentirse a gusto ah¨ª, independientemente de sus fantas¨ªas de supremac¨ªa y de ¨¦xito.
Lo mejor del arte es que mientras la civilizaci¨®n sobreviva, alguien en alg¨²n lugar conservar¨¢ una copia de un texto tuyo, y quiz¨¢ eso proporcionar¨¢ bienestar, inspiraci¨®n, y, lo m¨¢s importante, un espacio para que una persona est¨¦ en contacto con su humanidad. Estar temporalmente en contacto con su mejor yo, que es fr¨¢gil, imperfecto, d¨¦bil, temeroso... Vale la pena trabajar por eso.
Upstairs at the Strand: Writers in Conversation at the Legendary Bookstore, editado por Jessica Strand y Andrea Aguilar. Extracto publicado con el permiso de W.W. Norton & Company.
Traducci¨®n de News Clips.
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