La eternidad m¨¢s un d¨ªa
El escritor cubano Eliseo Alberto se volvi¨® intemporal un d¨ªa como ayer de hace cinco a?os. Llevaba la isla entera en su piel de poeta instant¨¢neo
Eliseo Alberto de Diego y Garc¨ªa Marruz se volvi¨® intemporal un domingo como ayer ¡ª31 de julio de hace exactamente cinco a?os¡ª para que su eternidad por fin comenzara un lunes, parafraseando un verso de su padre y cumpliendo el t¨ªtulo de su primera novela. Le dec¨ªamos Lichi, como fruta dulce y se volv¨ªa entra?able con solo leerlo en tantas p¨¢ginas perfectas. Muchos lo quisieron abrazar desde que su Informe contra m¨ª mismo se volvi¨® no solo testimonio de una herida incre¨ªble, sino el principio de una cicatrizaci¨®n que el propio Lichi so?aba en vida y quiz¨¢ se confirma en cada gesto y cada insinuaci¨®n con los que la isla de Cuba que llevaba en el alma se abraza poco a poco con ella misma y con sus enrevesados pret¨¦ritos, sus almas en pena y su juventud de siempre. El Informe que le hab¨ªan encargado redactar contra ¨¦l y los suyos era un nada velado espionaje sobre la intimidad y el desencanto de los descalabros de una revoluci¨®n que tarde o temprano llev¨® a unos y otros, pocos y muchos, a perder la raz¨®n¡ y la pasi¨®n.
Lichi llevaba a la isla entera en su piel de poeta instant¨¢neo, con sonetos de perfectos endecas¨ªlabos que soltaba a la menor provocaci¨®n y si acaso ¨¦l mismo no fardaba la grandeza de esa vena es quiz¨¢ por el respeto que siempre le guard¨® no solo a la poes¨ªa de pap¨¢ Eliseo, sino a la m¨²sica de los versos de t¨ªa Fina Garc¨ªa Marruz, su esposo Cintio Vitier y entre ellos, de sobremesa y en tardes que se prolongaban como arena de playa, flota intacta la obra de ese grupo llamado Or¨ªgenes.
Lichi era un cinemat¨®grafo andante, contagiando pel¨ªculas que narraba siempre de una forma magnificada y alterada por su recuerdo al grado que parec¨ªan mejor filmadas en su memoria que en pantalla. Era capaz de inventar el gui¨®n de lo que acababa de ver en la acera de enfrente o reproducir los di¨¢logos de unas lavanderas que escuch¨® chismear en la azotea mientras cocinaba la vianda diaria de todos los d¨ªas. Su voz e influencia son un delicioso saz¨®n que se filtra en la saliva de no pocas de las grandes pel¨ªculas del cine cubano y de no pocos de los trabajos con los que fueron formando cineastas en la escuela de San Antonio de los Ba?os a la sombra de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez.
Lichi era adem¨¢s ensayista de los que bajaron al g¨¦nero del pedestal del aburrimiento para convertirlo en literatura ver¨ªdica del alma en la mano. En sus ensayos y cr¨®nicas, en sus entrevistas y sus reportajes no s¨®lo apuntalaba su oficio de periodista, sino elevaba en cada p¨¢rrafo la calidad del ensayo como algo palpable. All¨ª donde otros solo fardan datos o aburren con verborrea, Lichi met¨ªa un poco de lluvia, fijaba el lente en el detalle microsc¨®pico que nadie ve¨ªa o sacaba el telescopio para que todo lector viera en papel el ancho universo del contexto que rodea y quiz¨¢ incluso explica los temas que aborda.
Lichi era sobre todo novela. Dir¨ªa novelista si no fuera porque consta que se convert¨ªa todo ¨¦l en prosa en cuanto se sumerg¨ªa en los oleajes de sus historias e incluso hablaba como un culebr¨®n cuando lo contrataban para escribir telenovelas. Hay d¨ªas en que llorando confirmo que su mejor novela es la f¨¢bula de un hombre al que condenan a vivir una cadena perpetua entre las rejas de un zool¨®gico por un homicidio en defensa del amor; es decir, en defensa propia. Pasan semanas, y descubro que su mejor novela es la que narra las enloquecidas andanzas de un circo de cinco estrellas, donde los animales parecen sorprenderse de las peripecias y trapecios, las payasadas y desgracias de la tropa loca que habita la carpa y al d¨ªa siguiente, me convenzo de que su mejor novela es esa que afortunadamente ha vuelto a circular bajo el sello de Alfaguara: Esther en alguna parte.
En esa novela, Lichi explica por qu¨¦ la amistad es un romance y narra la hermandad de dos hombres que no merec¨ªan el anonimato ni perderse en la amnesia del mundo porque son todos los que hemos so?ado con el misterio incandescente de una mujer fugaz, et¨¦rea como nube, misteriosa hasta en el sue?o de imaginarla cantar sobre la cola de un piano. Luego, leo las otras novelas y confirmo que Lichi es un novelista que se sigue superando a s¨ª mismo incluso ahora que las enciclopedias quieren convencernos de que se ha ido, porque no lo puedo creer y me parece ayer cuando se le ve¨ªa iluminando el parque de El Retiro de Madrid el d¨ªa en que recibi¨® junto con Sergio Ram¨ªrez el Primer Premio Internacional de Novela Alfaguara por Caracol Beach. Que me parece mala broma de encantamiento suponer que no est¨¢ ese hombre que era al mismo tiempo la isla que llevaba en el alma y los libros que inventaba con una sonrisa, el amoroso padre que por lo mismo se convert¨ªa en hermano mayor de quienes supieron admirarle su callada voz de murmullos, sus manos extendidas como p¨¦talos de una mariposa de sue?os, su mirada que le¨ªa siempre en el paisaje la posibilidad de un mundo mucho mejor que este¡ aqu¨ª donde su literatura vive ya su eternidad y empieza al d¨ªa siguiente el milagro de un nuevo lector del hermoso universo que inventaba con palabras.
Babelia
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