La dignidad de los perdedores
El periodista Bru Rovira cuenta las historias sencillas o incre¨ªbles de un grupo de indigentes alcoh¨®licos de Barcelona en el libro ¡®Solo pido un poco de belleza¡¯
Francisco Candel (1925-2007) fue un narrador espartano, de sujeto, verbo y predicado, que soliviant¨® Barcelona cuando escribi¨® su libro de las afueras deprimidas, Donde la ciudad cambia de nombre; el jaleo que arm¨® en aquella sociedad inmersa en lo m¨¢s oscuro del franquismo, en 1964, le inspir¨® otro libro, ?Dios, la que se arm¨®! Con un estilo que desafiaba a Hemingway (public¨® un libro de cuentos que titul¨® ??chate un pulso, Hemingway!) volvi¨® a la carga. Su asunto fueron los marginados, los pobres, y su estilo era ¨¦l, un charnego que siempre vivi¨® en los barrios de Montju?c, al final de su vida acompa?ado de un pajarito con el que hablaba.
En esta estela se encuentra el periodista Bru Rovira (Barcelona, 1955) un reportero de guerras (fue enviado especial de La Vanguardia a conflictos africanos y de otros continentes, premio Ortega y Gasset de periodismo en 2004) que hace una d¨¦cada conoci¨® a un grupo de indigentes alcoh¨®licos o exalcoh¨®licos, con quienes comparti¨® vidas y fiestas ben¨¦volas (la Navidad de siempre). Esas personas, un conjunto de seres humanos con historias sencillas o incre¨ªbles, terminaron siendo sus amistades m¨¢s cercanas. Con aquel estilo entre Candel y Hemingway, el reportero que es Rovira se convirti¨® en un escritor que hace de la sencillez de contar las vidas una divisa convertida en libro, Solo pido un poco de belleza (Ediciones B). El libro es tranquilo y sobrecogedor; el autor camina con sus personajes, los acompa?a a resolver tr¨¢mites muy engorrosos, sanitarios o civiles, los anima y ellos lo animan a ¨¦l. Es una historia de amor entre personas narrada por un periodista; se suele decir que los c¨ªnicos no sirven para este oficio. Porque no es c¨ªnico Bru Rovira, lo ejerce con la solvencia que muestra en un libro bien singular.
Un mercenario
?l lleg¨® a este grupo de habitantes de la Ciutat Vella de Barcelona a trav¨¦s de Vittorio, ¡°un mercenario que viene a Barcelona buscando otra vida¡±. Cuando acaba su convivencia con el peligro, decide viajar a Lloret de Mar, con un contrato de cocinero; en la barcelonesa estaci¨®n de Francia le roban todo, ¡°cae en un pozo¡±, alquila una habitaci¨®n en una pensi¨®n y empieza a beber alcohol hasta caer en lo que Rovira llama ¡°un suicidio alcoh¨®lico¡±.
En ese estado halla a Vittorio la patrona de la pensi¨®n. Una amiga del periodista, asistenta social, le avisa de que en el hospital hay un tipo extra?o que habla todo el rato de ?frica. Hay una historia, intuyen la asistenta social y el periodista. ¡°As¨ª empieza la relaci¨®n¡±. Luego viene la amistad con los indigentes que acompa?an a Vittorio, que se re¨²nen todos los mi¨¦rcoles. Rovira ya forma parte de ese grupo. Todo lo que ocurre y aparece en el libro es real. Apu?alamientos, muertes, desahucios¡ Vittorio quiere que Bru cuente su vida, pero el periodista es consciente de que le ha contado ¡°muchas bolas, y as¨ª no se puede¡±. Vittorio concede: ¡°Bueno, 60% de bolas¡¡±. Y dice Bru: ¡°?Hostia! Un 60% de bolas ya es mucha verdad!¡±.
Lo primero que encontr¨® Bru Rovira en esas personas de las que ahora habla fue amistad. ¡°Al final fue un di¨¢logo. Entraba en sus vidas y ellos entraban en la m¨ªa¡ Descubr¨ª con ellos tambi¨¦n a mujeres extraordinarias. Una que a m¨ª me apasiona es la que tocaba el piano, ven¨ªa de Argentina y viajaba con unos p¨¢jaros; viv¨ªa sola, brindando con sus recuerdos. El administrador de fincas la quiere echar y la putea hasta el extremo de meterle ratones para que se coman el piano, pero ella sigue tocando. Cuando le comento que ya hab¨ªa teclas que no sonaban me dice que le daba igual, porque las teclas sonaban en su cabeza. Ten¨ªa la m¨²sica metida dentro¡±.
Esa mujer sobrevive. ¡°Fue como una victoria frente a los elementos agresivos y el acoso de la ciudad sobre la gente mayor, para que se vayan porque quieren los pisos para especular¡ En esa ¨¦poca, en Barcelona se ve¨ªan anuncios en la prensa que dec¨ªan, literalmente, Se vende piso con bicho, era brutal¡±.
No es solo la Barcelona triste o marginal, es tambi¨¦n la infancia de Bru Rovira. ¡°Yo era un ni?o que acompa?aba a mi padre a tomar el verm¨² a la plaza Real, pero tambi¨¦n soy de El Guinard¨®, de los escenarios de Mars¨¦. Mars¨¦ es mi geograf¨ªa humana, en sus libros est¨¢n mis fronteras personales: el Carmelo, los cines de barrio¡±. Y de alguna manera el libro ¡°es una queja contra la destrucci¨®n de una Barcelona de la convivencia y de las diferencias sociales¡±. ¡°En toda esta parte de Barcelona hay un acoso tur¨ªstico brutal; es trist¨ªsimo ver calles en las que hab¨ªa tiendas populares de todo tipo y que hoy est¨¢n ocupadas por marcas de ropa¡±.
Y eso se ha hecho sobre las espaldas de los vecinos, ¡°se ha sacrificado lo social, lo convivencial, por un crecimiento que no se sabe muy bien qu¨¦ es¡±.
¡ªDice que estos personajes son invisibles.
¡ªY lo son. La gente sabe lo que es la especulaci¨®n, pero no conoce la hermosa vida que hay detr¨¢s de una vivienda en la que se ha formado una familia, en la que ha habido hijos, en la que se han enamorado. Hoy en una informaci¨®n solo vemos a la persona protestando, llorando porque otro la echa. Esa gente no tiene nombre ni pie de foto. Es una vida, generaciones que han trabajado y a las que est¨¢n jodiendo la existencia.
Si sabes escuchar, dice Bru Rovira, tienes historias. ¡°Es el periodismo de toda la vida. Detr¨¢s de una peque?a historia hay una gran historia. Si escuchas. Hoy en el periodismo hay una enorme desconfianza ante las historias. Hemos dejado de contarlas¡±.
Solo pido un poco de belleza, es un pulso, pero no al estilo de Hemingway o el de Candel, sino al periodismo tal y como se hace hoy. ¡°Candel, por cierto, dice el barcelon¨¦s Rovira, ¡°es brutal¡±. ¡°Si la gente lo leyera, alucinar¨ªa, sabr¨ªa mucho m¨¢s de la vida y de la tragedia del extrarradio de Barcelona¡±. Las historias de Solo pido un poco de belleza no acaban nunca, esta es la divisa del escritor y periodista Rovira. ?l reivindica que hay que ¡°hacer que la lectura de un diario sea emocionante¡±, porque el resto ¡°es cotilleo de Internet¡±.
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