El Gulliver gigante nunca pasa de moda
La ins¨®lita figura de 67 metros de Valencia, elegida como una de las zonas infantiles extraordinarias por el Museo del Dise?o de Boston, cumple 25 a?os
Es un d¨ªa de julio por la tarde en Valencia, ha hecho un calor de mil demonios y ahora chispea, algo raro en verano. Pero no falla: El Gulliver, la figura de 67 metros de largo y casi 9 de altura que se alza (o m¨¢s bien se tumba) en el Jard¨ªn del Turia de Valencia est¨¢ bien surtido de ni?os que trepan por la cabeza y se lanzan por alguno de los toboganes gigantes que forma la ropa. ¡°Hemos viajado por muchos sitios y no hab¨ªamos visto nada as¨ª. Es muy original¡±, dice Miriam Grailhe, turista francesa, junto a sus dos hijos de dos y 14 a?os.
El Gulliver acaba de ser seleccionado por el Museo de Dise?o de Boston como uno de los espacios de juego infantil extraordinarios del planeta. Y es una apuesta segura desde que se inaugur¨®, hace ahora 25 a?os. La pieza fue ideada por el arquitecto Rafael Rivera, que la materializ¨® junto a Manolo Mart¨ªn, gran renovador del arte fallero, y Sento Llobel, dibujante de la llamada Nueva Escuela Valenciana, cuyas ilustraciones forman parte de la primera exposici¨®n sobre c¨®mics que acoge el IVAM.
¡°Nuestro objetivo era crear un espacio l¨²dico donde los diferentes elementos de juego, en vez de ser piezas aisladas, estuvieran unidos en un elemento com¨²n¡±, dice Rivera. El arquitecto hab¨ªa recibido un encargo municipal de una zona para ni?os. ¡°Estuvimos d¨¢ndole vueltas a qu¨¦ es un parque infantil: un miniparque de atracciones. Pensamos que en lugar de poner columpios, toboganes y piezas de cat¨¢logo pod¨ªamos integrar todos esos juegos en un conjunto con un hilo conductor¡±.
¡°Cuando me hicieron el encargo, ya hab¨ªan probado a hacer algo m¨¢s realista¡±, recuerda Llobel. ¡°Pero hacer un se?or as¨ª, ah¨ª tumbado, quedaba un poco t¨¦trico, un poco como si estuviera muerto. Se trataba de darle una cierta irrealidad. Un dise?o m¨¢s sint¨¦tico y menos anal¨ªtico¡±, afirma el dibujante. El autor de Un m¨¦dico novato compr¨® todos los libros ilustrados y las pel¨ªculas que encontr¨® sobre Los viajes de Gulliver. ¡°Al final me dije: ¡®No me sirve nada. Tengo que invent¨¢rmelo de verdad¡±. Y lo hizo, eso s¨ª, despu¨¦s de investigar a fondo los trajes de la ¨¦poca.
El ¨¦xito del Gulliver y su resistencia al paso de los a?os se explica porque supone ¡°un espacio de experiencia singular para los ni?os¡±, cree Elisabet Quintana, arquitecta paisajista y miembro del equipo de redacci¨®n de Paisea, una publicaci¨®n que ha abordado las zonas de juego. ¡°Con excepciones, hoy se plantean de forma muy estandarizada. Se hace lo mismo en un parque natural, una plaza o una playa¡±. Quintana destaca la relaci¨®n del Gulliver con la cultura literaria -la novela de la que forma parte el personaje creado por el irland¨¦s Jonathan Swift en 1726- y la creaci¨®n de los monumentos falleros, lo que implica un conocimiento adicional para los ni?os.
El coste del Gulliver gigante fren¨® varios a?os su construcci¨®n. 1,2 millones de euros de finales de los a?os ochenta que palidecieron despu¨¦s al alzarse m¨¢s abajo del antiguo cauce del Turia la Ciudad de las Artes y las Ciencias, con 1.000 millones de sobrecoste. Sevilla, que preparaba la Expo de 1992, se interes¨® por la figura. Y la Barcelona ol¨ªmpica incluso plane¨® situarla junto al mar. La Generalitat valenciana retuvo en el ¨²ltimo momento el proyecto garantizando la financiaci¨®n. Rita Barber¨¢, elegida alcaldesa meses despu¨¦s de su apertura, nunca le prest¨® demasiada atenci¨®n.
Otra raz¨®n para el ¨¦xito del Gulliver, cuyos materiales garantizan unas necesidades de mantenimiento bajas, es que es gratis. En la figura confluyen al cabo de la semana centenares de ni?os de todos los estratos sociales jugando al mismo juego. ¡°Tiene el valor de un espacio p¨²blico¡±, dice Rivera. ¡°Esos lugares en los que la ciudad respira y la hilvanan¡±.
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