En la tierra como en el cielo
Blanca Su¨¢rez es una excelente actriz sometida al desaf¨ªo de ser o posar
Desde la cubierta de ese lujoso velero la chica del bikini rojo te mira a ti, solo a ti, pese a que eres un pobre diablo, un ciudadano an¨®nimo, un ser sin atributos, una simple hormiga. A las ocho de la ma?ana, camino del trabajo, est¨¢s atascado en la autopista de entrada en la ciudad y Blanca Su¨¢rez te dedica una mirada exclusiva desde la valla publicitaria que se erige en medio de un basurero industrial entre sucios paredones llenos de grafitis. Su cuerpo de medidas ¨¢ureas te produce una descarga entre el sue?o de esa belleza inalcanzable y el impulso de atender a su reclamo. Podr¨ªas subir a bordo y embarcarte en ese velero si compraras el producto que la chica te ofrece, no importa que sea una crema solar, un coche, un viaje, un seguro de vida o un sujetador sin aros. Vuelves la cara y Blanca te sigue con los ojos hasta perderte de vista, pero en la ciudad la encuentras de nuevo en los paneles publicitarios en cualquier esquina, en las paradas del autob¨²s, en el aeropuerto, en las estaciones del suburbano.
No sabes su nombre e incluso sospechas que esa chica no es real, sino elaborada de forma digital por la mente del publicista. Pero un d¨ªa, durante la espera en la antesala del dentista, hojeas una revista rosa y ah¨ª est¨¢ ella. En efecto, se llama Blanca Su¨¢rez y en un reportaje de varias p¨¢ginas se cuentan sus amores fracasados, sus cambios de pareja, los pormenores de su vida privada. Vaya, resulta que existe de verdad, que es una actriz y no una extraterrestre y parece que tiene problemas como los dem¨¢s e incluso puede que alguna vez vaya tambi¨¦n al dentista. Se la ve con un maromo desconocido en un aeropuerto tirando del carrito cargado de maletas y los paparazis le preguntan si es feliz con su nuevo novio y tratan de arrancar una respuesta meti¨¦ndole el micr¨®fono en la boca como si fueran a extraerle la muela del juicio, s¨ª, s¨ª, soy muy feliz, exclama la chica y t¨², pobre diablo, piensas que ella tambi¨¦n podr¨ªa tener alguna caries que rompiera el sortilegio de su belleza, pero sonr¨ªe con una dentadura perfecta.
Blanca Su¨¢rez es una excelente actriz; ha realizado papeles importantes en pel¨ªculas de Almod¨®var, de Alex de la Iglesia, de Imanol Uribe; ha sido nominada a un premio Goya; ha trabajado en series de ¨¦xito en televisi¨®n; ha ganado sobre todo ese premio que le regala cada d¨ªa la adoraci¨®n que sienten por ella sus compa?eros de trabajo, sus enamorados, el mill¨®n de seguidores en las redes sociales. Naci¨® en Madrid en 1988, hizo teatro infantil en el colegio Montserrat, estudi¨® en la Universidad rey Juan Carlos la disciplina de Comunicaci¨®n Audiovisual y a los 17 a?os decidi¨® dedicarse al cine. Unos la comparan a Pen¨¦lope Cruz, otros a Claudia Cardinale, pero Blanca Su¨¢rez es una de esas chicas que ya viene muy educada de casa, que nunca equivocar¨ªa la forma de usar los cubiertos en la mesa, de modo que su perfil se corresponde mejor con la belleza fr¨ªa de Grace Kelly, aquella distinguida se?orita de Filadelfia, que despu¨¦s de pasarse por la piedra a medio Hollywood se paseaba como un cisne nevado por los plat¨®s. Debajo de la elegancia natural y buenas maneras de Blanca Su¨¢rez tambi¨¦n se puede adivinar un punto de ignici¨®n capaz de desencadenar algunas tormentas muy t¨®rridas.
La publicidad puede convertir el basurero industrial del suburbio en un mar azul de dulzura si lo navega un velero de dos palos con Blanca Su¨¢rez a bordo; el erotismo explosivo que emana su anuncio de prendas ¨ªntimas de Women secret o de Intimissimi no se sabe si contamina el aire de la ciudad o lo purifica con su belleza abrasiva, porque a estas alturas la filosof¨ªa consiste en no saber distinguir entre el cuerpo y la talla, entre la vida y la marca, entre ver y ser visto. La belleza es ese misterio natural que existe antes y despu¨¦s del maquillaje, as¨ª en el cielo como en la tierra. El ¨¦xito de Blanca Su¨¢rez est¨¢ en esa encrucijada. De ella tiran de cada lado los mejores directores de cine, los publicitarios m¨¢s creativos y los consumidores insaciables de chismes en la antesala del dentista y bajo el secador de la peluquer¨ªa. Obligar al hormiguero humano, que discurre por la ciudad, a que la prefiera m¨¢s por dentro que por fuera, m¨¢s en la pantalla que en el panel publicitario, m¨¢s por su talento que por las prendas ¨ªntimas que exhibe, esta es la cuesti¨®n. Blanca Su¨¢rez es una buena actriz sometida al desaf¨ªo de ser o posar. En el fondo a ese dilema se reduce hoy la cultura.
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