?Que viene el lobo solitario!
Llamar a los terroristas lobos solitarios nos remite a una tradici¨®n milenaria que relaciona la licantrop¨ªa con la maldad
Los atentados y asesinatos pol¨ªticos se ha multiplicado en este verano, afectando desde Estados Unidos a Alemania, y cobr¨¢ndose las vidas de familias, diputadas, polic¨ªas, inmigrantes y ciudadanos. A pesar de la disparidad entre v¨ªctimas, lugares, m¨¦todos y causas, hay una figura que parece omnipresente: el ¡®lobo solitario¡¯, que se emplea para describir a un individuo que ataca solo, sin ninguna afiliaci¨®n o conexi¨®n clara con un grupo terrorista. La primera menci¨®n del ¡°lobo solitario¡± como criminal se encuentra en un diario ling¨¹¨ªstico estadounidense de 1924, donde se le define como ¡°un bandido o intruso¡± que act¨²a sin banda.?
No obstante, la figura del lobo como amenaza en el imaginario occidental se remonta milenios. Desde que somos peque?os crecemos con la idea del ¡°Gran Lobo Malvado¡± que ataca a los Tres Cerditos, o el Lobo Feroz que se come a la abuela de Caperucita Roja, que por cierto, fue el cuento con el que debut¨® Walt Disney seis a?os antes de crear a Mickey.?
En el cine, la licantrop¨ªa fue desde sus inicios un fil¨®n. Los estudios Universal, famosos por sus pel¨ªculas de terror de bajo presupuesto, estrenaron su primera pel¨ªcula sobre hombres lobos en 1913. En concreto, sobre una nativa americana que se convert¨ªa en lobo para aterrorizar a los colonos. La pel¨ªcula se quem¨® en un incendio, pero los estudios convirtieron al lic¨¢ntropo en uno de sus personajes predilectos: hasta en siete pel¨ªculas incluyeron a un hombre lobo. Cuando Universal intent¨® capitalizar su archivo con una serie de remakes, (la trilog¨ªa de La Momia y Van Helsing) Benicio del Toro y Anthony Hopkins protagonizaron El Hombre Lobo?(2010). Se prev¨¦ un nuevo remake para el 2018.?
Esta demonizaci¨®n del lobo se remonta al Nuevo Testamento, en el que ya se usa como amenaza al ¡®reba?o cristiano¡¯: el lobo se convierte en la ant¨ªtesis del buen cristiano, en diablo y bestia. Durante la Edad Media se extiende y consolida esta imagen hasta el punto de que en las leyes de Inglaterra durante el siglo XI a los criminales se les llama verevulf: hombre lobo. Durante esta ¨¦poca la figura del lobo adquiere un matiz social y pasa a encarnar a aquellos que se desv¨ªan de la doctrina con un comportamiento ¡®antisocial¡¯.?
La figura del lobo ya no es solo una bestia diab¨®lica, sino que al situarse en el interior de las personas pasa a simbolizar todos nuestros instintos violentos. Cuando los colonos protestantes desembarcaron en Estados Unidos en el siglo XVII, emprendieron dos exterminios paralelos: uno contra los ind¨ªgenas y otro contra los lobos. En la imaginaci¨®n colonial, tanto los indios como los lobos representaban amenazas al progreso anglosaj¨®n, simbolizaban el salvajismo pagano frente a la civilizaci¨®n protestante.?
Principalmente compet¨ªan por recursos finitos como pod¨ªan ser la tierra o la caza, pero la matanza se justific¨® con la semilla del posterior Destino Manifiesto, en el que toda persona o animal incompatible con el ideal anglosaj¨®n perd¨ªa el derecho a existir.
No es casualidad que en el siglo XIX, un jefe kiowa adoptase el nombre de Lobo Solitario para luchar contra el ej¨¦rcito de EE UU. Cuando muri¨®, su sucesor adopt¨® el mismo nombre y retom¨® la guerra. Ambos exterminios fueron tremendamente exitosos, hasta el punto de que la poblaci¨®n de lobos fue pr¨¢cticamente erradicada en Estados Unidos en los a?os 60 del siglo pasado.?
Cuando se usa la expresi¨®n ¡°lobo solitario¡± para definir en muchas ocasiones a terroristas isl¨¢micos no se est¨¢ describiendo solamente su modus operandi. Se le est¨¢ enmarcando en una tradici¨®n milenaria en la que el lobo solitario no es solo una amenaza, sino que representa una desviaci¨®n de aquello que concebimos como normal; representa una bestia que vive entre nosotros, como el hombre lobo.?
La guerra contra el terrorismo fue definida por el presidente George W. Bush en t¨¦rminos moralistas como una lucha contra el mal?que debe ser extirpado. Sin embargo, el fil¨®sofo ingl¨¦s John Gray argument¨®?que el mal es una caracter¨ªstica que todos llevamos dentro y por lo tanto imposible erradicar.?
Esta obsesi¨®n semi-religiosa con destruir el mal es contradictoria ya que va contra uno de los pilares del pensamiento cl¨¢sico occidental y del cristianismo: el mal es innato y universal y no se puede destruir sino contener y limitar. De ah¨ª el nacimiento de mecanismos como la confesi¨®n y de siglos de teor¨ªa ¨¦tica y moral y, en esencia, el origen de la ley.?
La ¨²ltima vez que Occidente vio amenazada ¡°su forma de vida¡± fue en el siglo XX por desviaciones socio-pol¨ªticas como el fascismo y el comunismo, pero ambos totalitarismos fueron creaciones de matriz occidental. El ¨²nico enemigo que nunca comprendi¨® fue al Imperio de Jap¨®n y para derrotarle tuvo que recurrir dos veces al armamento nuclear. Desde entonces Occidente ha sido incapaz de derrotar a cualquier amenaza que no entiende, sea en Vietnam o en Irak.
Al llamar a los terroristas lobos solitarios, autom¨¢ticamente los enmarcamos como desviados diab¨®licos a los que jam¨¢s podremos comprender y que deben ser erradicados. La historia nos ense?a que eso no suele funcionar.
Babelia
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