El Messi de los secuestros
Karl es un instructor antisecuestros brit¨¢nico que entrena a preparadores militares y unidades de servicios especiales
"Ya no tengo fe en los candados", me dijo un amigo que hab¨ªa hecho el curso de Karl, de la empresa Oscardelta. Karl es un instructor antisecuestros brit¨¢nico que entrena a preparadores militares y unidades de servicios especiales. Ense?a a huir. Prefiere por precauci¨®n no revelar su apellido ni su cara.
Karl no es un armario. No llega a 1,70 metros y tiene un aspecto de hippy cincuent¨®n. Su m¨¦rito es la calma ante el peligro. Cuenta historias peliculeras como si fuera un d¨ªa m¨¢s en el trabajo. Describe por ejemplo un intento de secuestro sin pausas ni suspense. Dos coches cierran el paso a otro y saltan ocho tipos a por el objetivo. Su tono es m¨¢s as¨¦ptico que cuando yo explico que me he pasado una parada de metro o he quemado la tortilla. Karl usa expresiones inocuas para describir problemas extraordinarios: ¡°Things start going south¡± (cuando un l¨ªo va ¡°hacia el sur¡±, empeora) o ¡°go down that road¡± (¡°tomar ese camino¡± en lugar de ¡°liarse a pu?etazos¡±).
Un secuestro es un instante. Karl se prepara con mentalidad de Usain Bolt: el ¨¦xito depende de d¨¦cimas de segundo. Pero hay problemas a?adidos: no se sabe cu¨¢ndo van a dar la salida ni c¨®mo ser¨¢ la carrera. La violencia es m¨¢s probable en algunos pa¨ªses. Pero si ocurre, la cercan¨ªa de un tipo como Karl vale m¨¢s que Messi.
El curso de Karl parece de co?a. Es en un hangar con ventanas enrejadas, techo de hojalata, el ba?o fuera y campo en el per¨ªmetro. Imita a un zulo. Karl da por primera vez el curso a civiles. Ata a los alumnos con cinta americana y les ense?a a librarse. Les pone bridas y cuerdas y explica c¨®mo sac¨¢rselas o rasgarlas. Luego vienen las cadenas con candados, que parecen un juego de ni?os. Karl cuenta los trucos de los magos escapistas, que parece de repente menos incre¨ªble. Al final van las esposas: las que usa la polic¨ªa, unas rusas, unos grilletes afganos.
Es incre¨ªble la utilidad de un calcet¨ªn: si se pone por fuera de la bota evita que las huellas se marquen en una huida
Todo se puede abrir, aunque no todo es igual de f¨¢cil. El consejo de Karl para quien quiera practicar es una horquilla preparada y ¡°te pones una buena pel¨ªcula, coges cuatro o cinco candados o esposas y a intentar abrirlos¡±. En el curso no hay aprobado sin escena real. Con m¨²sica de Black Sabbath, Karl y su ayudante se disfrazan con pasamonta?as y monos naranjas, capturan a los alumnos a gritos de ¡°?no me mires!¡± y les atan a un palo con cadenas o a la tuber¨ªa del v¨¢ter ¡ªusado¡ª con bridas.
El curso termina, pero el plan para la vida real no. Una cadena que se ha logrado desencadenar se convierte en un arma de ataque. Una cuerda que serv¨ªa para atar no debe dejarse atr¨¢s: si el captor entra en la sala y ve la cuerda rota sabr¨¢ qu¨¦ ha pasado. Si no la ve, ir¨¢ a preguntar qui¨¦n se ha llevado al prisionero. O dudar¨¢. Son unos minutos. Karl avisa de que el silencio es importante: si la cadena repica mientras intenta abrirse puede alertar a los secuestradores. Un calcet¨ªn sirve para evitar el tintineo. Es incre¨ªble la utilidad de un calcet¨ªn: si se pone por fuera de la bota evita que las huellas se marquen en una huida.
El objetivo no es solo escapar, sino saber cu¨¢ndo hay que escapar. Karl ense?a c¨®mo quitarse una cadena y c¨®mo volv¨¦rsela a poner para disimular. Un secuestro es tambi¨¦n mental. El poder del captor reside en tener todo el control. La peque?a sensaci¨®n que supone saber quitarse las cadenas ¡ªaunque no se pueda huir¡ª es un logro: ¡°Es bueno para la cabeza pensar que puedes salir¡±.
El objetivo de Karl es que estar encapuchado, esposado de pies y manos y rebotando en un maletero se viva con calma: ¡°Es mejor que te encierren en el maletero porque est¨¢s solo. Si te sientan detr¨¢s con ellos, te vigilan¡±. As¨ª razona Karl. O tambi¨¦n as¨ª: ¡°Hay gente que bajo presi¨®n pierde el control, se orina. Puede pasarte. Da igual. C¨¦ntrate en lo que puedes controlar¡±. La vida real de Karl es de calma chicha: ¡°Cuando entro en un lugar, siempre busco por d¨®nde salir¡±, dice. Puede salvarte, pero tambi¨¦n puede obsesionar. Karl dice que consigue equilibrar esa vigilancia y llevar una vida saludable.
De sus 11 a?os de polic¨ªa le queda la alerta permanente. Karl ve siempre las ruedas del coche que circula delante. As¨ª tiene siempre espacio para un volantazo: ¡°Si vienen por detr¨¢s, no estoy encerrado¡±, dice. Antes de polic¨ªa, Karl fue guardia de material valioso. Llevaba bolsas de diamantes y sacos de millones de libras por Londres. Sobrevivi¨® a tres tiroteos. En 2006 dej¨® la polic¨ªa para dedicarse a idear y fabricar material antisecuestro: ganz¨²as, llaves universales. Ahora adem¨¢s ense?a a usarlo y a montarlo, como McGyver, con lo que hay.
Los secuestros no son siempre planes perfectos. ¡°No imagin¨¢is c¨®mo es de dif¨ªcil esposar a alguien que se resiste¡±, dice. El 21 de julio intentaron secuestrar a un soldado brit¨¢nico que corr¨ªa alrededor de una base en su pa¨ªs. Iba con auriculares. ¡°Primer error¡±, dice Karl. No oy¨® al tipo que se acerc¨® por detr¨¢s, pero reaccion¨® r¨¢pido. Lo tumb¨® de un golpe. El otro le amenaz¨® con un cuchillo, pero pudo salir corriendo. Un segundo de indecisi¨®n y quiz¨¢ se hubiera encontrado el cuchillo en el cuello. El error de los captores dio una oportunidad. ¡°Entonces es cuando las horas de entreno entran en juego¡±, dice Karl. Pero entrenar es m¨¢s que un curso.
Babelia
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