Barcelona o el Chicago de Al Capone
El escritor novela el rostro m¨¢s agresivo del anarquismo en Espa?a a trav¨¦s de la legendaria figura de Salvador Segu¨ª. ¡°Ni en los peores momentos de ETA se lleg¨® a las cotas de violencia que atraves¨® entonces la capital catalana¡±, dice el autor
Tiene algo de minucioso y justo Antonio Soler. Cuando escucha (cuando interviene en p¨²blico y habla otro) y no siente que lo que dicen a su alrededor sea justo, su rostro va marcando sus diferencias. En este libro (Ap¨®stoles y asesinos, Galaxia Gutenberg, 2016), este malague?o de 1958 que ya public¨® El paseo de los ingleses (luego una pel¨ªcula afamada, de su paisano Antonio Banderas) y Una historia violenta, entre otros, aborda un suceso que dur¨® desde que Espa?a era en negro sepia, a principios del siglo XX, hasta que ya fue roja de sangre y de martirio, a principios de la Guerra Civil. Hasta en la portada del libro, esos personajes que est¨¢n entre malvados y prepotentes se parecen a otra ¨¦poca famosa en la historia del mundo, la de Al Capone y su enorme poder para pasar de malo a mal¨ªsimo.
Pero esos personajes, y este libro, aluden a una ¨¦poca especialmente mitificada de nuestra historia, el anarquismo. Que ¨¦l, con ese aire de hombre justo y concienzudo, narra como si tuviera pinzas en la pluma y se hubiera conjurado para que esa aventura a veces mort¨ªfera no tenga ni un adjetivo. El personaje que cruza la novela es El Noi del Sucre, Salvador Segu¨ª, que parte de aquellos a?os en que el anarquismo era un mito hasta que, en los proleg¨®menos de la guerra y en la guerra misma, se convirti¨® en un condicionante especial de aquella contienda. De c¨®mo escribi¨® el libro, habla Soler en su soleada casa de M¨¢laga. ?l aborda la historia de Segu¨ª con una audacia que recuerda la que exhibe Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez al principio de su Cr¨®nica de una muerte anunciada. En Ap¨®stoles y asesinos Soler tambi¨¦n explica enseguida el asesinato de El Noi del Sucre, que es, por decirlo as¨ª, el h¨¦roe de su novela. ¡°Lo quise hacer por lo contrario que impuls¨® a Garc¨ªa M¨¢rquez. Como en tantos libros suyos, lo que ¨¦l hace es crear un enganche al lector para luego ir arrastr¨¢ndolo. Yo pod¨ªa haber mantenido al lector sin informarle de qui¨¦n es El Noi del Sucre. Pero quise dejar claro qu¨¦ pasa desde el principio. Desde el principio, pues, digo qui¨¦n es este hombre, que se enamora del anarquismo y es traicionado. Y entro en los detalles¡±.
¡°La justicia no se puede alcanzar a cualquier precio porque desde ese momento est¨¢ dejando de ser justicia¡±
Y esos detalles son abrumadores; Soler los exhibe con un estilo que se parece a ¨¦l, sobrio, sincopado, como si estuviera haciendo un atestado. ¡°S¨ª, hay esa voluntad. Ten¨ªa mucho material y las posibilidades eran infinitas. Ah¨ª se muestra el oficio de novelista. Qu¨¦ hacer con todo eso¡ Si me voy por un ramal puramente novelesco o subrayando lo novelesco pod¨ªa haber contado la historia desde un punto de vista de un amigo secundario y en primera persona. Eso hubiera sido de cart¨®n piedra¡±.
As¨ª que se ci?¨® ¡°absolutamente a lo real¡±. ?Y por qu¨¦ era tan interesante ese mundo que desmenuza? ¡°Por los personajes y por la atm¨®sfera de Barcelona de aquella ¨¦poca. Pero b¨¢sicamente por la proliferaci¨®n de personajes de vida marcadamente literaria, como El Noi, ?ngel Pesta?a o Francesc Layret¡±. La fascinaci¨®n es ahora del lector, que quisiera haberlos conocido. ?l lleg¨® a ellos a partir de una biograf¨ªa que ?ngel Mar¨ªa de Lera hizo de Pesta?a y que Soler ley¨® cuando ten¨ªa unos 20 a?os. De aquel entorno del l¨ªder anarquista quien se qued¨® en la memoria de novelista fue El Noi del Sucre. ¡°Era una novela ese personaje. Y su tiempo, el antecedente de la Rep¨²blica y de la Guerra Civil¡ Ah¨ª est¨¢n el matonismo y el choque de dos sociedades que ya estaban colisionando. Ah¨ª est¨¢n Indalecio Prieto, Largo Caballero, Llu¨ªs Companys. Ah¨ª est¨¢ ya el estallido de las ideolog¨ªas anarquistas, fascistas, socialistas, que chocan definitivamente en la Rep¨²blica, en la Guerra Civil y enseguida en la Guerra Mundial¡±.
¡ªEn la decisi¨®n de matar a El Noi se juntan patronal e ideolog¨ªas enfrentadas¡
¡ªY la patronal intenta propagar la idea de que han sido sus compa?eros anarquistas los que lo matan¡ Segu¨ª se sit¨²a en el ¨¢mbito en el que luego estar¨ªan Aza?a y Largo Caballero. Y cuando estalla la Guerra Civil la situaci¨®n es la siguiente: te pueden fusilar los de un bando o los de otro. Y en medio est¨¢ El Noi del Sucre.
Para muchos de la Confederaci¨®n Nacional de Trabajadores (CNT), que son los que van a formar la Federaci¨®n Anarquista Ib¨¦rica (FAI), apunta Soler, El Noi es ¡°un traidor¡±. No admiten ning¨²n tipo de moderaci¨®n ni de negociaci¨®n, ¡°ni aceptan que exista la burgues¨ªa¡±. Y ¨¦l cre¨ªa que si quer¨ªas transformar la sociedad ten¨ªas que formar parte del ¡°juego pol¨ªtico¡±.
¡ªSu relaci¨®n con las autoridades catalanas parec¨ªa la de un hombre civilizado que quiere mantener relaciones con aquellos de los que difiere. ?Ve alg¨²n paralelismo con lo que sucede ahora?
¡ªS¨ª, pero por suerte, tambi¨¦n hay diferencias. La fundamental, el pistolerismo y la violencia. Ni en los peores momentos de ETA en Espa?a se llega a las cotas de violencia que atraves¨® Barcelona en aquella ¨¦poca. Otra diferencia: aunque est¨¦ muy da?ada, la Uni¨®n Europea est¨¢ ah¨ª y hace que los nacionalismos tengan otro sentido, o menos sentido, por decirlo de otra manera¡ Una similitud: la Liga Regionalista ¡ªpadres de Converg¨¨ncia¡ª act¨²a de modo ego¨ªsta. Companys y Layret son los padres de Esquerra¡ Y un sector de la CUP actual tiene que ver con parte de estos anarquistas que est¨¢n contra cualquier sistema europeo, burgu¨¦s o como se quiera llamar.
En alg¨²n momento, la refriega entre contrarios, el terrorismo callejero, es tan potente que Barcelona parece los bajos fondos del Chicago de Al Capone. ¡°La violencia pod¨ªa afectar a mucha gente, las bombas estallaban indiscriminadamente; y el objetivo pod¨ªa ser un peque?o tendero o un peque?o empresario de transporte sin relevancia¡¡±. Esos mismos que disparaban u organizaban los disparos cre¨ªan que ¡°elegir el camino de la pol¨ªtica significaba una traici¨®n porque era la aceptaci¨®n del Estado. Y quer¨ªan la pureza te¨®rica¡±. Segu¨ª hab¨ªa abrazado esa actitud, pero cambia de parecer cuando la violencia ya es una costumbre de sus compa?eros. Entonces estos lo llaman ¡°amariconado¡±; ya est¨¢ puesta la diana.
¡ªLa catadura moral de muchos personajes es despiadada. La vida no vale nada. ?Un signo de la ¨¦poca?
¡ªEn la Barcelona de El Noi el precio de la vida humana est¨¢ muy bajo. Y ahora pasa: no vale lo mismo la vida de un afgano que la de un occidental. Mira los atentados: ocurre en Alemania y es portada, ocurre en Kabul y tiene la misma dimensi¨®n excepto en la importancia que le dan los medios. Y aqu¨ª, en Espa?a, ha habido ¨¦pocas en que la vida val¨ªa mucho menos. Esa fue una de ellas.
¡ª?Qu¨¦ sensaci¨®n moral le produjo visitar ese tiempo?
¡ªUna rev¨¢lida de lo que ya sab¨ªa, un espanto por que se intente alcanzar un estado de justicia, pero no se puede alcanzar a cualquier precio porque desde ese momento est¨¢ dejando de ser justicia.
Del libro se sale con varias caras del anarquismo. Est¨¢n ¡°los puros¡± de Bakunin, que quieren llevar la teor¨ªa a la pr¨¢ctica. Los de Andreu Nin, partidarios del comunismo y de lo que sucede en Rusia. Y est¨¢n Segu¨ª, Pesta?a¡, los que empiezan a recelar del anarquismo porque ven que es pura entelequia¡ ¡°El anarquismo es polif¨®nico y poli¨¦drico¡±. Una de esas caras es la que tenemos hoy, que eran simp¨¢ticos. ¡°Porque muchas de las cosas que dicen son simp¨¢ticas, tienen un trasfondo de justicia, de mundo feliz. Y son bastante r¨ªgidos, est¨¢n en contra de los vicios, de la prostituci¨®n, incluso del alcohol. Empiezan a no ser tan simp¨¢ticos cuando persiguen un mundo feliz con unas medidas indecentes¡±. Esos ap¨®stoles son muchas veces asesinos, dice Soler.
Ap¨®stoles y asesinos est¨¢ marcado por la maldad y por la sangre; pero, como en un famoso t¨ªtulo de Richard Ford, Antonio Soler ha hallado tambi¨¦n flores en las grietas.
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