Ambig¨¹edades de la salvaci¨®n

Si en su anterior largometraje, Perder la raz¨®n (2012), el belga Joachim Lafosse parti¨® de un caso real de la cr¨®nica negra no tanto para ser fiel a los hechos, sino para plantear preguntas inc¨®modas a sus espectadores, Los caballeros blancos establece una l¨ªnea de continuidad con esa metodolog¨ªa de trabajo para dar forma a una pel¨ªcula completamente distinta. Aqu¨ª, la fuente testimonial es el caso de El Arca de Zo¨¦, ONG que, en el a?o 2007, protagoniz¨® un sonado incidente internacional al intentar expatriar a 10.000 ni?os de Darfur mediante el poco ortodoxo m¨¦todo de gestionar su adopci¨®n con familias de acogida europeas y americanas sin contar con las suficientes garant¨ªas sobre la orfandad de los menores.

Lafosse se aparta del microcosmos familiar que hab¨ªa explorado tan a conciencia en pel¨ªculas como Propiedad privada (2006) y Perder la raz¨®n ¨Cy que vuelve a ser su campo de estudio en su ¨²ltimo trabajo, L¡¯¨¦conomie du couple -para diseccionar la din¨¢mica y las tensiones- de grupo en lo que a ratos parece una versi¨®n vaciada de todo componente l¨²dico de esa narrativa de la espera que defini¨® la heterodoxia de Hatari! (1962). La pel¨ªcula fija su atenci¨®n en la labor de los miembros de una ONG inspirada en El Arca de Zo¨¦, sin ninguna tentaci¨®n de aplicar barnices rom¨¢nticos o ¨¦picos a una cotidianidad hecha de negociaciones extenuantes, de pulsos entre idealistas y pragm¨¢ticos y de roces entre quienes asumen su condici¨®n de soldados rasos en una misi¨®n delicada y quienes ejercen de, como dir¨ªa Ignacio Vidal-Folch, turistas del ideal.

El tema de fondo aqu¨ª es si la supuesta benignidad de un fin justifica la turbiedad de los medios. Lafosse no tiene respuestas: tampoco cuenta con la lluvia deus ex machina que cerraba Un d¨ªa perfecto (2015) con una nota tranquilizadora.