Un thriller sin mirada

Un g¨¦nero cinematogr¨¢fico no puede limitarse a ser un conjunto de situaciones, arquetipos y ambientes libremente recombinados por cada creador que decida asumir sus c¨®digos: tambi¨¦n tiene que llevar incorporada la capacidad para leer y descifrar el mundo real que, a fin de cuentas, rige sus subidas y bajadas en, por as¨ª decirlo, los ¨ªndices de bolsa del gusto mayoritario. No fue casual que el cine de terror viviera una de sus etapas de esplendor en los deprimidos a?os 30, del mismo modo que tampoco obedeci¨® al azar que las pel¨ªculas de ciencia-ficci¨®n encontraran su punto de m¨¢xima definici¨®n y expansi¨®n en tiempos de Guerra Fr¨ªa. En este orden de cosas, como bien entendieron David Simon y Edward Burns en The Wire, no hay herramienta m¨¢s pertinente y afilada para cortar en secci¨®n la ciudad corrupta del capitalismo terminal que el g¨¦nero negro.

En Secuestro, Mar Targarona y su guionista Oriol Paulo embuten en una misma trama acoso escolar, corrupci¨®n judicial y econ¨®mica, desigualdades de clase y combates clandestinos de perros, entre otras cosas, pero cualquier parecido entre esta pel¨ªcula y una lectura incisiva de nuestra realidad parece pura coincidencia. Lo que falta es, por supuesto, un discurso, una mirada, una posici¨®n. Lo que queda es un encadenado de giros de guion y golpes de efecto dignos de mejor causa y un plantel de entregados actores ¨Cmerecen menci¨®n especial Macarena G¨®mez y Andr¨¦s Herrera- intentando nadar contra las corrientes de inverosimilitud que acaban ahogando una historia de eficacia puramente epid¨¦rmica.