El Bronx acoge la primera exposici¨®n dedicada al impacto del sida en el arte
Art AIDS America, con obras de Haring, Maplethorpe o Leivobitz, estar¨¢ en Nueva York hasta el 23 de octubre
Cuando Keith Haring realiz¨® su ¨²ltima obra no pod¨ªa levantarse de su cama de un hospital del Nueva York de 1990. Ten¨ªa 31 a?os y su asistente le ide¨® un mecanismo para que, pese a todo, pudiera realizar aquel canto de cisne: le prepar¨® un molde de cera y en ¨¦l el artista estadounidense pudo dibujar con el dedo su ¨²ltimo festival de siluetas infantiles, bailarinas y optimistas pese a que la obra se titulara Altar Piece, fuera un tr¨ªptico al que no le faltaban la Madonna con el ni?o ni un pueblo esperando la salvaci¨®n y estuviera tomada por el miedo a una muerte inminente. Esta pieza es uno de los principales reclamos y una excelente s¨ªntesis de las emociones divididas que se agitan en la coctelera de Art AIDS America. Incertidumbre, infecci¨®n, dolor, estigma, sentimiento religioso in extremis, folclore, activismo, sentimiento de culpa, sangre y semen conviven en la primera exposici¨®n que analiza el impacto del sida en el arte no solo entonces, sino tambi¨¦n ahora.
Still Here reza un cuadro de Deborah Kass, pintado en 2007, para un doble recordatorio: que todav¨ªa duelen las heridas de la ¨¦poca m¨¢s destructiva de la enfermedad y que, aunque el virus ya no cause la carnicer¨ªa de los a?os 80, sigue all¨ª, se sigue transmitiendo, sigue siendo incurable y sigue arrastrando una considerable desinformaci¨®n. Art AIDS America ha recalado, no por casualidad, en el Museo del Bronx de Nueva York, que hasta el 23 de octubre lanza un grito m¨¢s pol¨ªtico que art¨ªstico, aunque sea a trav¨¦s de 125 obras con nombres tan importantes como, adem¨¢s de Haring, Robert Maplethorpe, Annie Leibovitz, Derek Jackson o los latinos F¨¦lix Gonz¨¢lez-Torres, Tino Rodr¨ªguez o Luis Cruz Azaceta. ¡°?Por qu¨¦ se ha tardado tanto?¡±, exclamaba desde el New York Times el cr¨ªtico de arte y ganador del premio Pulitzer Holland Cotter. Y aseguraba que el sida hab¨ªa sido para Estados Unidos el segundo Vietnam.
¡°Ante todo quer¨ªamos abrir un debate¡±, explica a EL PA?S el director del museo, Sergio Bessa, que ha completado la exposici¨®n con un ciclo de conferencias y proyecciones. ¡°La exposici¨®n cre¨® cierta pol¨¦mica en Tacoma (estado de Washington, donde arranc¨® un recorrido que terminar¨¢ en Chicago) por no tener suficiente representaci¨®n latina y afroamericana (¡) Adem¨¢s, el Bronx fue una comunidad especialmente afectada por el sida de una manera diferente: m¨¢s por las drogas y las transfusiones de sangre que por la homosexualidad. Eso implic¨® que los archivos oficiales y la prensa no registraran sus cifras ni sus efectos¡±, a?ade.
La exposici¨®n ha sumado as¨ª varias obras importantes, entre ellas el documental Tongues Untied (lenguas desatadas) del fallecido Marlon Riggs, que sirve de pr¨®logo de lo que luego vendr¨¢ en una muestra dividida en cuatro cap¨ªtulos tem¨¢ticos: cuerpo, esp¨ªritu, activismo y camuflaje, como si fueran fases evolutivas de la propia enfermedad.
¡°La primera respuesta a la crisis del sida llev¨® a los artistas hacer obras sobre el impacto f¨ªsico de la enfermedad, sea con fotograf¨ªas o trabajos que trabajan con sangre, piel¡ Pero tambi¨¦n hab¨ªa otra gente, particularmente los infectados, intentaron encontrar una salvaci¨®n espiritual¡±, argumenta Bessa. De un lado se pueden ver obras donde las erupciones cut¨¢neas se traducen en lienzos abultados y sanguinolentos cual sarcoma de Kapozy, como la impactante obra del artista israel¨ª Izhar Patkin, todav¨ªa vivo, realizada ir¨®nicamente con l¨¢tex y titulada Desvelando una manera moderna de castidad (1981). Pero tambi¨¦n duele la s¨¢bana santa surgida de una m¨¢quina de gimnasio que forma parte de la serie Icaria, de Daniel Goldstein.
El activismo, como el propio arte, llega como respuesta a una sociedad que no responde institucionalmente: el silencio llegaba tanto desde la administraci¨®n de Ronald Reagan como de las grandes instituciones art¨ªsticas. ¡°Tom¨® mucho tiempo hasta que los pol¨ªticos reaccionaron como crisis sanitaria, pensaron que era una cuesti¨®n de subcultura¡±, asegura Bessa, quien tambi¨¦n se?ala obras fotogr¨¢ficas de este bloque de la exposici¨®n que muestran mensajes de castigo moral a los infectados. De hecho, la obra m¨¢s grande de la muestra se llama Silencio = Muerte creada con neones por el colectivo Gran Fury en 1987.
Con el camuflaje llega el decir sin decir y, con ¨¦l, algunas de las piezas m¨¢s po¨¦ticas: La Cortina Azul de Gonz¨¢lez-Torres, que al abrir se asoma a la obra de David Wognarowicz Buffalo, una impactante fotograf¨ªa de estos animales despe?¨¢ndose por un barranco, s¨ªmbolo de la brutal estampida del sue?o americano con la llegada del neoliberalismo radical de los a?os 80.
Sin embargo, pese a la fuerza de los artistas m¨¢s afectados por la enfermedad y m¨¢s involucrados en la escena homosexual, Art AIDS America lucha por dar voz a los enfermos menos estandarizados y es por eso que Bessa destaca dos artistas: el heterosexual Willie Cole que hace un juego l¨¦xico en una pizarra en su C¨®mo deletreas Am¨¦rica y el trabajo de la veintea?era Kia Labeija, que naci¨® en 1990 con VIH y desde entonces vive como miembro de una de las casas de voguing que sobreviven, la Casa Labeija, y retrata con exuberancia y el colorismo una existencia marcada por un virus que algunos se atreven a pensar que ha pasado de moda.
Babelia
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