La silenciosa resurrecci¨®n del cineclub
Las pel¨ªculas en versi¨®n original, proyectadas en cafeter¨ªas de peque?os aforos, est¨¢n en auge
No tienen cartelera, ni palomitas, ni taquillas. A primera vista parecen bares y cafeter¨ªas corrientes, pero en su interior albergan peque?as salas cine que no venden entradas. Son espacios escondidos con butacas amplias, sof¨¢s cabeceros y mesas auxiliares para acompa?ar las proyecciones con cervezas, copas o perritos calientes. Acogen al espectador se queda cuando se encienden las luces, entreg¨¢ndose a la tertulia ¨ªntima frente a la gran pantalla. Solo en versi¨®n original. Durante los ¨²ltimos a?os han proliferado por varias ciudades espa?olas estos locales que apuestan por una oferta cin¨¦fila diferente, heredando la larga tradici¨®n de cineclubs que amenazaba con extinguirse.
Doctor Steam se describe como "el ¨²nico caf¨¦-bar con cine de Madrid". Ubicado en el coraz¨®n de Lavapi¨¦s, desde su fachada acristalada se divisa una cortina de terciopelo teatral. El tel¨®n se levanta tres o cuatro veces al d¨ªa para proyectar pel¨ªculas de toda clase: de Deadpool a Macbeth, pasando por Susurros del coraz¨®n o Hairspray. Eva y Emilio lo fundaron hace un a?o y medio sobre las cenizas del Caf¨¦ Kino, local emblem¨¢tico que tambi¨¦n estuvo dedicado a las proyecciones a peque?a escala. "Compartimos el esp¨ªritu, pero la l¨ªnea es diferente. Tanto en la selecci¨®n de las pel¨ªculas, como en el bar que hemos reformado completamente", explican. Hasta que se lanz¨® a este proyecto, Emilio era "el chico que trabajaba vendiendo palomitas en Cinesa viendo c¨®mo la gente pagaba aut¨¦nticos dinerales". Asegura que la paternidad le despert¨® el esp¨ªritu emprendedor para inaugurar el caf¨¦-cine. "Hoy no puedes hacer hosteler¨ªa al uso, tienes que hacer algo m¨¢s, aportar un extra. Nuestra opci¨®n l¨®gica era el cine", resume.
La legislaci¨®n de este tipo de espacios difiere con las salas tradicionales y la licencia les impide cobrar entrada al uso. A cambio, lo solventan incrementando el precio de las consumiciones con un suplemento, que en el caso del Dr. Steam asciende a dos euros. "Es como la tasa que cobran en muchas terrazas, aunque en realidad lo que da dinero es el bar, el cine es un reclamo", reconoce Emilio. Tienen espacio para veinte espectadores, aunque no es una cifra cerrada. La sala tambi¨¦n puede alquilarse para proyecciones privadas por 35 euros (45 en fin de semana), y ah¨ª el l¨ªmite queda en manos del cliente. "Hace poco nos alquil¨® la sala el director Mateo Gil, para hacer la premier de una de sus pel¨ªculas con sus conocidos", recuerda. Han tenido pedidas de mano, proyecciones de cintas caseras y de pel¨ªculas "sorpresa" cuyo t¨ªtulo se descubr¨ªa en el ¨²ltimo minuto. Tambi¨¦n dan cabida al Bechdel Film Club, una iniciativa feminista que analiza el sexismo de las pel¨ªculas en funci¨®n de ciertos par¨¢metros. La lista de se alarga hasta lo inabarcable: exposiciones de arte, actividades infantiles... La clave es -o parece- diversificar.
Inspiraci¨®n brit¨¢nica y nost¨¢lgica
Algo que tambi¨¦n le ocurre a El Paracaidista. El local, sito en un edificio de cuatro plantas en el barrio de Malasa?a es un hervidero de actividades, lo que confusamente cae bajo el paraguas del "espacio multidisciplinar". Desde el mes de mayo a la tienda de ropa, libros y artesan¨ªa; la terraza y el restaurante se le ha a?adido una sala de cine denominada El Paracaidista Movie Club, fundada conjuntamente con Sunset Cinema. "No hay discriminaci¨®n tem¨¢tica, ni por cl¨¢sicos ni por cine independiente. Proyectamos de todo, yo dir¨ªa que es un mashup. Desde la pel¨ªcula de autor de cualquier continente hasta el ¨²ltimo supermega ¨¦xito de Disney", explica su director, Juan Mateos.
En su af¨¢n por erigirse en "un laboratorio de ideas locas" han modificado el funcionamiento inicial. Al principio la mec¨¢nica obligaba a reservar entrada y pagarla, pero en septiembre recomenzar¨¢n con una nueva pol¨ªtica menos r¨ªgida. Las proyecciones ser¨¢n gratuitas (sin suplementos) y se centrar¨¢n en ciclos tem¨¢ticos relacionados con aspectos de actualidad de la ciudad. "Empezaremos con un homenaje a la serie Stranger Things, dando cabida al cine ochentero, y la tercera semana aprovecharemos la Madrid Fashion Week para poner pel¨ªculas relacionadas con la moda", explica. La sala es reflejo de los cimientos que la sostienen: la nostalgia y la innovaci¨®n. Las 29 butacas estilo retro han sido trasplantadas de un antiguo cine de Valladolid, lo mismo que las mesillas auxiliares para depositar las bebidas y aperitivos. Pero es lo ¨²nico convencional. "El tener un peque?o aforo nos permite experimentar. No buscamos una programaci¨®n regular de los cines, sino el evento especial, cosas llamativas en un ambiente desenfadado. No tenemos que programar para todos los d¨ªas. El hecho de que el cine no sea el negocio principal de la propuesta te da m¨¢s margen", reflexiona.
Aunque rememora cineclubs madrile?os que tuvieron su auge tiempo atr¨¢s como La enana marr¨®n, Jes¨²s ubica su inspiraci¨®n fuera de nuestras fronteras. "Nuestra referencia est¨¢ en Londres, en la cultura de cineclub que hay en Reino Unido, donde tienen incluso una asociaci¨®n nacional. Ojal¨¢ hubiera algo as¨ª aqu¨ª", dice. El objetivo es captar ese esp¨ªritu del grupo de amigos que se re¨²ne en un bar y elige una pel¨ªcula, reforzando "la experiencia social, de encuentro, que ahora se est¨¢ perdiendo", apostilla.
?Ser¨¢n los nuevos cineclubs flor de un d¨ªa o conseguir¨¢n arraigar? Mientras la industria tradicional se lanza a la b¨²squeda de alternativas para repoblar las butacas, Dr. Steam y El Paracaidista Movie Club conf¨ªan en que su conexi¨®n con el p¨²blico es genuina. "Yo creo que los empresarios propietarios de las salas de cine son unos dinosaurios que tuvieron su momento, y explotaron las gallina de los huevos de oro mientras dur¨®. Pero hoy en d¨ªa ya no tienen la exclusividad del cine, y por eso hay demandas de este tipo de iniciativas", opina Emilio. Considera que ambas ofertas no son excluyentes, algo que referenda Jes¨²s: "Al final, lo que proponemos es algo distinto. Poder tomarte una cerveza en un ambiente m¨¢s ¨ªntimo y ver una pel¨ªcula sin tantas restricciones, de una manera menos impresonal porque siempre se genera debate", explica. Ambos coinciden en que parte del ¨¦xito radica en la ubicaci¨®n de sus proyectos, emplazados en barrios donde el p¨²blico est¨¢ m¨¢s dispuesto a arriesgarse con nuevas tendencias. "Nada de esto funcionar¨ªa sin las redes sociales, sin escuchar qu¨¦ pel¨ªculas quiere ver la gente, o que tipo de iniciativas les apetecen", apostilla Emilio. Los cineclubs tuvieron una ¨¦poca dorada, iniciada en 1928 por Luis Bu?uel y Ernesto Gim¨¦nez Caballero con la fundaci¨®n del Primer cineclub espa?ol. Las d¨¦cadas los fueron marchitando. Estos dos locales dicen tomar el relevo de aquella tradici¨®n, y de momento el p¨²blico acompa?a. Un graffiti en la fachada de Dr. Steam se afana en darles la raz¨®n: "El futuro es una reposici¨®n".
Babelia
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