Pepe Soto, un largo romance con la pintura
El artista sevillano falleci¨® tras unos meses de enfermedad que le hab¨ªa impedido colgar una exposici¨®n que acababa de completar
Inesperadamente se nos ha ido Pepe Soto tras unos meses de enfermedad que le hab¨ªa impedido colgar una exposici¨®n que acababa de completar. Hubiera sido su tercera muestra en los ¨²ltimos cuatro a?os, despu¨¦s de casi 40 de abandono, no de la pintura, sino de su pr¨¢ctica.
Jos¨¦ Soto Reyes, nacido en 1934, pertenec¨ªa a esa generaci¨®n que desde mediados los a?os cincuenta apost¨® en Sevilla por el arte moderno. No era tarea f¨¢cil pero aquellos j¨®venes, Carmen Laff¨®n y Teresa Ducl¨®s, Paco Cortijo y Luis Gordillo, Jaime Burguillos, Jos¨¦ Luis Mauri y Juan Romero, se empe?aron en una forma de ver y hacer arte apenas admisible en los cerrados c¨¢nones de la ciudad. Contaban con el magisterio de Miguel P¨¦rez Aguilera, paisano y amigo de Jos¨¦ Guerrero, y con alg¨²n otro profesor, como Rafael Mart¨ªnez D¨ªaz que cruz¨® el universo cerrado de aquella Escuela de Bellas Artes el tiempo suficiente para sembrar inquietudes.
El grupo se dio a conocer en el Club la R¨¢bida pero sobre todo en la galer¨ªa La Pasarela (1965) que, vinculada estrechamente a la de Juana Mord¨®, expuso en Sevilla las obras del Grupo El Paso y las de los autores vinculados a Cuenca y a Fernando Z¨®bel. En 1970 algunos de estos j¨®venes artistas sevillanos, Soto entre ellos, comenzaron a trabajar con una mujer, nueva galerista, Juana de Aizpuru, que se apresur¨® a mostrar fuera de Sevilla la obra de estos sus primeros pintores.
Soto fue siempre un enamorado de la pintura. March¨® a Par¨ªs en 1958 sin otro apoyo que el trabajo que pudiera encontrar y sin m¨¢s af¨¢n que ver arte. Con el mismo empe?o gastar¨ªa m¨¢s tarde sus vacaciones recorriendo media Europa. Pero en este proceso hubo un encuentro decisivo: el que gracias a Fernando Z¨®bel tuvo con la pintura de los neoexpresionistas abstractos, especialmente con la de Mark Rothko y Barnett Newman. Por entonces, compart¨ªa estudio con Carmen Laff¨®n y el propio Z¨®bel, y comenz¨® a hacer una pintura abstracta, cercana a la llamada de campos de color, aunque prestando especial atenci¨®n a la geometr¨ªa y al ritmo que la construcci¨®n pudiera incluir en el cuadro.
Fueron a?os f¨¦rtiles, con una producci¨®n corta pero potente que interes¨® a m¨¢s de un coleccionista. Pero el proceso se interrumpi¨®. En 1975, Soto decide dejar de pintar. No abandona la pintura, porque a partir de ese a?o se convierte en una persona en la que se puede confiar, por sus conocimientos, su rigor, su sensibilidad y su honradez. Pintores de sucesivas generaciones lo buscan para que vea su trabajo, organice alguna exposici¨®n o simplemente para intercambiar impresiones. Soto, excelente en la conversaci¨®n y exigente en cuestiones de arte, se convierte en referencia silenciosa en una ciudad que, con frecuencia, se deja llevar en exceso por el ruido.
De esta vida de pintor latente lo saca una exposici¨®n, la que organiza Juana de Aizpuru en Madrid, en 2010, 40 a?os despu¨¦s de iniciar su andadura en Sevilla. La muestra re¨²ne obras de algunos de aquellos primeros autores: Laff¨®n, Soto, Gerardo Delgado y Jos¨¦ Ram¨®n Sierra. Debo confesar que el rinc¨®n de Soto en aquella muestra brillaba con luz propia. Algo parecido debi¨® pensar Juan Antonio ?lvarez Reyes, director del Centro Andaluz de Arte Contempor¨¢neo de Sevilla (CAAC) porque propuso a Pepe Soto reunir sus abstracciones fechadas en los setenta y exponerlas. Fue un est¨ªmulo poderoso, tanto que Soto decidi¨® volver a coger los pinceles. Los grandes cuadros, hechos expresamente para la muestra eran una vibrante continuaci¨®n de su obra anterior y juntos trazaban un romance con la pintura al que Soto nunca hab¨ªa renunciado.
Los nuevos cuadros no fueron una nube de verano al a?o siguiente de su exposici¨®n en la Cartuja, 2013, colg¨® nuevas obras en La Caja China, galer¨ªa en la que tambi¨¦n iba a mostrar las obras que a¨²n est¨¢n en su estudio.
Las pinturas se expondr¨¢n pero nos va a faltar, no el autor, sino el amigo con el que comentar, consultar y discutir, y la persona que durante a?os y de muy variadas formas ha asegurado en silencio la presencia rigurosa del arte en Sevilla.
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