Charles Manson y sus chicas
Emma Cline demuestra en su ambicioso debut ser una escritora de verdadero fuste
La adolescencia es un tema literario recurrente. Para abordarlo, Emma Cline ha elegido inspirarse muy libremente en un caso famoso: el de la matanza perpetrada por Charles Manson y su tribu de chicas. Aqu¨ª empezamos con una adolescente de 14 a?os, Evie Boyd, y su amiga Connie. Evie es hija de una pareja separada y vive con su madre. Como toda adolescente, detesta su casa, pasa de su madre y se encuentra a disgusto con el mundo. Un d¨ªa ve a un grupo de chicas j¨®venes de aspecto hippy inconformista que parecen rezumar felicidad y libertad y se queda prendada de ellas, sobre todo de la que parece ser la l¨ªder. La novela nos contar¨¢ c¨®mo se une a ellas y lo que modificar¨¢ su vida, consecuentemente.
Emma Cline enfoca el relato desde dos puntos de vista. Utiliza un solo narrador, la propia Evie, pero en dos momentos de su vida: cuando se produjo aquel encuentro con las chicas, en 1969, y en la actualidad, muchos a?os despu¨¦s del suceso que llen¨® las p¨¢ginas de los peri¨®dicos de la ¨¦poca, convertida ahora en una mujer de mediana edad que vive para pasar desapercibida en una casa prestada por un matrimonio amigo. La narraci¨®n oscila entre esos dos tiempos, con mayor dedicaci¨®n a 1969.
Lo que verdaderamente importa a la autora son las chicas. Son j¨®venes procedentes de familias desestructuradas o no y captadas por una especie de gur¨², un tal Russell, que las tiene medio abducidas en una especie de comuna. La l¨ªder de las chicas es Suzanne, mayor que Evie, de aspecto angelical pero decidido, que se encuentra, como las dem¨¢s, entregada a Russell. ?ste tiene un secuaz llamado Guy, un descerebrado fiel, y por la comuna pululan alguna otra gente insignificante y unos cuantos ni?os. Se dedican a mendigar o a robar. Son almas perdidas que se refugian del insoportable ruido del mundo.
A diferencia de la historia inspiradora, Russell no es el eje de la novela, sino un personaje secundario. El tema est¨¢ en las chicas. Todo el relato inicial de la vida familiar de Evie y de su amiga Connie no tiene otro sentido que fijar los sentimientos de la chica antes de dejarse fascinar por Suzanne e incorporarse al grupo. El mundo emocional, personal y social de Evie est¨¢ excelentemente expuesto, con un estilo de frases cortas que se hilan intuitivamente, donde m¨¢s que an¨¢lisis lo que hay es una representaci¨®n de esa emocionalidad, esa sentimentalidad y del desconcierto ante el mundo que se abre para ella. Esta introducci¨®n necesaria es la que dotar¨¢ de sentido a la desconcertante y anhelada integraci¨®n en el grupo.
La fijaci¨®n de Evie no es con Russell, sino con Suzanne, la l¨ªder de las chicas. Dice Evie: ¡°Cre¨ªa que amar a alguien actuaba como una especie de medida de protecci¨®n, como si los dem¨¢s entendieran la escala y la intensidad de tus sentimientos y actuasen en consecuencia¡±. Suzanne se erige, a sus ojos, en representaci¨®n de la libertad. La historia lo es de individualidades: Connie-Evie, Evie-Suzanne. Los dem¨¢s de la comuna, incluido Russell, son meros comparsas sin sustancia, pues la descripci¨®n de ese mundo y esa gente no tiene la convicci¨®n del resto de la historia; como contraste, la madre y el padre de Evie s¨ª logran alcanzar singularidad convincente en sus apariciones, juntos y por separado.
A diferencia de la historia inspiradora, Russell (Manson) no es el eje de la novela, sino un personaje secundario
Pero hay un problema. La Evie de mediana edad que relata lo hace en su presente de madurez; cuando narra los sucesos de 1969 se coloca en la mentalidad de su adolescencia, s¨ª, pero varias de sus consideraciones son propias de su edad adulta, y esto crea confusi¨®n: ?Qui¨¦n habla en 1969: la mujer madura que reflexiona o la adolescente que cuenta su entrada en la comuna? La mezcla de ambas posiciones desconcierta. El segundo problema es que, siendo Emma Cline tan capaz de definir estil¨ªsticamente el mundo sentimental de Evie, no logra hacer del todo convincente su relaci¨®n con Suzanne, que m¨¢s parece un empe?o de la autora que una verdadera relaci¨®n de fascinaci¨®n y dependencia. Suzanne no se deja conocer, su misterio no se muestra, s¨®lo queda enunciado por la autora; Suzanne no tiene una singularidad tangible, s¨®lo conocemos de ella la superficie; y esto rebaja en mucho la credibilidad de la pasi¨®n que Evie siente por ella. Pero Evie es mucha Evie.
Todo lo dem¨¢s: la estructura impecable, la escritura eficiente resuelta con aut¨¦ntica personalidad y una Evie tanto adolescente como adulta llena de matices, se a¨²pa sobre los defectos apuntados de manera convincente. Aunque sea una historia demasiado instalada ya en el imaginario americano (o quiz¨¢ por eso mismo), Emma Cline demuestra en su debut que nos encontramos ante una escritora de verdadero fuste y ambici¨®n.
Las chicas. Emma Cline. Traducci¨®n de Inga Pellisa. Anagrama. Barcelona, 2016. 342 p¨¢ginas. 19,90 euros
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