Triste
¡°?sta es la historia m¨¢s triste que jam¨¢s he o¨ªdo¡±: as¨ª de contundente comienza la novela 'El buen soldado', del prol¨ªfico autor brit¨¢nico Ford Madox Ford
¡°?sta es la historia m¨¢s triste que jam¨¢s he o¨ªdo¡±: as¨ª de contundente comienza la novela El buen soldado (Edhasa), del prol¨ªfico autor brit¨¢nico Ford Madox Ford (1873-1939), el cual, en una carta insertada en la edici¨®n de 1927, 12 a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n original del libro, no s¨®lo afirmaba que siempre la hab¨ªa considerado como su ¡°mejor obra¡±, sino que renegaba del editorialmente forzado t¨ªtulo elegido para ella, porque el que ten¨ªa en mente era precisamente el de La historia m¨¢s triste. Por lo dem¨¢s, tambi¨¦n aprovechaba la ocasi¨®n para confesar que estaba inspirada en un relato real que le cont¨® su protagonista, Edward Ashburnham.
Sea como fuere, es obvio que el tal Ashburnham, un aristocr¨¢tico terrateniente victoriano de eventual ocupaci¨®n militar, encarna a la perfecci¨®n el prototipo de h¨¦roe romancesco de Ford Madox Ford, como se corrobora compar¨¢ndolo con Christopher Tietjens, el protagonista de su posterior, monumental y tambi¨¦n hoy muy c¨¦lebre novela, titulada El final del desfile (Random House Mondadori), pues ambos, de parecida condici¨®n social, circunstancias y comportamiento, viven todo ello de una semejante manera conflictiva: la de ser rechazados por su propia casta por cumplir estrictamente los principios de ¨¦sta.
Este modelo de h¨¦roe a contrapelo, que sufre, nunca mejor dicho, muchos contratiempos y acaba mal, es muy rom¨¢ntico. Cada vez estoy m¨¢s convencido de que el romanticismo, m¨¢s que una escuela art¨ªstica, es la gran y ¨²nica ideolog¨ªa moderna, pues la creciente y asfixiante imposici¨®n econ¨®mico-social de rastreros cambios intrascendentes obliga al individuo a vivir entre las nubes, como un iluso. Ashburnham, por ejemplo, un joven bello, rico y enamoradizo, es un caballero anglicano que acepta casarse con una tambi¨¦n joven y hermosa irlandesa cat¨®lica de buena familia, pero sin recursos, sellando as¨ª un matrimonio fatal sin otra salida que la mutua destrucci¨®n. De esta manera, el insatisfecho picaflor Ashburnham, que no concibe romper el compromiso con su esposa Leonora sin el acuerdo de ¨¦sta, debe pagar sus infidelidades er¨®ticas poni¨¦ndose cada vez m¨¢s en manos de ella, que lo acaba fr¨ªamente controlando todo, incluido hasta lo m¨¢s ¨ªntimo de este, por lo dem¨¢s, encantadoramente puritano calavera. La tragedia final se desencadena cuando Ashburnham se enamora de verdad de una joven, que le corresponde plat¨®nicamente, pero, compungido por el peso de sus anteriores pecados, decide alejarse f¨ªsicamente de ella con el alib¨ª de que le siga amando a distancia, algo que resulta intolerable para su esposa, que la prefiere mancillada como una eventual furcia m¨¢s. Toda esta suma de paradojas concluye, claro, tr¨¢gicamente, como la historia m¨¢s triste.
La urdimbre de El buen soldado es, por supuesto, mucho m¨¢s rica y compleja de lo aqu¨ª abreviado, pero el rom¨¢ntico canto de cisne de Ashburnham, cifrado en que la chica ¡°estuviese a ocho mil kil¨®metros y que le amase con perseverancia¡±, era una locura de destino infernal, aunque a ojos de Ford Madox Ford significa lo siguiente: ¡°La sociedad debe seguir adelante, supongo¡± (digo yo que ¡°progresando¡±) ¡°y la sociedad s¨®lo existe si florecen las personas normales, virtuosas y un poquito falsas, mientras que los apasionados, los testarudos y los demasiado sinceros son condenados al suicidio y a la locura¡±. He aqu¨ª el epitafio rom¨¢ntico perfecto para una comunidad atolondradamente pr¨¢ctica.
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