Ritual del ausente
En su director hay un formalista capaz de subordinar su estilo a algo tan puro y desnudo como el rostro de una actriz
Inspirada libremente en la obra teatral de Luigi Pirandello La vida que te di, La espera se abre con la enigm¨¢tica y abrumadora descripci¨®n puramente visual de una ceremonia funeraria. Desde esa primera imagen en la que la c¨¢mara parece descender de un cielo tenebroso para acabar mostrando a una mujer besando los pies de un Cristo crucificado queda claro que el debutante Piero Messina podr¨ªa completar, junto a Paolo Sorrentino y Luca Guadagnino, un posible triunvirato de un nuevo barroquismo en un cine italiano que no parec¨ªa tan concernido por la forma ¨Cy su desbordamiento- desde los a?os dorados del spaghetti western y el giallo. De hecho, los primeros compases de La espera parece evocar la atm¨®sfera de un giallo, con esa c¨¢mara que se mueve de manera ceremonial, como si buscase una puerta secreta en la esquina del encuadre, con los espacios casi embrujados de esa mansi¨®n siciliana de ampulosas vidrieras, con el rostro de Juliette Binoche, iluminado por el resplandor azul de un tel¨¦fono m¨®vil, avanzando como un espectro en la oscuridad¡
LA ESPERA
Direcci¨®n: Piero Messina.
Int¨¦rpretes: Juliette Binoche, Lou de La?ge, Giorgio Colangeli, Domenico Diele.
G¨¦nero: drama. Italia, 2015
Duraci¨®n: 100 minutos.
En La espera, una joven llega a Sicilia dispuesta a reencontrarse con su novio, tras una crisis sentimental que parece haber llegado a buen t¨¦rmino. Tras ese punto de partida, la pel¨ªcula se mantiene en una situaci¨®n de arriesgada fragilidad que, no obstante, consigue no restar fuerza a una trama condenada al remanso y la inacci¨®n: ella no lo sabe, pero ha llegado justo el d¨ªa despu¨¦s del entierro de su amado. La madre del chico decidir¨¢ no transmitir su informaci¨®n hasta el momento oportuno: en realidad, su resistencia a no verbalizar la tragedia es su doloroso modo de perpetuar simb¨®licamente la existencia del ser amado perdido.
En Messina hay un formalista capaz de subordinar su estilo a algo tan puro y desnudo como el rostro de una actriz. As¨ª, La espera es una de esas pel¨ªculas en las que, al tiempo que florece una cierta excentricidad formal en fragmentos en apariencia irrelevantes ¨Ccomo la coreograf¨ªa casual en la cinta transportadora del aeropuerto en los cr¨¦ditos iniciales-, la forma sabe dar un paso atr¨¢s cuando se impone la autoridad del rostro de la Binoche, capaz de sugerir matices y contradicciones en el reverso de cada l¨¢grima. La secuencia en la que hincha una colchoneta como quien est¨¢ abrazando a su hijo muerto, como quien intenta devolver la vida a lo perdido, resulta muy dif¨ªcil de olvidar.
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