Fantas¨ªa en cenizas
La directora parece haber creado un entorno id¨®neo para que su reparto se crezca y para que Carmen Machi cocine a fuego lento su personaje
En una secuencia de Samba (1965) de Rafael Gil, Sara Montiel cantaba ante los ni?os de una favela el tema Fantas¨ªa de Gregorio Garc¨ªa Segura y Jes¨²s Mar¨ªa de Arozamena inmortalizando un momento ideal para explicar a cualquier profano en la materia los mecanismos del kitsch. La letra de Fantas¨ªa dibuja, ante ese entorno de desamparo y precariedad, un mundo ideal con los trazos del extremado artificio, casi propios de una afectada postal en tres dimensiones de cromatismo chill¨®n: ¡°Fantas¨ªa / de jardines y de flores / de belleza y alegr¨ªa. / Fantas¨ªa/de palacios y esplendores / de color y melod¨ªa¡±. Marina Seresesky decide abrir su primer largometraje como directora precisamente con ese tema: la canci¨®n suena sobre unos espacios y unos personajes sobre las que ya no parece posible que se manifieste ninguna tentaci¨®n de autoenga?o kitsch. El universo de La puerta abierta es el de la p¨¦rdida innegociable, el de la resignaci¨®n en la estricta supervivencia.
LA PUERTA ABIERTA
Direcci¨®n: Marina Seresesky.
Int¨¦rpretes: Carmen Machi, Terele P¨¢vez, Asier Etxeand¨ªa, Emilio Palacios.
G¨¦nero: drama. Espa?a, 2016
Duraci¨®n: 82 minutos.
Terele P¨¢vez y Carmen Machi encarnan a una madre y una hija, exprostituta la primera y prostituta en activo la segunda, que malviven en una corrala junto a un vecindario de similares coordenadas profesionales y bajo la mirada sancionadora de una portera sin ning¨²n margen para la empat¨ªa. Un acontecimiento inesperado ¨Cla muerte por sobredosis de una de las vecinas- colocar¨¢ a estos dos personajes en la provisional situaci¨®n de tener que hacerse cargo de la hija de la difunta, con la connivencia de una transexual interpretada con m¨¢s serenidad que pirotecnia por Asier Etxeand¨ªa.
La directora parece haber creado un entorno id¨®neo para que su reparto se crezca y para que, entre otras cosas, Carmen Machi vaya cocinando a fuego lento, con un repertorio de notas aparentemente limitado, un personaje que se afirma como otra de sus memorables creaciones. Aunque a veces se le escape alg¨²n exceso en el tono, Marina Seresesky se revela toda una certera zahor¨ª de la tristeza, logrando que su c¨¢mara localice cristalizaciones de aflicci¨®n en lo estrictamente dom¨¦stico: grifos goteando sobre un fregadero atestado, pinzas de tender y luces navide?as en el repecho de una ventana, guirnaldas encendidas sobre una silla de ruedas¡
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