La droga de ¡®Narcos¡¯
Como en los mejores dramas televisivos, aqu¨ª ni los buenos son unos santos ni los malos son el mismo demonio
Pablo Escobar, 1949-1993. La historia est¨¢ escrita. Se puede adornar, recrear, a?adir algo de color. Pero la historia de Escobar es la que es. Por eso, con Narcos no hay spoiler que valga. Y por eso Netflix no ocult¨® que la segunda temporada terminar¨ªa con la muerte del famoso narcotraficante colombiano. Lo cual no quiere decir que la historia de la serie vaya a terminar ah¨ª, que por algo se llama Narcos y no Pablo Escobar.
Narcos es droga dura. Engancha que da gusto, que es lo que normalmente se pide a una historia por cap¨ªtulos: que te atrape y no te suelte hasta el final, que te obligue a poner otro episodio m¨¢s. La historia del ascenso y descenso de Escobar, del cartel de Medell¨ªn, de la persecuci¨®n de la DEA, la influencia que tuvo en la pol¨ªtica, las relaciones con otros narcotraficantes... Todo est¨¢ narrado en Narcos con pulso, llevando a los espectadores de un cap¨ªtulo a otro con peque?os o grandes giros para mantener la tensi¨®n y con una historia que, en ocasiones, mezcla im¨¢genes reales de la ¨¦poca para acompa?ar la narraci¨®n de la voz en off del agente estadounidense a trav¨¦s de cuyos ojos se presenta la historia. Es un mundo que puede resultar complicado por las m¨²ltiples ramificaciones que tiene, pero en Narcos es f¨¢cil seguir el hilo. Y eso que, en la segunda temporada, el abanico de personajes y de relaciones se ampl¨ªa, quiz¨¢ precisamente para abrir camino al futuro.
Como en los mejores dramas televisivos, aqu¨ª ni los buenos son unos santos ni los malos son el mismo demonio. Pablo Escobar parece pintado por el patr¨®n del antih¨¦roe. Nos gusta odiarlo y, a la vez, odiamos que, a veces, queramos que se salga con la suya.
Como serie, Narcos logra su objetivo sobradamente y es una de las producciones originales de Netflix que m¨¢s f¨¢cilmente se pueden consumir en forma de marat¨®n (con perd¨®n de Stranger Things, por supuesto). Un thriller a ratos trepidante y con acento latinoamericano. Bien grabada, bien montada y, en general, bien interpretada, aunque sigue pareciendo una decisi¨®n curiosa contar con un actor brasile?o para dar vida al narcotraficante colombiano. De todas formas, Wagner Moura salva la papeleta con dignidad y en la segunda temporada mejora tanto en la pronunciaci¨®n como en la creaci¨®n f¨ªsica y gestual del personaje, con esa tripa desagradable y esas sudaderas de dudoso gusto.
Narcos es droga. Pero de la buena, de la que no mata por sobredosis. M¨¢s droga, por favor.
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